El otro día el Mayor me dijo que quería un spinner. ¿Un qué? «Un spinner, mamá, es un juego que gira y gira». Así, con esas explicaciones y sin saber muy bien cómo se pronunciaba, me quedé hecha un cuadro. Mi cara era un poema y la de mi hijo, de condescendencia total. Más o menos como cuando le hablo a mis padres de una aplicación del móvil, solo que esta vez la desfasada era yo…