Hace un par de semana se alinearon los planetas. Sin comerlo ni beberlo, se nos presentó la ocasión de ir al teatro. Como tengo ya cierta inercia, lo primero que pensé es que era muy tarde para ir con los niños, ¿a quién se le había ocurrido poner una obra infantil después de las ocho de la tarde? Hasta que me di cuenta de que la obra no era para ellos, sino para nosotros. Papá³ propuso quedarnos a cenar. Total, un día es un día. Y así, como quien no quiere la cosa, nos montamos un “plan de novios”, solo nosotros, sin los Trastos.