Hoy me pongo un poco seria, me lo vais a permitir, para contar dos hechos que me pasaron cuando el Mayor apenas tenía unos meses. Espero que mi narración sirva para que los peatones vayan con ojo y los conductores, con un poco más de cuidado. Sucedieron al cruzar yo la carretera con el carrito de bebé, con eso que llaman capazo de un trío. Y antes de que nadie me llame insensata o temeraria, quiero aclarar que en ambos casos cruzaba por un paso de peatones.
El primer incidente sucedió mientras cruzaba una calle de doble sentido con dos carriles en cada uno de ellos. Los coches que venían de los dos carriles de mi izquierda se pararon y me cedieron el paso. En el tercer carril, que era el primero de los dos en sentido contrario, paró un coche. Y yo seguí cruzando. Pero me mosqueé porque oía el motor de una moto acercándose. Yo no veía a la moto en cuestión porque los carriles tres y cuatro (los que venían con la circulación a mi derecha) hacían una curva. Tuve a bien reducir mi paso. Entonces vi la moto. Salía de la curva y venía sin frenar hacia el paso de peatones. Supongo que me vio por encima del coche que estaba parado y pensó que le daba tiempo a pasar por el paso de cebra esquivándome. Lo que no vio es que delante de mí yo iba empujando un carro de bebé. Si en ese momento no llego a pararme completamente del todo en el paso de cebra, aquella moto se hubiera llevado por delante el cochecito de bebé con mi hijo dentro.
El segundo incidente ocurrió en una calle de doble sentido también, pero esta vez con un carril para cada sentido. Me disponía a cruzar por un paso de cebra con mi bebé en el carro. Vino un autobús por mi lado izquierdo y paró para cederme el paso. Empecé a cruzar. De nuevo, como en la ocasión anterior, oí un motor de una moto. No venía ningún coche por mi lado derecho y por el izquierdo no podía ver nada con el autobús. Me puse al nivel del carro de mi bebé y empecé a andar lentamente, arrastrándolo en vez de empujándolo. Y menos mal porque en ese momento de detrás del autobús apareció la moto, que supongo que pensaba que el autobús estaba en una parada y no vio que en realidad estaba en un paso de peatones. El motorista se asustó y me pidió disculpas con la mano. Pero más me asusté yo. Si hubiera seguido empujando el carrito, se lo hubiera llevado por delante.
CONTRAS:
-
Cuando conducimos hay que ir con mil ojos, como dice mi madre. Pero cuando vamos andando por la calle con nuestros hijos hay que tener dos mil ojos y cien oídos. Desde luego, mi oído fue el sentido que me puso sobre aviso de que algo no iba bien en aquellas dos ocasiones.
-
Desde aquellas veces, aunque esté en un paso de cebra, sola o con los Trastos, no empiezo a cruzarlo hasta estar bien segura de que todos los coches se han parado completamente. Y siempre con el oído en alerta.
PROS:
-
Llamadlo intuición femenina o sentido común o poder de madre, lo cierto es que aquellos dos días pudieron tener un desenlace muy desafortunado si no llega a ser porque algo en mi interior me dijo que no siguiera cruzando.
-
Sirvan aquellas dos ocasiones para hacerme desconfiar incluso de un paso de cebra. Y eso que en ellos los peatones tenemos preferencia. Por supuesto, jamás cruzo la calle si voy con niños si no es por un paso de cebra.
Todavía hoy, al recordar ambos incidentes, se pone la piel de gallina y me tiemblan las piernas. Mejor no pensar en cómo estaríamos hoy si hubiera seguido caminando hacia adelante…