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14Sep/13

… de hacer posavasos con goma eva

Posavasos con goma eva

Hoy os traigo una manualidad en la línea de las demás: fácil, barata, rápida y resultona. Y útil. Se trata de unos posavasos handmade o DIY, como se dice ahora, o hechos con estas manitas, como se ha dicho siempre.

La idea me rondaba por la cabeza al ver tantas tapas de yogures, potitos, recipientes de la comida china, botes, etc., rondando por la cocina. Siempre ando guardando estas cosas, por si sirven, alguna utilidad tendrán… Esta manía me viene directamente de mi abuela.

Las susodichas tapas las utilizo para varias cosas: tapar la infusión mientras reposa, tapar el puré del Peque mientras se enfría, echar semillas varias (de calabazas, pimientos, tomates…) para que se sequen y así poder plantarlas después, y, por supuesto, para poner vasos encima a modo de posavasos.

Pero reconozcámoslo, estas tapas son feas. Aunque sean transparentes, siguen siendo feas. Así que se me ocurrió darle un toque de color. Al principio pensé en fieltro. Y así me fui a comprarlo. Elegí uno que me llamó la atención y que me gustó bastante. Una vez en casa, me di cuenta de que lo que había comprado no era fieltro, sino goma eva. El resultado es el mismo.

Ahora tengo dos de estos geniales posavasos rondando por la cocina. He guardado el resto, a esperas de necesitarlos en alguna vista y de repuesto por si se me estropea alguno de los que ya he hecho. Esta semana de inicio de las clases, he de reconocer que me han alegrado. Ha sido una semana de locos, de adaptaciones para todos. Espero que la siguiente vaya todo más rodado.

CONTRAS:

  1. Vale que no son los posavasos más guays del mundo mundial (como diría un mico que yo me sé), pero para lo que cuesta hacerlos, son geniales.

  2. Las tapas son redondas. Es difícil recortar un círculo perfecto aunque vayas siguiendo una línea. Pero la tapa sí es perfectamente circular. El truco está en que se note lo menos posible el descuadre.

PROS:

  1. Cunde mucho. Con una lámina de goma eva tamaño A3 (más o menos) hice unos 12 posavasos pequeños y dos grandes utilizando sólo la mitad.

  2. Se puede usar indistintamente goma eva o fieltro, pero si os decidís por éste último, buscadlo de cierto grosor.

  3. Yo usé una sola lámina para hacer todos los posavasos iguales, pero por supuesto podéis alternar entre varios modelos y colores.

  4. Es súper barato. Pensadlo: las tapas ya las tenéis, posiblemente las tijeras y el pegamento también. Sólo tenéis que comprar la lámina y ésta, dependiendo del tamaño y el material, ronda el euro.

  5. Es una manualidad que pueden realizar los niños. En este caso, ya sabéis, cuidado con las tijeras, no perdáis de vista el pegamento y aseguraos de tener tapas suficientes para todos.

  6. Los posavasos se hacen rápido. Apenas hay que hacer despliegue de medios. Cortar y pegar, todo es empezar, jejeje…

  7. Cuando digo posavasos, seguro que habéis pensado que sólo sirve para poner un vaso. Obvio. Pero ya sabéis que me gusta rizar el rizo un poco más. ¿Recordáis los floreros? Ahora imaginadlos sobre uno de estos posavasos… 😉

El cómo hacerlos paso a paso os lo enseño en este vídeo que ya está también disponible en el canal de YouTube del blog.

¿Y ahora, qué? ¿Os animáis a hacerlos? Si le encontráis algún pro o contra más a esta manualidad, dímelo en los comentarios. Y si los hacéis, estaría encantada de que me enseñaseis cómo os quedaron.

12Sep/13

… de las cosquillas (maternidad de la A a la Z)

AZ de la maternidad

– Mamá, hazme cosquillas…

– ¿Ahora?

– Sí, ahora…

– ¿Puedes esperar un momento? Estoy terminado de…

– Vengaaa… porfi… hazme cosquillas…

Y ahí estoy yo, con un mico de 6 años haciéndole cosquillas como si no hubiera un mañana. Y se ríe. Y su risa es pura. Es diversión en grado máximo. Puro placer de reír por reír. Él se estira, se retuerce, a ratos no puede respirar. Paro. Coge aire. Creo que le he agotado. Un “mamá, ahora hazme cosquillas por aquí” me deja claro cristalino que tiene ganas de más.

El Peque nos mira y se ríe. Se ríe con ganas. La risa es contagiosa, está claro. Con su lengua de trapo me dice “má, má”, lo que con el pequediccionario en la mano viene a significar que siga cosquilleando a su hermano y que, por supuesto, él también quiere. Alargo la mano que me sobra y le hago cosquillas a él también. Más risas.

Con el rabillo del ojo miro al Mediano. Le veo con los ojos como platos. Con una sonrisa de oreja a oreja. Se acerca cauteloso. El Mayor sigue revolviéndose y dando carcajadas. Espera paciente dos o tres nanosegundos. Después me suelta el “¡ahora a mí, mamá!”.

Cuento a los Trastos… uno… dos… tres… Cuento mis manos… una… y dos… Vaya, esto es un problema… Dejo de cosquillear al Peque y empiezo con el pipiolo de en medio. Ahora las risas suenan más altas, pero igual de puras. Me sorprendo a mí misma riéndome también. Alterno entre mis hijos para dar a basto con todas mis manos. Nos reímos los cuatro. Creo que si alguien pudiera vernos en ese instante por un agujerito, se convencería de que estamos algo chiflados en esta casa. Quizá no le falte razón. Pero aquí nos seguimos riendo.

CONTRAS:

  1. Hacer cosquillas es cansado para quien las hace. Qué dolor de manos se me pone algunas veces.

  2. En ocasiones, los adultos llegamos a la conclusión de que ese momento no es buen momento para hacer cosquillas a los niños. Creo que deberíamos pararnos a sopesarlo un poco más. ¿En serio no hay buenos momentos para hacer cosquillas? Yo estoy empezando a creer que cualquier momento es bueno para sacarle una risa a un niño.

  3. Se forma mucho alboroto. Bueno, para quienes estáis con el reto del rinoceronte naranja, ¿esto no cuenta como grito, verdad? 😉

PROS:

  1. Quien recibe las cosquillas acaba cansado. Y todos sabemos que después de la tempestad viene la calma… ¿Queréis cansar a un niño? ¿Pero de verdad? Hacedle cosquillas. Muchas. Por todo el cuerpo.

  2. La risa es contagiosa. Raro es que empecéis a hacerles cosquillas a vuestros hijos y no acabéis riéndoos vosotros también.

  3. Las cosquillas traen risas, las risas traen felicidad. Si habéis tenido un mal día, hacedles cosquillas a vuestros retoños. A los treinta segundos se os habrán olvidado todas las penas.

  4. Las cosquillas también son un juego. Jugad con vuestros hijos. Todos lo agradeceréis.

¿Que por qué incluyo las cosquillas en el Diccionario de la Maternidad de la A a la Z? Pues porque yo sólo hago cosquillas a mis hijos. El Tripadre no tiene y, además, prefiero no buscárselas ;-). Las cosquillas significan un rato en familia, un rato de juegos, un rato de diversión pura y dura. Las cosquillas implican prestar atención a las demandas de mis hijos, es dedicarles toda mi atención en ese preciso instante, buscar ese recoveco por dónde meter la mano y cosquillearles a gusto.

Y, si os animáis, después de hacerles cosquillas a ellos, que ellos os hagan cosquillas a vosotros. ¿Recordáis la última vez que alguien os hizo cosquillas de verdad y os reísteis a placer? ¿No es un rato genial?

“La maternidad de la A a la Z” es un carnaval de blogs iniciado por Trimadre a los Treinta que consiste en que cada madre participante describa un sentimiento al que ha descubierto un nuevo sentido con la maternidad, o una faceta de su personalidad que desconocía antes de ser madre. El objetivo es crear en red, colaborando unas con otras, un “Diccionario de madres” con el que reírnos, emocionarnos y conocernos un poco más.
Síguelo en Twitter #AZdelamaternidad.
Si estás interesada en participar, tienes toda la información a tu disposición aquí.
30Ago/13

… de estar a solas con mamá

Una desventaja de tener más de un retoño es que no te puedes dividir. Si son dos y estáis los dos progenitores, entonces cada adulto puede prestar toda su atención a un niño. ¿Pero qué pasa cuando sólo hay un progenitor para los niños? ¿O si estáis los dos pero ellos son tres o más? Las matemáticas no son mi fuerte, pero creo que las cuentas no salen, teniendo en cuenta que una persona no puede dividirse en partes y seguir funcionando igual.

Por eso, aunque también disfruto e intento que se lo pasen bien estando todos juntos, yo intento aprovechar cada ratito que paso sola con uno de mis Trastos al máximo. Da igual si se trata de cinco minutos en el desayuno, del cuarto de hora que dura el baño o de salir a comprar algo y alguno se apunta a venir conmigo. Obviamente, no es lo mismo si ese rato lo paso con el Mayor, el Mediano o el Peque porque cada uno requiere distintas atenciones.

Al Mayor le gusta contarme cosas del recreo o hacerme preguntas del tipo: “Mamá, si todos venimos de la tripa de nuestra mamá, ¿de dónde vino la primera mamá?”. También le gusta jugar al veo-veo o a las palabras encadenadas. Afortunadamente.

El Mediano prefiere hacer cosas graciosas para que los dos nos riamos juntos. A parte de saltar de todo aquello que diste 20 centímetros o más del suelo, que es un pequeño saltimbanqui en potencia. También le gusta que juegue con él a los coches o participe en su afán de ordenar cosas poniéndolas en fila india.

El Peque, sin embargo, es más de irse al suelo y dejarle a su aire explorando cosas. Le encanta tocar donde ya va sabiendo que no debe. Entonces se gira, me mira y llama mi atención. Ya ha aprendido a subirse en el sofá y, tras dos días en plan yo sigo andando por aquí y si se acaba el sofá es problema del sofá, por fin ha aprendido cómo bajarse sin estamparse contra el suelo. Ya sólo le fata saber que no hay que asomarse por los reposabrazos porque el suelo sigue estando ahí abajo. Creo que esto último le va a costar un poco más…

Siendo tres y estando la gran mayoría del tiempo que pasan en casa a solas conmigo, sé que les encanta esos momentos en los que yo puedo prestarles toda mi atención sólo a uno. Pero siendo realistas, estando en casa sola, siempre hay una pequeña parte de mi cerebro atenta a ruidos que vienen del salón, por si alguno de los otros dos la está liando aprovechando mi ausencia.

Lo mejor es salir fuera, dejando a los otros con su padre, por ejemplo. Ir a dar un paseo al parque, ir a comprar el pan… cualquier excusa es buena para pasar un rato completamente a solas conmigo. Ellos lo agradecen, pero es cierto que yo también. Después de estar todo el día o toda la semana lidiando con tres, es un respiro estar sólo con uno. Sobre todo si se trata del Mayor o el Mediano que son a los que menos veo cuando empieza el curso.

Alucino viendo lo mucho que han crecido, cómo tienen ya una lógica aplastante para algunas cosas. Me encanta poder mantener una conversación con ellos. Es en esos ratitos cuando les puedo ver brillar en todo su esplendor.

CONTRAS:

  1. Es muy difícil para mí encontrar un rato que pueda dedicar en exclusiva a uno solo. Pero como he dicho antes, mi truco es aprovechar cada momento, dure éste cinco minutos o una hora.

  2. El que no está conmigo siempre revolotea. Quiere que su momento llegue cuanto antes y dure el máximo posible. No le puedo culpar por ello. Es algo natural y así hay que tomárselo.

PROS:

  1. Estar con niños (uno o varios, da igual) implica no parar. Siempre hay algo que hacer, algo que preparar. Es bueno, a veces, pararse en seco dentro de esta espiral de prisas y rutinas y levantar la vista. Puede que nos encontremos con una personita que tiene mucho que enseñarnos si la dejamos.

  2. Quizás es porque, como he dicho, no me resulta fácil encontrar un momento para dedicarme en exclusiva a uno solo. La cuestión es que, cuando lo encuentro, lo disfruto todo lo que puedo, igual que mis hijos. Es un momento en el que descubro a la clase de persona en la que se ha convertido y casi puedo intuir la clase de persona que podría ser cuando crezca un poco más.

  3. Incluso en esos ratos de dedicación exclusiva a uno solo, estoy tentada a pensar en otras cosas (qué haremos para cenar, necesitan zapatillas nuevas, cómo nos vamos a organizar el fin de semana…). Si es un rato para pasarlo con nuestro hijo, es para eso y nada más. A veces me cuesta apartar de mi cabeza estas preocupaciones, pero sé que debo hacer el esfuerzo porque la recompensa es enorme.

¿A vosotras también os cuesta encontrar estos ratito para disfrutar al cien por cien de vuestros hijos? ¿Preferís pasar un ratito a solas con cada uno o preferís pasarlo con todos juntos? Contádmelo en los comentarios ;).

28Ago/13

… de hacer galletas con caramelo

Galletas con caramelo

Esto de hacer galletas en los cumpleaños se está convirtiendo en costumbre. Yo uso siempre la misma masa porque es la que mejor me va. Es una receta de masa quebrada clásica. La puedo hacer días antes y meterla en el frigorífico (o incluso congelarla) y sacarla cuando la necesito (si está congelada, la meto directamente en el frigorífico unas 24 horas hasta que se descongele). Le doy la forma elegida para la ocasión y al horno. En menos de media hora tengo ricas galletas caseras.

Para el cumple del Peque, las hice con la forma del número 1. Para mi cumpleaños pensé en hacer algo similar. Pero tenían que ser con el 33. La verdad es que no me convencían mucho. Pero era una ocasión especial así que, aprovechando que soy la única chica de la casa, se me ocurrió hacer galletas más… femeninas, por decirlo de alguna manera. Pensé en flores. Ufff… pero qué sosas unas simples flores si no les iba a poner glasa para colorearlas.

En éstas estaba cuando se me vino a la cabeza algo que había visto hace años por Internet. No recordaba dónde, pero lo que sí tenía claro es que se hacían con caramelos. Eso ya me iba gustando más. En mi casa, a pesar de los Trastos y mi glotonería, no comemos muchas chuches ni muchos caramelos. Así que siempre tengo una bolsa llena. Es más, creo que soy la única madre que tira bolsas de basura llenas hasta arriba de golosinas caducadas.

Me fui a la bolsa en cuestión a ver si tenía los caramelos que necesitaba. Duros y no muy grandes, para más detalle. No sería la primera vez que se me ocurre hacer algo y me falta algo indispensable. Afortunadamente, ahí estaban los caramelos. Y había bastantes. De varios sabores. De varios colores. Cogí la bolsa y me fui tan contenta a la cocina.

Saqué la masa de la nevera. ¡Qué dura estaba la condenada! Aunque con estos calores, en menos de 3 minutos pasé al polo opuesto. Como lleva mantequilla y con esta temperatura, al poco tiempo se convirtió en algo pegajoso difícil de manejar. Bueno, nada que dos papeles de horno no puedan solucionar. Metí la masa en medio de ellos y alisé con el rodillo. Al poco tenía listas mis galletas. No estaba muy segura de que aquello hubiera salido bien. Os recuerdo que era la primera vez que lo hacía y, además, de memoria.

En cuanto se pusieron a temperatura ambiente probé una. Y dos. Y no probé tres porque me corté y me dije que, de seguir así, me las zampaba yo todas y no era plan, por mucho que fuera mi cumpleaños. Las reservé para más tarde, cuando ya hubieran llegado todos los que iban a venir. Las saqué entonces y fueron un éxito rotundo.

CONTRAS:

  1. Al ser verano, hay que darse prisa en amasar con estos calores. En invierno es más fácil.

  2. Se necesitan dos cortapasas de distintos tamaños. No obstante, el agujero para poner el caramelo se puede hacer con algo redondo que tengáis por la cocina. Por ejemplo, los cacitos de la leche en polvo de los bebés o los tapones de plástico de algunos jarabes son muy socorridos para esto. Haciendo honor a mi incipiente síndrome de Diógenes, confieso que tengo unos cuantos de éstos guardados en la cocina. Ah, y el cortapasas más grande se puede sustituir por un vaso o similar.

  3. La gracia de la galleta está en comérsela entera para que se junten en la boca la galleta con su caramelo. Así que es mejor no hacerlas demasiado grandes.

PROS:

  1. La cocina huele que no os imagináis de bien. Al olor a galletas recién hechas, que ya de por sí es un olor agradable, se suma el olor a caramelo. Y estos dos aromas juntos se pasean por la casa y huele genial.

  2. El resultado final son unas galletas muy vistosas. Ideales para cumpleaños, fiestas y Navidad. O para darnos un capricho de vez en cuando porque sí.

  3. Gustan tanto a pequeños como a mayores porque… ¿a quién no le gusta un caramelo?

  4. Como he mencionado, yo las he hecho con una masa quebrada hecha en casa por mí. Sin embargo, estas galletas con caramelo admiten vuestra masa de galletas favorita.

  5. Yo las hice sola porque aproveché la hora de la siesta (sí, me va la marcha…). Pero por supuesto que se pueden hacer con los niños de la casa. Eso sí, mucho cuidado al sacarlas del horno porque el caramelo sale hirviendo.

Aquí os dejo el vídeo del paso a paso de las galletas, que también podéis encontrar en el canal de YouTube del blog. Animaos a hacerlas porque no os vais a arrepentir y haced unas cuantas porque vuelan ;-).

Si quieres saber qué otros dulces salen de mi cocina, no dejes de pinchar en este enlace.

26Ago/13

… de hacer cuadros abstractos con nombres

Cuadros abstractos con nombres

A veces me da pereza hacer cosas con mis Trastos. Muchas veces tardo yo más en preparar las cosas que después ellos en disfrutarlas. Aún les falta concentración. A veces pienso que no merece la pena. Especialmente, si hay pinturas de por medio.

Afortunadamente para ellos, me puede la niña que llevo dentro y, al final, acabo haciendo caso omiso a la voz de mi interior que me dice que montar todo el tinglado para apenas diez minutos es una tontería. Y acabo sacando las pinturas y los pinceles.

La culpa de todo la tienen a partes iguales la artista frustrada que llevo dentro y Pinterest. Pero como digo, los grandes beneficiados de todo esto son mis hijos. Bueno, y la niña-artista-frustrada de mi interior también.

Es cierto que muchas veces estas cosas las acabamos terminando los padres, pero a mí personalmente no me importa. Me gusta pensar que, cuando crezcan y echen la vista atrás, tendrán recuerdos con su madre y las manos manchadas de pintura. Y confío en que serán recuerdos felices.

Yo no tengo recuerdos haciendo manualidades con mis padres. No sé si harían cosas así con mi hermana y conmigo, pero si es así, yo no me acuerdo. Por eso siempre estoy pensando cosas para hacer con mis hijos. No importa que no se acuerden de que hicimos tal o cual cosa, lo que quiero es que recuerden que hicimos cosas.

Bueno, pues esta manualidad de hoy da mucho juego. Se pueden hacer infinidad de cosas. Se trata de cuadros abstractos, hechos con témperas, cinta de carrocero y lienzos o cartulina. ¿Y qué se hace con todo eso? Pues podéis optar por hacer cuadros abstractos como los de la foto, pero también podéis poner el nombre del niño o, si el tamaño del lienzo lo permite, frases que os gusten.

CONTRAS:

  1. He dicho pinturas y pinceles. Así que a menos que vuestros peques sean muy cuidadosos, esto implica que se van a manchar. Se mancharán ellos y todo lo que tengan en un radio de medio metro. Elegid bien el sitio y poner un hule o papeles de periódico. Ropa que no sea nueva también sería buena idea.

  2. Si lo hacéis en exterior (patio o terraza), cuidado también con los días de aire. Obviamente, si lo hacéis en lienzos, éstos no se van a volar. No puedo aseguraros lo mismo si lo hacéis con cartulinas.

  3. Los cuadros de la foto están hechos en folios normales y corrientes. No os lo aconsejo. Al despegar la cinta de carrocero, aunque no es lo mismo que un celo, nada más que por lo húmedo que queda el folio con la pintura se corre el riesgo de que se rompa un poco. Es lo que nos pasó a nosotros. Es mejor usar lienzos o cartulinas.

  4. Como se usa pintura, antes de poder usar la obra de arte (ya sea colgarla en la pared, enmarcarla o pegarla en el armario) hay que dejar pasar un tiempo hasta que la pintura esté completamente seca.

  5. La cinta de carrocero es muy importante. Como he dicho antes, no vale el celo. Éste se pega más al papel, por lo que tiende a romper la superficie al despegarlo. Escoged una cinta de carrocero estrecha porque si no, a menos que donde lo vayáis a poner sea una superficie grande, me temo que vais a tener que andar cortándola a la mitad.

  6. Cuando pongáis la cinta de carrocero, no dejéis pasar mucho tiempo hasta que os pongáis a pintar o se empezará a despegar.

PROS:

  1. Desarrolla la creatividad y la destreza óculo-manual.

  2. Es divertido.

  3. El resultado final sirve para decorar. Y además es súper vistoso y alegre.

  4. Se pueden utilizar tantos colores como queráis o simplemente uno solo. ¡Imaginación al poder!

  5. Nosotros usamos témperas con sus pinceles, pero también podéis usar pintura de dedos. Eso sí, en ambos casos, cuidado con levantar la cinta de carrocero al pintar.

Para explicaros mejor cómo se hace esta manualidad, os dejo el vídeo que ya está en el canal de YouTube del blog. Es un vídeo cortito, pero creo que ilustra bien los pasos a seguir. O también podéis entrar aquí que es de donde yo saqué la idea.

Si te ha gustado esta manualidad, pincha aquí y descubre más.

21Ago/13

… de los gritos

Cuando era pequeña, mi madre gritaba mucho. De hecho, ahora sigue gritando bastante, por ejemplo, cuando habla por teléfono. Así que yo me prometí a mí misma que nunca, jamás, gritaría a mis hijos. Bueno, pues es una de esas cosas que no soy capaz de cumplir. Aunque lo intento. Me levanto por la mañana y, mientras desayuno, me digo a mí misma que hoy no voy a gritar, por muy de los nervios que me pongan.

En honor a la verdad, tengo que decir que hay días que lo consigo y no pego ni un grito. Pero, haciendo honor a esa misma verdad, confieso que también hay muchos días en los que alzo la voz y, lo peor de todo, casi sin darme cuenta.

Al Tripadre también le pasa. Supongo que es algo que va con el carné de madre o padre. No es algo que me guste. No me siento orgullosa de eso. Pero intento (intentamos) ponerle remedio.

Ahora bien, lo que no soporto es que otras personas griten a mis hijos. Porque una cosa es que su padre o yo les gritemos para que hagan caso, que pasamos con ellos la mayor parte del tiempo, y otra muy distinta es que les grite alguien que sólo está con ellos a ratos y, lo más importante, no son ni su padre ni su madre.

Pero lo peor de todo, ya no es que les griten a los mayores, sino que empiezan a gritarle al Peque para que no toque según qué cosas. La última vez que esto ocurrió, el Peque se asustó tanto del grito que se puso a llorar desconsoladamente. Es muy sentío el pobre, qué le vamos a hacer.

Cuando le digo a la persona en cuestión que no grite, siempre me encuentro con la misma respuesta: “es que si no, no hace caso”. Bueno, pues hay otra manera. Te levantas, le miras (contacto visual, muy importante) y le dices porqué está mal lo que está haciendo y que no lo haga más. De acuerdo que esto no es mano de santo, vale que hacerlo de esta manera tampoco es garantía de obtener los resultados deseados, pero, sinceramente, con los gritos pasa igual.

De verdad que no entiendo esa libertad que tiene la gente (familia especialmente) para gritar a los niños de otros. A mí me da la impresión (que puede o no ajustarse a la realidad) de que estas personas creen que no sé educar a mi hijos, o que al menos no lo estoy haciendo del todo bien, y, por tanto, se sienten en la obligación de intervenir.

No me parece mal que su tía les regañe si están haciendo algo mal, pero siempre y cuando yo no haya tomado antes cartas en el asunto (por ejemplo, si no estoy en ese momento o no me he dado cuenta de lo que ha pasado). Lo que me parece fatal es que no me dé la opción de ser la primera en reprenderles. O, sobre todo, que lo haga gritándoles a las primeras de cambio.

CONTRAS:

  1. Como he dicho, gritar a mis Trastos es algo que intento evitar cada día. No entiendo por qué los demás tiran por el camino fácil.

  2. Empezar a gritar a los niños es entrar en un círculo vicioso: les gritas para que hagan caso, de manera que a la larga, si no gritas, no hacen caso. Al final, acaban acostumbrándose a los gritos y hay que buscarse otras formas. Así que, ¿por qué no saltarse la fase de los gritos y pasar directamente a buscar otras alternativas?

  3. Las réplicas. Es lo que peor llevo de todo. Viene mi hermana y les grita. Le digo que no les grite, que se lo diga de otra manera. Bueno, pues a pesar de ser mis hijos, siempre me tiene que contestar, lo que implica que pone en duda mi autoridad (muchas veces, incluso delante de mis hijos).

  4. Gritar durante todo un día suele acabar con dolor de garganta por la noche.

PROS:

  1. Identificado el problema, se puede poner remedio. Como digo, yo intento buscar otras formas de decir las cosas para que me hagan caso.

  2. A veces, pegar un grito es necesario. Por ejemplo, si van a tocar un enchufe o se empeñan en cruzar la calle solos cuando más coches vienen. A parte de casos así, creo que siempre hay una alternativa al grito.

  3. Sigo intentando que los demás respeten nuestra forma de hacer las cosas.

  4. A veces, son mis Trastos quienes me llaman la atención: “mamá, estás gritando mucho”. Me alegra que tengan esa confianza para decírmelo. Entonces yo les digo que es cierto, respiro hondo y sigo con la regañina, pero en un tono más bajo. ¿Funciona? A veces sí, otra no. vamos, lo mismo que pasa con los gritos.

No sé si vosotras sois de las que gritáis o no. ¿Intentáis ponerle remedio? ¿Qué es lo que mejor os funciona para no gritar? Deja un comentario y cuéntamelo porque hay días en que mi neurona no da más de sí y me quedo sin ideas ;-).

19Ago/13

… de hacer marcapáginas monstruosos

Marcapáginas monstuosos

El Mayor ya sabe leer. Hay que ver cómo pasa el tiempo. Antes era yo quien le leía los cuentos y ahora es él quien me lee algunos. Coge el mando de la tele, se va a la guía y elige qué quiere ver. Vamos por la calle y va leyendo los carteles. Cogemos las cartas del buzón y sabe para quién son.

Leer parece fácil. Fácil para nosotros, los adultos, claro, que nos sale solo. Pero hay que reconocer que es una tarea bastante complicada. Por ello, hay que festejar cada pasito que dan en ese sentido.

Además, tanto el Tripadre como yo somos devoradores de libros. Bueno, en este momento, lo es él. Yo perdí la costumbre junto con las horas de sueño cuando me convertí en madre. Sin embargo, es algo que me apasiona. He disfrutado como una niña con un buen libro. Y uno de mis sueños es que mis hijos tengan esa pasión por la lectura que compartimos el Tripadre y yo.

Sin embargo, aprender a leer requiere esfuerzo. Y ganas también. El Mayor lee más a gusto una noticia sobre Fernando Alonso o el Real Madrid que uno de los cuentos infantiles indicados para su edad. Dice que le aburren. Y yo le creo. Porque cuentos como El gatito Agapito y similares aburren a cualquiera.

Por ello, en cuanto vi en Pinterest esta idea, me faltó tiempo para ponerla en práctica. Se trata de unos marcapáginas con forma de monstruos que les chiflan a mis hijos. Sí, lo he dicho en plural porque el Mediano también quiso el suyo. Es más, entre los dos, me obligaron a hacerme uno para mí. En rosa, por supuesto, que es el color de las chicas. Aunque yo prefería otro color.

El otro día, por mi cumpleaños, vinieron mis cuñados con mis sobrinos a casa. Sobra decir que mis hijos les enseñaron sus marcapáginas antes de cinco minutos. Y, por supuesto, mis sobrinos también quisieron uno para cada uno. Así que ahí estaba yo, a las once de la noche, rodeada de papeles de colores, pegamento y tijeras. Eso sí, se fueron felices a su casa.

CONTRAS:

  1. Dependiendo de la edad del niño, es bastante probable que sea la madre o padre (yo en mi caso) quien acabe haciendo la mayoría de esta manualidad.

  2. Cuidado con añadir detalles a un marcapágina. Los demás niños están ojo avizor y tened por seguro que ellos también querrán ese detalle que has improvisado en un marcapáginas.

  3. Esta manualidad requiere el uso de tijeras. Para evitar males mayores, no las perdáis de vista.

PROS:

  1. Los materiales necesarios son de estar por casa: papel de colores o blanco (luego se puede pintar al gusto), cartulina (para darle mayor consistencia, pero tampoco es indispensable), tijeras (si son romas, mejor), pegamento en barra (esta vez no hace falta cola blanca), regla y lápiz (esta parte seguro que le toca al adulto).

  2. Se hacen en un momento. En cinco minutos puedes tener uno listo.

  3. Aunque sean monstruos los que yo hice con mis hijos, también podéis hacerles caras divertidas. Vale todo con tal de que sean caras.

  4. Para las niñas, podéis ponerle algo más… femenino. Por ejemplo, para el marcapáginas de mi sobrina, le puse unos párpados de papel brillante. Y unas pestañas enormes. Todo a petición de la niña.

  5. Estos marcapáginas de la foto son infantiles, es verdad. Pero si obviáis los ojos, boca, lengua, párpados, cuernos y demás, podéis hacer uno para adultos. Una idea, en vez de papel de colores y cartulina, probad a hacerlos con papel de scrapbooking. ¿A que se te acaba de abrir un mundo lleno de posibilidades? 😀 Pues, hale, a ponerlo en práctica.

Llego al final de la entrada y resulta que no he explicado cómo hacerlos. Bueno, pues os doy dos opciones. La primera es pasarte por aquí, que es de donde saqué la idea, y ver cómo se hacen. La otra opción, es ver el vídeo que dejo a continuación. Vídeo con el que, por cierto, inauguro el canal del blog en YouTube.

¿Te ha gustado esta manualidad para hacer con los peques de la casa? Pues echa un vistazo aquí, seguro que encuentras alguna actividad más que te guste.

07Ago/13

… del Parque Warner

Warner2

Hace unos fines de semana fuimos al Parque Warner de Madrid. Al principio yo tenía mis reticencias. Las cosas claras, en verano, con tanto calor, y con tres niños (uno de ellos muy pequeño para el Parque Warner), no es la época ideal. A mí me hubiera gustado ir en primavera u otoño, cuando no hace calor excesivo pero tampoco frío. Sin embargo, allí que no fuimos. Suerte que coincidió con el fin de semana más fresco de todo lo que llevamos de verano. Tanto es así que sobre las ocho de la tarde, a la sombra y con el airecito que se levantó, tuvimos hasta frío.

Warner1Fuimos con mis cuñados, sobrinos y suegros. Que los adultos sobrepasen en número a los niños nunca viene mal. Además, yo soy de las que no les gusta montarse en las atracciones, así que cuanta más gente haya dispuesta a hacerlo, mejor, más tranquila me dejan a mí.

Los niños estaban ya emocionados desde dos días antes. Habían visto el anuncio en la tele y estaban como locos por ver a Bugs Bunny, Silvestre, Piolín y compañía. Nada más entrar, una vez soportada la primera cola de tantas, ya te invade la magia del lugar. Y eso yo lo agradezco, que una cosa es no montarme en (casi) nada y otra no poder disfrutar de la visita. Me encanta sobre todo la parte dedicada a los más pequeños y la que recrea calles de Nueva York.

Warner4También cuentan con actuaciones, como la exhibición de baloncesto o el espectáculo de Loca academia de policía. Además, puedes ver coches con los personajes de la factoría Warner recorriendo el Parque e incluso podéis haceros fotos con ellos.

Para los días de más calor, os recomiendo llevar a los niños a la atracción del Oso Yogui. Vais a salir empapados de pies a cabeza. No exagero. Así que no os vendrá mal llevaros bañador, ropa de cambio y alguna toalla. La crema solar también se hace indispensable.

CONTRAS:

  1. Las colas. Hay colas para todo. Unas duran más que otras y, en algunas atracciones, te ponen el tiempo estimado que vas a tardar. Otra cosa es que se ajuste a la realidad.

  2. Salvo agua y comida para bebés, no está permitido entrar con comida. Los restaurantes ofrecen varios tipos de comida, pero son carillos.

  3. Para bebés hay muy poca cosa. Nosotros fuimos por los otros dos Trastos, porque el pobre del Peque acabó un poco harto.

  4. Nada más entrar en el Parque, ya estás viendo carteles que te dicen que puedes ir al día siguiente. Esto no siempre es posible o viene bien. Sin embargo, pagando unos 7 euros antes de irte a casa, puedes obtener una entrada para volver otro día no consecutivo. Esto ya no está tan a la vista. Nosotros nos dimos cuenta una vez en casa.

PROS:

  1. En todos los restaurantes hay microondas. Así se puede calentar el puré de los peques al gusto. Bueno… eso si conseguís entender al cacharro, que hay algunos que para calentar la comida sin que salga ardiendo hay que jugársela.

  2. En los baños hay cambiadores para los bebés. Esto siempre viene bien.

  3. Una cosa que nos gustó especialmente es que hay juegos, tipo tómbolas, en los que por 3 euros se obtiene premio seguro. A nosotros nos vino muy bien para que los Trastos se trajeran un recuerdo sin gastarnos una pasta. El tamaño del muñeco depende ya de la suerte.

Warner3Independientemente de si os gustan o no las atracciones, nadie puede negarle que el ambiente te arropa nada más llegar. Si vuestros hijos tienen edad suficiente para disfrutar de algunas atracciones, el Parque Warner es otro sitio más donde hacer una escapadita de un día. Y esa noche, a dormir del tirón.

15Jul/13

… de mandar al Mediano a buscar su bañador

Bañador

Mis Trastos se hacen mayores. Lo sé porque cada día hacen más cosas por sí solos, cada uno dependiendo de su edad. Lo veo en el Mayor cuando él solo se ofrece y se prepara su desayuno. A veces también el del Mediano. Lo veo en el Mediano cuando me incrusta el “¡¡¡yo solo!!!” en el oído. Lo veo en el Peque cuando da sus primeras carreras por el pasillo.

Dicen que está bien fomentar esa independencia, que les da seguridad en sí mismos, que les hace fuertes. Y el Tripadre y yo estamos totalmente de acuerdo. Él más que yo, todo hay que decirlo, porque cuando él se siente súper orgulloso yo me siento algo triste porque veo que poco o nada va quedando ya de aquellos bebés que se me dormían en brazos colgados a la teta.

Pero con todo el dolor de mi corazón y una inmensa alegría por lo bien que lo hacen a partes iguales, ahí me hallo alabándoles cada logro que consiguen. Por la edad, el que más metas está alcanzando ahora es el Mediano (va camino de 4 años). Se quita la ropa solo, empieza a vestirse solo también (aunque aún hay que ayudarle), se lava sus manos solo, cada vez necesita menos ayuda para comer (nada si se trata de un cuenco de helado), le encanta que le mande recados (como tirar el pañal del Peque a la basura) y aplaudirle cuando vuelve con la misión cumplida.

Así que el otro día, estando en mi pueblo, como quería meterse en la piscina que había montado mi tía para ellos, no se me ocurrió otra cosa que mandarle a buscar su bañador. ¿Dónde? Pues a la habitación donde estaba la ropa que se ponían a diario, con la maleta medio llena de ropa por un lado y medio llena de pena por tener que irnos al día siguiente por el otro, y donde tenía también la crema y los pañales del Peque. El bañador estaba en un silla a simple vista, nada más entrar por la puerta se veía.

Así que, después de haber pasado 5 minutos desde que mandé al Mediano a buscarlo y desde que él se fuera a la habitación todo dispuesto a volverse con el bañador, me extrañó mucho que no volviera con la prenda en la mano pidiendo ayuda para ponérselo “él solo”. Tampoco se oía ruido alguno. Esto ya de por sí debería haberme puesto sobre aviso. Ingenua de mí, pensé que el pobre seguramente se habría quitado pantalones y calzoncillos y estaría intentando ponerse, sin éxito, el bañador. Así que me asomé dispuesta a ayudarle en tan ardua empresa.

Él notó mi presencia antes que yo la suya (es lo que tiene ser tan delgado, que tengo que mirar dos veces para verle ;)) y me dijo “mamá, no encuentro el bañador… ¿me ayudas a buscarlo?”. Para cuando terminó la frase yo ya le había ubicado en la habitación. Estaba encima de la cama, justo en frente de la maleta, sacando la ropa cual dibujo animado y buscando desesperadamente su prenda de baño. Había ropa en el suelo, había ropa encima de la cama y había ropa volando por los aires. ¿Y su bañador? Pues encima de la silla, tal y como yo lo había dejado un rato antes.

Lo primero que se me vino a la garganta fue un grito en plan “¡Pero qué estás haciendo?”. Grito que al final quedó ahogado por un suspiro y un “mi vida, ahí no está. Está aquí, en la silla… Anda, ven, que te ayudo a ponértelo” muy resignado, pues caí en la cuenta de que le había mandado a buscar su bañador “a la habitación”, sin más. Mea culpa.

CONTRAS:

  1. Ellos aprenden a hacer cosas por sí solos. Los padres aprendemos a dar instrucciones claras. Con lo fácil que hubiera sido decirle: “el bañador está en esa habitación, sobre la silla. Si no lo ves, me llamas”. Cabezazos contra la pared.

  2. No vuelvo a dejar que mis hijos se acerquen a una maleta (abierta; de nuevo, mea culpa) hasta que tengan edad para conducir. Y aún entonces deberán demostrar que son capaces de pasar por su lado sin desmontarla.

  3. Hacer una maleta me cuesta horrores. Si es para volver a casa, me cuesta sudor y lágrimas. Sangre sólo si me pillo un dedo con la cremallera.

PROS:

  1. Muchas veces los padres nos enfadamos porque los hijos no hacen lo que nosotros queríamos. Será que yo ya voy por el tercero, pero me he dado cuenta de que los niños no son capaces de leernos el pensamiento. Antes de enfadarse es mejor pararse a pensar si dimos las indicaciones correctas. Yo lo he aprendido a la fuerza.

  2. Prefiero ayudarle a buscar su bañador que regañarle por intentarlo. Al fin y al cabo, fui yo quien no dio las instrucciones correctas. Y así, de paso, no mermo su autoestima. Quizás el día de mañana pueda mandarle a buscar una camiseta y no piense que no puede hacerlo.

Para terminar, os diré que mientras él se bañaba feliz en la piscina con sus hermanos y mi tía, yo me tuve que quedar a recoger la ropa, volver a ordenarla por tamaño y, de nuevo, a medio meterla en la maleta con más pena aún que la primera vez porque al día siguiente poníamos rumbo a casa y se nos acababa lo bueno.

10Jul/13

… de ser un niño delgado o no

Estamos en verano, época de poca ropa y lorzas al aire. Esto también es válido para los niños. Como ya dije en mis primeras entradas, mis tres Trastos son hijos de su padre y de su madre, aunque sean los mismos. El Mayor ha sido un niño normal, ni gordo ni flaco, normal. El Mediano ha sido y es excesivamente delgado (a pesar de que come bastante y de que está súper sano). El Peque es el más rellenito de los tres (aunque su percentil de peso no sobrepasa el 30).

Con estos datos que os doy hoy, el otro día en la piscina hubo quien insinuó que estaba algo gordito. El comentario no me lo tomé a mal, sobre todo porque quien lo dijo fue una persona que pasaba por allí y con la que no tengo relación ninguna.

El caso es que me hizo gracia que ahora me digan que el Peque está gordo cuando hace tres años me decían que fuera como alma que lleva el diablo corriendo al médico con el Mediano porque tanta delgadez era síntoma de enfermedad grave cuanto menos. Es más, me lo siguen diciendo. De nada sirve que les diga que él está sano o que no les haga caso. Los consejos bien intencionados siguen lloviéndome por doquier.

Una anda ya curada de espanto y les hace poco caso. Sin embargo, no deja de sorprenderme la facilidad de la gente para opinar y aconsejar a los demás. Yo soy incapaz de decirle algo parecido a una madre si ésta no me ha preguntado antes. Mucho menos si es para meterle miedo sobre la salud de su hijo. Yo sé que mis hijos están sanos. Y las palabras clave son “yo” y “sanos”.

CONTRAS:

  1. Si yo no me meto con esos niños, supuestamente sanos, que para merendar se comen la bolsa de gusanitos que tan alegremente le han dado sus padres; lo mínimo que habría de esperar es que no se metiesen con la complexión física de mis hijos.

  2. Llueve sobre mojado. Esto que hoy comento no es más que otro ejemplo de los consejos gratuitos que nos llueven a las madres (y padres, obviamente) dándonos donde más nos duele: la salud de nuestros hijos.

  3. Teniendo un hijo delgado y otro que tiene algunas lorcillas, creo que me va a tocar aguantar estos comentarios bastantes años más.

  4. Ojo, que esas “lorcillas” son las mismas que se os vienen a la mente cuando os imagináis a un bebé. Las mismas que tienen los bebés que salen en los anuncios. Vamos, que de gordo nada.

  5. Si fuera gordo, yo tampoco trataría de ocultarlo. Pero sigo manteniendo que eso sería un asunto familiar que nadie más atañe. Especialmente a un desconocido.

  6. ¿Y si estos comentarios los escuchan mis hijos? El Mediano ya va teniendo una edad en la que entiende lo que se dice. Seguro que muchos complejos estúpidos empiezan así, por un mal comentario.

PROS:

  1. Con el paso de los años y el nacimiento de mis hijos, puedo decir que no me asusto fácilmente ante estos comentarios. He aprendido a que me resbalen y darles credibilidad cero.

  2. Aún no he llegado al punto de contestar con una bordería, pero desde luego muchas veces es lo que tendría que hacer. Con lo tímida que yo era antes de ser madre…

Repito que mis hijos, los tres, están sanos. Y, si no fuera así, ya tendría yo bastante preocupación sin que nadie tuviera que meterme más en el cuerpo y, además, ya estaría yo buscando remedio para su enfermedad sin necesidad de que nadie me dijera qué es lo que tengo que hacer. Insisto en que, cuerpos a parte, la palabra clave es “sano”. Y su madre soy yo.