¿Te imaginas ir a un lugar con dragones, dinosaurios, romanos en cuádrigas, el genio de la lámpara, una orquesta, muchos animales del bosque y hasta la misma Blancanieves con los siete enanitos o el mismísimo Don Quijote con Sancho Panza? Pues ese lugar tan lleno de magia existe y está en la sierra oeste de Madrid. Se llama El Bosque Encantado y el nombre lo describe a la perfección.
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… de mi pueblo

En un lugar de Extremadura…
Tras pasar unos días en la playa, nuestras vacaciones no podían terminar sin pasarnos por mi pueblo. El Tripadre no tiene pueblo, a menos que Madrid pueda ser considerado como tal. Así que el pueblo de los Trastos es el mío. Allí viven una tía mía y mi abuela materna, a la que me siento especialmente unida desde que tengo uso de razón.
Si os digo que después de estos días en la playa tan atípicos, el paso por mi pueblo fue una bocanada de aire fresco me quedaría corta. Supongo que es algo común a todos los pueblos, pero hoy os voy a hablar del mío.
En mi pueblo el tiempo es un bromista y, aunque parece detenerse, lo cierto es que pasa muy deprisa. La hora normal de levantarse es más bien tarde. En mi casa no me levanto yo a las 11 de la mañana ni en el mejor de mis sueños. Se come a las tres o más tarde. La siesta es obligatoria. La merienda suele ser entre las 7 y las 8 de la tarde. Así que la cena ronda las 11 o las 12 de la noche. A la cama, si no quieres trasnochar, te vas a las 2 de la mañana. Las prisas se quedaron en la playa.
Mi abuela tiene una casa de las de antes, con sus muros de piedra que llegan, fácilmente, al metro de ancho. ¿Calor? Sólo si sales al huerto, donde el sol pega a rabiar. Cuando vivía mi abuelo, recuerdo el huerto lleno de cosas para sembrar. Especialmente habas, donde siempre había muchas mariposas. También había cabras, gallinas, perros, gatos, una mula y algún cerdo de vez en cuando. Ahora sólo quedan 3 gatas. Las flores siguen ahí, como siempre. Igual que los olivos, el pozo y la pila que usaban mi bisabuela y mi propia abuela para lavar la ropa.
Desde que mi abuelo no está, la casa y el huerto han sufrido transformaciones. Por ejemplo, en una esquina del huerto, donde antes sólo había más plantas, ahora hay un suelo de cemento pensado especialmente para poner una piscina en verano. Mis hijos la disfrutan como niños. Si no te quieres bañar, coges una silla, la pones bajo un olivo y allí, a la sombra y con el airecito, puedes disfrutar del chapuzón.
La casa se llena de risas y gritos (no voy a negarlo) como supongo que pasaba cuando íbamos mi hermana y yo hace ya tres décadas. Mi abuela y mi tía se lo perdonan todo a mis Trastos, como también hacían con nosotras.
Os voy a contar un secreto. Cuando era pequeña, no había en el mundo mejor lugar que mi pueblo. Sin embargo, en mi adolescencia odiaba estar allí, no por mi pueblo en sí, sino porque eso significaba estar lejos de las amigas (hay que ver lo tontas que nos volvemos sobre los 16 años). Cuando el Tripadre y yo nos hicimos novios, crucé los dedos para que le gustara mi pueblo. Y debí cruzarlos muy fuertemente porque, más que gustarle, le encantó. Y volvemos cada año. Como ya he dicho, primero como novios, después como recién casados, luego con cada uno de los Trastos.
Me alegra ver lo bien que nos lo pasamos todos allí. Mis hijos persiguiendo gatos y disfrutando de ese pedacito de naturaleza. El Tripadre menos pendiente del móvil, en parte porque la cobertura no es plena y en parte porque las prisas se quedan fuera de la casa, como por arte de magia. Y yo recordando lo bien que me lo he pasado siempre en la casa de mi abuela y disfrutando del momento. Y así, sin darnos apenas cuenta, han pasado los días y toca volver a casa. Hacer la maleta siempre es duro. En la despedida siempre hay lágrimas.
CONTRAS:
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He estado pensando algo que no me guste de mi pueblo y sólo puedo decir que el hecho de que los días más que correr, vuelan.
PROS:
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Allí se puede saborear cada momento del día. No hay prisa. Todo tiene otro ritmo más pausado.
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El Tripadre alguna vez me ha propuesto irnos de acampada. Yo paso. No me atrae en absoluto porque para ir a la naturaleza y respirar aire puro ya está mi pueblo. Y además, están mi tía y mi abuela.
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Me enorgullece que mis hijos puedan disfrutar de lo mismo de lo que yo disfruté cuando era niña. Cierto que no hay tantos animales y que no está mi abuelo, pero aún así sigue siendo mi rincón escondido del mundo.
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Mi tía y mi abuela, a la que sólo vemos en verano y en Navidad, están allí.
Bueno, seguro que ahora entendéis por qué me atrae tanto plantar cosas, enseñarles a mis hijos de dónde vienen las verduras y hortalizas, por qué no les digo que no a tener caracoles en casa (por cierto, ahora tenemos también dos saltamontes) y por qué tenemos intención de seguir yendo cada verano a mi pueblo.
Y vosotros, ¿también tenéis pueblo o un rinconcito especial donde volvéis cada año?
… de tener peces

Hembra adulta de molly nacida en casa.
Como ya comenté cuando os hablé de nuestros caracoles (que, por cierto, ahora son tres, pues hace poco apareció otra de las abuelas con el tercero), en casa tenemos peces. Ovovivíparos en general y mollys y platys en particular. Fueron los primeros seres vivos en entrar en casa después del Tripadre y yo. Aunque, por aquel entonces, ni éramos padres ni estábamos casados. Estábamos preparando la boda y yo tenía trabajo remunerado fuera de casa. Cómo han cambiado las cosas desde entonces…

Hembra adulta de molly.
Empezamos, creo yo, como todos: mezclando especies porque nos parecían bonitas. Así convivían escalares con guppies. Hasta una vez tuvimos un beta. Lo de las plantas también fue un poema. El caso es que me puse a trastear por Internet y aprendí un montón en los foros de peces. Cuando dejé de trabajar (fuera de casa, se entiende), toda mi atención se la dedicaba a los peces. Leía, me informaba, aprendía y lo ponía en práctica con mi propio acuario. Y así, a base de prueba y error, es como aprendí lo que sé ahora. Que ignoro si será mucho o poco, pero a mí me sirve ;).
El caso es que, con la llegada de los Trastos, fui dejando de lado el acuario. Y, oh, sorpresa, fue cuando mejor ha estado. ¿Por qué? Ni idea, sigue siendo un misterio. Cuando el Mediano empezó a ir a la guardería, lo puse un poco en orden: cambié la arena, podé las plantas, compramos nuevos inquilinos… Teníamos un acuario estupendo. Poco antes de mudarnos de casa, casi al tiempo en que llegó el Peque, empezaron a criar. Increíble. Lástima que sólo sobreviviera uno de aquellos pequeñajos a la mudanza.

Alevín de molly nacido en casa.
Y ahora, en la casa nueva, la historia ha vuelto a repetirse. De nuevo, tenemos crías. Uno alevines preciosos de molly. Tenemos tres y sólo puedo decir que es emocionante verles crecer en el acuario. Aunque es cierto que ya no les dedico tanto tiempo como antes, siguen apasionándome de la misma manera, sólo que me he dado cuenta que, cuanto menos intervenga, mejor (obviando, claro está que haya un problema: subida de nitratos o nitritos, filtro que no funciona, etc.).
¿Y los Trastos? Pues encantados con sus peces. Cuando eran bebés, les encantaba pasarse el rato mirando a los peces de colores nadar de acá para allá. Además, les dan de comer y les gusta ver que los peces también tienen bebés.
CONTRAS:
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Ponerlo en marcha desde cero es una lata. Primero hay que llenarlo de agua y después esperar casi un mes para poder meter los primeros peces.
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Hay que vigilar que todo vaya bien. Aunque no lo parezca, el equilibrio necesario para que los peces vivan bien es muy delicado. Así que, de vez en cuando, hay que controlar lacalidad del agua, renovarla, echar fertilizante a las plantas (si es necesario), etc.
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Si los peces están a gusto, pueden criar en exceso (el acuario es un espacio limitado).
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Los peces son animales, por tanto, también enferman.
PROS:
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Los peces son animales que exigen cuidados mínimos: no hay que vacunarles, ni sacarles a hacer sus necesidades…
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Los acuarios son decorativos. A media luz son realmente preciosos.
Macho adulto de molly.
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Es emocionante ver cómo nacen, crecen y se reproducen. Yo llegué a contar las semanas de embarazo de las hembras para estar pendiente de su camada.
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Algunas tiendas, recogen peces nacidos en acuarios domésticos (con cierto tamaño, eso sí) y a cambio te pueden dar comida u otros peces. Genial si te gusta criar, pues hay que renovar la sangre para que no procreen entre sí hermanos o los padres con los hijos…
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Como con los caracoles, se puede aprovechar el momento de echarles de comer para que lo hagan los más peques. Es una responsabilidad que les encantará… al menos, a los míos les chifla echarles la comida y ver cómo se la comen :D.
Las fotos que aparecen en esta entrada son todas hechas por mí de peces de mi acuario. Os puedo asegurar que en vivo son más espectaculares ;).
… del Safari Madrid
Empieza la época del buen tiempo, (sí, sí, aunque no lo parezca) hay que aprovechar para salir con los niños. Hoy vengo a hablaros del Safari Madrid. Nosotros fuimos el año pasado, a finales de verano, cuando no hacía mucho calor y el frío aún no había llegado.
Es un sitio donde el coche es indispensable. Indispensable para llegar e indispensable para poder ver a los animales. Por lo que hay bastante sitio donde aparcar. Nada más llegar, nosotros nos fuimos a hacer el safari. Los animales están sueltos y se acercan al coche (¡vaya si se acercan!). En el mismo recinto, puedes comprar zanahorias para darles de comer o llevarlas de casa. Nosotros las compramos allí. Para darles las zanahorias a los animales hay que seguir las recomendaciones, a saber: no abrir la ventanilla en exceso, tan sólo el hueco necesario para que pase la zanahoria. Esto es muy importante, ya os daréis cuenta en cuanto veáis los dientes que tienen los “animalitos”.
Darles de comer es muy fácil, pues ya están acostumbrados y se acercan al coche que da gusto. Las zanahorias las empezamos dando el Tripadre y yo, luego se animaron los Trastos. Curiosamente, el más lanzado fue el Mediano, qué habilidad para darles la zanahoria por la ventanilla. Al Mayor le costó un poco más porque se asustó un poco al ver tantos animales rodeando el coche y sus pedazo de dientes… El Peque aún era bebé, así que de poco se enteró.
A parte del itinerario del safari, hay un corralito con cabras que a los más pequeños les entusiasmó. Pueden entrar dentro y acariciarlas. A mí, que me crié entre las cabras que tenía mi abuelo en el pueblo, no me llamó mucho la atención, pero a mis hijos (que no habían visto una cabra de cerca) sí.
Además, hay espectáculos de aves rapaces. Una maravilla si os gustan ese tipo de animales. Algunos bajan volando de las montañas y es una pasada ver cómo se acercan y aterrizan justo en el sitio indicado o ver cómo se elevan en círculos hasta alcanzar alturas casi de avión. Y, por supuesto, exhibiciones de serpientes. Mis hijos se quedaron tan embobados mirando que a punto estuve de traerme una serpiente para sustituir a la tele, a ver si así se quedaban sentados en el sofá más de 10 minutos ;).
Por último, hay una especie de mini zoo con animales que han sido recogidos tras entrar de forma ilegal en el país. Son muy bonitos, sí, pero a mí me dio pena pensar que habían sido rescatados y lo mal que lo habían pasado hasta entonces (contrabando, hacinados en jaulas y cosas parecidas).
Para comer, hay en el mismo recinto un puesto donde picar algo pero, si quieres comer, hay que salir hasta un restaurante cercano que, si no entendí mal, también pertenece al Safari.
CONTRAS:
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Es un sitio con mucha tierra y el coche acabará sucio. No obstante, si sois aficionados a hacer fotos, os aconsejaría llevar los cristales bien limpios. De lo contrario, vuestras preciosas fotos del león o la cebra va a salir horrorosas con los lamparones de los cristales. Lo digo por experiencia. Si además hace sol, entre las manchas y el reflejo del sol lo vais a tener crudo para sacar una buena foto.
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Para los espectáculos de las rapaces, es mejor no apurar hasta el último momento (como nos pasó a nosotros). De lo contrario, todos los sitios a la sombra estarán ocupados y os tocará aguantar al sol. Ni os cuento lo que pasamos el Peque y yo porque, además, le tuve que dar el pecho en pleno vuelo del halcón.
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Llevaos botellas de agua de casa. Si hace calor, echad un par más. Allí venden, claro, pero yo creo que es mejor llevarlas de casa. Podéis pasarlas sin problema.
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Algunos animales están bastante alejados del paso de vehículos, así que tienes que hacer un esfuerzo por imaginártelos (nos pasó con los leones y la jirafa). Pero bueno, se supone que están en medio libertad, así que es normal que algunos estén más cerca que otros.
PROS:
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Puedes entrar y salir del recinto sin problema. Te vas a comer cuando quieras y vuelves cuando quieras también.
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El restaurante está muy bien situado, cerca de un lago y con mucha sombra. Estupendo para descansar después de comer. Además, tiene columpios para que los más peques se desfoguen. Os garantizo que se dormirán en el coche de camino a casa.
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Es una experiencia única para los peques. Tened en cuenta que en el zoo (que sería lo más parecido), los animales no se ven tan cerca.
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A parte de los animales, se pasa el día en la naturaleza. Y esto es algo que a todos los niños les encanta.
Bueno, pues esta fue nuestra experiencia. ¿Alguno de vosotros habéis ido? ¿Qué os pareció? Si se me ha olvidado algún contra o pro, estaré encantada de que me des el tuyo ;).