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05Jul/13

… de mi última clase de conducir

Coche autoescuela

El pasado día 18 de junio, por fin, di mi última clase de conducir. No me lo creo ni yo. Quién me iba a decir que podría coger el coche como cualquier otra persona teniendo en cuenta mi amaxofobia inicial. Ha sido un camino duro. He tenido que enfrentarme a mis propios miedos, mirarles a la cara y gritarles: “¡no vais a poder conmigo!”. Ha sido un camino de superación personal.

No tenía que demostrarle nada a nadie, pero lo he hecho. Me he demostrado a mí misma que todo es cuestión de proponérmelo. He demostrado a mis hijos que no hay que dejar que nuestros miedos nos condicionen, que tener miedo es normal, pero lo que nos convierte en valientes o cobardes es nuestra manera de enfrentarnos a aquello que nos asusta.

Soy consciente de que aún me queda mucho camino por recorrer (nunca mejor dicho) porque ahora lo que me toca es practicar. Pero la base ya la tengo. Mi ya ex profesor de autoescuela se dio cuenta. Me dijo que se me notaba más soltura al volante. Ya no me asusto tan fácilmente ante lo que pueda encontrarme en la carretera y que reacciono muy bien ante los típicos imprevistos de la carretera (peatones que saltan al paso de cebra, coches mal aparcados en doble fila, cruzados en glorietas, etc.).

Ahora siento que soy yo quien controla al coche y no al revés. Ahora no me pongo nerviosa al conducir. Ahora me siento algo más realizada como persona y también algo menos inútil, tengo que reconocerlo.

CONTRAS:

  1. Ahora hago más recados que antes: ir a hacer la compra, comprar un regalo, etc. El Tripadre está encantado.

  2. Tengo que empezar a salir a autovías y carretas porque las incorporaciones y la velocidad me siguen intimidando. Sin embargo, sé que sólo tengo que practicarlo. Lo mismo me pasó con las glorietas y ahora ya no me dan tanto respeto.

PROS:

  1. Poder llevar a mi hijo (cualquier de ellos) al médico cuando se han puesto malitos, sin tener que depender de alguien que me lleve, es una de las mejores cosas que he hecho al volver a conducir.

  2. Poder ir a comprar sin depender del Tripadre es fantástico. Y, en cuanto solucione lo de las incorporaciones a la autovía, podré ir a más sitios :).

  3. Cuanto más conduzco, mejor lo hago. Los dichosos consejos al volante están descendiendo. Lo que también me ayuda a tener más confianza en que puedo conducir bien.

  4. Como dije antes, me siento menos inútil. No es que quien no conduzca sea inútil, ni mucho menos. Pero recordad que yo tenía el carné cogiendo polvo desde hacer más de diez años en un cajón y eso es lo que me hacía sentir mal.

A raíz de todas estas entradas contando mi problema al conducir y cómo lo he ido superando poco a poco, habéis sido muchas las personas que me habéis dicho que algo parecido os había pasado. Si hay alguien por ahí con este problema, desde aquí quiero animarle a volver a la autoescuela. Es posible volver a conducir.

También habéis sido muchos y muchas quienes me habéis felicitado y animado en mis peripecias al volante. A todos vosotros, mil gracias pues muchos días, cuando creía que no podría superar mis miedos, habéis conseguido que me sentara otro día al volante dispuesta a poder con todo. No sabía yo que podía sentirme tan arropada a través del blog y las redes sociales :-).

Y, por supuesto, gracias de todo corazón al Tripadre. El primero en confiar en mí y en animarme para poder superarme a mí misma. Gracias por creer en mí, solete.

Y ahora, ¡a seguir practicando! 😉

24Jun/13

… de los consejos gratuitos al volante

Lerda al volante

Como sabéis, tenía amaxofobia (miedo a conducir). Lo digo en pasado porque, a fecha de hoy, miedo no tengo, ya no hay sudores fríos, revolución en el estómago o temblores mezclados con cierta parálisis. Hoy lo que tengo es falta de práctica.

Para acabar con ella, intento coger el coche todo lo que puedo, sobre todo, dentro de mi municipio porque he salido pocas veces a la autovía. ¿Qué queréis que os diga? Aún me asusta un poco ir tan deprisa y, sobre todo, las incorporaciones. Pero sé que a fuerza de hacerlo, iré cogiendo confianza.

El caso es que muchas veces no voy sola conduciendo. Voy con alguien en el asiento del conductor. Y, aunque cada vez me pasa menos (especialmente con el Tripadre), he tenido (tengo) que oír muchos consejos y algunos de ellos me molestan un poco. Como he vuelto a conducir, estoy como recién salida de la autoescuela, lo que parece ser igual a ser algo lerda.

Voy con los ejemplos para que me entendáis mejor. Ejemplo 1: como aún le tengo respeto al embrague (aunque ya casi no se me cala el coche, un hurra por mí), tardo en mover el coche una vez arrancado el motor. Así que prefiero pegarme a la puerta del garaje para que no le dé por cerrarse cuando consigo empezar a mover el coche. Bueno, pues ahí está el “¡¡¡que te das!!!” que me asusta casi más que si me hubiera llegado a dar. Cosa que, por cierto, aún no ha pasado.

Ejemplo 2: cuando aparco en casa, hay una pared enfrente. Como aún no calculo muy bien el morro del coche, tomé la referencia de un bordillo que tenía a la altura del hombro. Así que cuando aparco en el garaje, una vez cuadrado el coche en la plaza, miro a mi izquierda hasta que mi hombro está a la altura del bordillo. Una vez más, se oye el “¡¡¡para ya, que te das!!!” o, en el caso de mi padre, el “¡¡¡soooooooo!!!”, sí, habéis leído bien. Por cierto, tampoco me he dado nunca contra esa pared.

Ejemplo 3: como aún estoy cogiendo confianza con el coche, empecé yendo muy lenta. No pasaba de segunda. A lo largo de estos meses, he ganado velocidad y llego hasta tercera :). Creo que mi récord está en 40 km/h en ciudad. No necesito más. Aún así hay quien me llama “lentita al volante”.

Ejemplo 4: la mayoría de los que sientan a mi lado en el coche, son asiduos conductores. Lo de ir de copiloto lo han hecho poco. Pues siempre me están diciendo que me pego demasiado a la derecha. Puede que sea verdad, al fin y al cabo, mi referencia está al lado derecho del coche, lo de ir al volante es nuevo para mí. Pero no puedo evitar preguntarme si efectivamente me pego mucho o si es que ellos también se guían por la referencia de ir siempre conduciendo (lado izquierdo) y por eso se les hace que voy demasiado a la derecha. Aclaro también que, hasta hoy, no me he llevado ningún espejo de los coches de mi derecha.

Ejemplo 5: al igual que me falta práctica al conducir, también me falta práctica al aparcar. Intento guiarme por las indicaciones que me dio mi profesor de autoescuela y, la mayoría de las veces, funciona y aparco sin problema. Pero a veces, especialmente si tengo mucho hueco, me falla la referencia y me cuesta más aparcar. Si voy sola, intento visualizar cómo está el coche y la maniobra que tengo que hacer para aparcarlo. Me lleva un rato, pero lo suelo conseguir a base de maniobras y de la prueba y error. Si voy con alguien, empieza a darme indicaciones sin explicación (“gira todo el volante a la derecha… ahora a la izquierda… ¡no tanto!… gira mientras mueves el coche… no hace falta que lo pares… ahora hacia delante…”). A parte de ponerme nerviosa, no sé lo que estoy haciendo. Sigo las instrucciones y aparco, pero cuando salgo del coche no he aprendido cómo lo he hecho.

CONTRAS:

  1. Como he dicho, estos consejos gratuitos no me aportan nada.

  2. Muchas veces, lo único que consiguen es ponerme nerviosa y, algunas veces, hacerme sentir estúpida e inútil.

PROS:

  1. Obviamente, no todos los consejos son molestos. Algunos me ayudan mucho a la hora de conducir. Pero esta entrada trata de los consejos que no me gustan nada.

Estos consejos gratuitos los oigo bastante a menudo. En muchos aspectos, no sólo al conducir. Otro día os hablo de los otros, que tampoco tienen desperdicio.

Por el momento, sigo practicando con el coche, ahora que creo haber superado mis miedos. Mi próximo objetivo es salir a la autovía. Y, como mi sentido de la orientación deja mucho que desear, creo que por mi cumpleaños voy a pedirme un aparatejo de esos para no perderme. Que hable, eso sí, que aún no estoy preparada para quitar la vista de la carretera. Quizás estas Navidades pueda ir yo sola a por los regalos de Reyes, para delicia y gozo del Tripadre. Os seguiré contando ;).

15Mar/13

… de la amaxofobia

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ACLARACIÓN: esta entrada está basada en hechos reales. Cualquier parecido con la ficción es pura casualidad. Por favor, que no se ría nadie… más de lo necesario.

Me tapo los ojos y digo con voz clara: soy amaxofóbica. Esto es, sufro de amaxofobia. ¿Y esto qué es? Seguro que muchos no la habéis oído en la vida. ¿Y si os digo que es, simple y llanamente, miedo a conducir? Ahora sí, ¿verdad? Pues eso. Que es ponerme delante de un volante, qué digo ponerme, imaginarme, y las piernas empiezan a temblarme, sudores fríos y escalofríos recorren mi cuerpo. Ansiedad al máximo.

Ahora que lo habéis entendido, pensaréis que no tengo carné de conducir porque, claro, teniendo en cuenta todo esto, es imposible que haya podido hacer el examen práctico. Pues bien, sí que lo tengo. Nuevecito. Nuevecito éste y nuevecito el que tuve que renovar. Qué poema el psicopráctico que tuve que hacer para la renovación.

– ¿Cuántos kilómetros se hace usted al año?

– ¿Yo? Uy, muy muy pocos. Ahora mismo no le sabría decir…

– ¿Por carretera o poblado?

– De municipio a municipio, básicamente.

– ¿Y no podría darme una cifra?

– Ufff, yo qué sé… ¿Al año? Ponga cien…

Y todo por no reconocer que desde que me saqué el carné no he conducido más de 5 días juntando todas las horas. No fuera a ser que no me renovaran el carné y tuviera que volver a examinarme. No por tener que repetir trámites y pagarlos, que también. No, más bien porque con el pánico que le he cogido al coche me sería imposible volver a hacer el examen práctico.

Alguno habrá que piense que entonces el miedo me viene de algún accidente, más o menos aparatoso, que haya tenido después de sacarme el carné. Pues no. Tampoco. Yo es que a veces soy así de rara. Esto es un círculo vicioso: estás un tiempo sin coger el coche, lo coges y te pones nerviosa porque hace bastante que no lo coges, así que retrasas todavía más la siguiente vez que te sientas a conducir y, cuando lo haces, estás más nerviosa que la última vez. Así que llega un día en que te das cuenta de que te es físicamente imposible conducir porque eres una estatua temblorosa al volante. Eres un peligro andante… andante si es que consigues que el coche se mueva, claro. Si a esto se le añade que la última vez que conduje se me caló el coche unas 20 veces (y os aseguro que no exagero) en un cruce, con esos pitidos maravillosos de otros conductores animándome, pues ya tenemos el pánico asegurado.

Por si esto no fuera suficiente, quiero recordaros que, con el paso de los años, las personas a mi cargo han ido aumentando y el hecho de tener que llevar a tres niños en el coche tampoco me ayudaba a calmar los nervios.

Así que en este 2013 me he marcado unos propósitos de año nuevo muy concretos. Y muy realistas, creo. Uno de ellos era volver a conducir. Así que tras la vuelta de los mayores al colegio, ni corta ni perezosa me puse a buscar una buena autoescuela como quien busca su primer piso.

– Así que hace mucho que no conduce…

– Sí, así es.

– Entonces quiere clases de reciclaje.

– No. Bueno, eso también, para refrescarme la memoria y volver a coger hábito con las marchas, que buena falta me hace… Pero lo que yo buscaba era más bien clases dirigidas a quitarme el miedo a conducir. Lo del reciclaje vendrá después, ¿no le parece?

– Pero usted tiene miedo porque hace mucho que no conduce…

– Más bien no conduzco porque tengo miedo…

– … entonces necesita clases de reciclaje.

– Ya… bueno, vale… deme precios y el número de teléfono. Ya les llamaré si me decido…

– Muy bien, aquí le apunto el coste de las clases de reciclaje, IVA incluido.

– Grrrr…

Esta conversación se repitió en varias ocasiones. A ver, chicos de autoescuela. Que no es lo mismo clases de reciclaje que clases especiales para quitar el miedo a conducir. Al final di con una que tenía un gabinete de amaxofobia. ¿Y esto qué es? Porque dicho así queda muy de alto copete… Pues bien, consiste en que das una primera clase práctica de evaluación para ver hasta dónde llegas (si eres capaz de arrancar el coche, moverlo, etc.) porque en esto, como en tantas otras cosas, hay grados, amaxofobias leves y otras más profundas. Además, hay un profesor que habla contigo para ver exactamente a qué tienes miedo. Si lo consideran, te pasan a hablar con un psicólogo (yo esto me lo ahorré porque mi miedo no provenía de un accidente y yo sabía exactamente a qué le tenía miedo, tenía las situaciones muy claras en mi cabeza). Después das clases prácticas con otro profesor dirigidas a controlar esas situaciones en las que te sientes insegura para que adquieras seguridad al volante y dejes los nervios a un lado… o los tires por la ventana, directamente.

Yo ya llevo 5 clases prácticas. Soy capaz de arrancarlo y conducir. Tenía pánico a que se me calara el coche. Ahora se me cala y ya ni me pongo nerviosa. Me queda coger soltura con el cambio de marcha. Y coger velocidad, que en autovía me cuesta llegar a los 120 km/h casi tanto como conseguir que los mayores vean una peli de principio a fin. De momento, no he conducido sola, pero sé que ese día está cerca. Ya os avisaré para que no salgáis a la calle. De mis peripecias al volante, os hablo otro día.

CONTRAS:

  1. La dependencia. Siempre que es necesario ir a un sitio, aunque yo tenga tiempo para ir, siempre tengo que llamar a alguien para que me lleve. Y, por supuesto, acomodarme a los horarios en que esa persona pueda acercarme al sitio en cuestión. Si se trata del Tripadre, la cosa queda en casa. Pero si tengo que recurrir a abuelos o tíos, me angustio.

  2. Veo el coche en la puerta, sé que tengo carné y que, en teoría, puedo conducirlo. Pero en la práctica me cuesta horrores darle al contacto. Sensación de ser inútil total.

PROS:

  1. Nunca voy sola a ningún sitio. Ni al médico ni a comprar un regalo.

Por cierto, después de la primera clase, les dije a mis hijos que esa mañana mamá había cogido el coche. El Mediano se levantó, miró por la ventana y dijo: “¿Y dónde lo has puesto, mamá?”. Pa’ comérselo.