Ya os he contado alguna vez la pasión que hay en casa con los dinosaurios, especialmente desde que fuimos a Dinópolis Teruel. Para muestra, la tarta de dinosaurio del Mediano el año pasado. Así que ahora vivo rodeada de balones, coches y dinosaurios. Y está bien que jueguen con estos juguetes, pero lo que no me gusta es que los muebles se conviertan en su hábitat. Por eso decidí crear un espacio sólo para ellos: la caja de dinosaurios.
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… de las tiritas para muñecos
Tener hijos es igual a tener el botiquín lleno de apiretales, dalsys, agua oxigenada y tiritas. El paracetamol para adultos puede faltar llegado el caso, pero no cualquier cosa necesaria para realizar una primera cura en casa a un miembro de tu progenie.
El curso pasado, el Mediano se hizo en el cole una brecha en la cabeza producida por una caída y golpe en barandilla. Le pusieron tres grapas. ¿Lloró? No, para qué, si su madre no estaba delante. Eso sí, ya en casa, la cura con un poco de betadine en un algodón provocó ríos de lágrimas desconsoladas. Y ahí estaba yo, debatiéndome entre curarle a besos (si se dejara, claro) o pasar de quien no llora por las grapas pero sí por el algodón. Para tranquilidad de todos, se curó estupendamente y, a parte de la consecuente cicatriz en la cabeza, no hubo mayores repercusiones.
El caso es que le pusieron una venda en la cabeza. Menudo espectáculo. Se veía más venda que cabeza y todo para tres grapillas. Y, como no podía ser de otra manera, a su osito, ése al que más quiere de entre todos los que hay en su cama, también tuve que ponerle una venda. Y, oh, sorpresa, parece que mi hijo se calmó un poco. Es como si al ver a su osito de la misma guisa que él, ya no le doliera tanto… el dolor compartido duele menos.
Pues desde el curso pasado ando yo dándole vueltas a esto. No sé si a vuestros hijos también les pasa. Supongo que sí. Es curioso, ¿verdad? En mi caso, no es la primera vez que me doy agua oxigenada en la mano para que vean que no pasa nada y me dejen curarles la herida de turno. Con la crema de los chichones, al principio, lo mismo: acababa dándomela yo.
Tampoco es la primera vez que he tenido que ponerles tiritas, aunque no las necesitaran, para que me dejaran curarles más tranquilamente. Bueno, pues aquí es dónde yo quería llegar. A las tiritas. Y es que el otro día vi esto a través de Pinterest (where else? parafraseando al famoso anuncio) esta genial idea para hacer tiritas… ¡a los muñecos!
Se necesita poca cosa: fieltro, velcro (ambas caras) del que se pega (o tendréis que coser más), aguja, hilo y tijeras. Lo siento pero si queréis que vuestras tiritas sean lo más reales posibles, os va a tocar coser. La idea es recortar el fieltro con forma de tirita y unirlo al velcro. De esta manera, el velcro se pegará a la tela del muñeco. Pero como hay telas en las que no pega, utilizamos la otra cara del velcro y, como éste es de pegar, pegamos primero una parte del velcro al muñeco y encima ya podemos poner la otra parte, la de la tirita en sí. Os lo cuento mejor en el vídeo que hay al final y que ya está también en el canal de YouTube del blog.
CONTRAS:
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En esta manualidad, hay que coser. Lo siento pero hay que sacar la aguja. Aunque ya os digo que no hace falta ser expertas costureras para coser el rectángulo.
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El velcro de pegar es difícil de coser porque, al meter la aguja, a ésta le cuesta atravesarlo por el pegamento que lleva el velcro.
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Aunque el velcro puede ser de cualquier color, para el fieltro yo os recomendaría marrón, que es el color más parecido al de las tiritas de toda la vida.
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Como vais a estar con aguja, no recomiendo que los niños participen en esta manualidad. Pero una vez más, sois vosotras las que conocéis a vuestros hijos, si son capaces o no de no tocar la aguja.
PROS:
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Precisamente porque el velcro tiene pegamento en una cara, hay que coser menos que si no lo llevara. Así que, como también se puede utilizar el velcro normal, os dejo a vuestra elección cuál preferís usar.
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Una lámina de fieltro es barata. Y el poco de velcro que se necesita (sea del que sea y aunque se necesiten ambas caras) tampoco es caro. La aguja y el hilo doy por sentado que ya tenéis en casa.
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Se tarta poco tiempo en hacer. Menos aún si sois ágiles con la aguja.
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A los niños les encanta ver a sus muñecos con las tiritas. No hace falta que me creáis. Haced la prueba en casa y luego me contáis ;-).
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Os va a sobrar material seguro. Así que no hay problema en hacer más tiritas si alguna se pierde o extravía.
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Podéis hacerlas más reales aún pintándoles puntitos con un rotulador de punta fina.
Ahora sólo falta guardar las tiritas hasta nuevo aviso. Para no extraviarlas, yo las he puesto junto a las de verdad. ¿Qué os ha parecido la manualidad de hoy? ¿Os animáis a hacer estas tiritas para los muñecos de vuestros retoños? Si tenéis alguna duda, preguntádmela en los comentarios. Yo os la intentaré resolver. Y si queréis ver más juguetes caseros sólo tenéis que pinchar en el enlace ;-).
… de la botella maraca que esconde tesoros
Hoy vuelvo con otro juguete casero DIY a más no poder. Como su propio nombre (inventado por mí, todo he de decirlo) indica, es una botella que esconde tesoros que hay que descubrir, pero también suena cual maraca.
De nuevo, se necesita poca cosa: una botella o recipiente similar (resistente a los golpes y que no se rompa o que, si lo hace, no suponga un peligro para el niño), arroz, tesoros y pegamento o silicona. La idea consiste en echar a la botella juguetitos pequeños, como los que salen en los huevos sorpresa, o cosas como ojos saltones de manualidades, botones pequeñitos con alguna forma divertida, etc. Se rellena de arroz, pero no del todo, para que se pueda mover con facilidad. Yo eché también algo de brillantina, pero reconozco que no tuvo el efecto espectacular que pensé que tendría, así que no recomiendo echarla.
Para finalizar, se pone pegamento o silicona en el tapón y se cierra. Así evitamos que los peques puedan abrir el tapón y se desparrame todo el arroz y demás tesoros. O peor aún, que acaben en sus boquitas y se atraganten. Esperamos un tiempo a que haga efecto y ya está lista para jugar.
CONTRAS:
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Al ser de plástico la botella y al no estar hasta arriba de arroz, con el uso, se va aplastando y se deforma. Es algo más visual que otra cosa, pues sigue ejerciendo su función como juguete a la perfección.
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A mí me costó encontrar “tesoros” que cupieran por la abertura de la botella. Para paliarlo, eché hasta clips. Se me ocurre que, entre tanto arroz, también se puede echar algún garbanzo, una concha pequeña o una piedrecita oscura. Al final, se trata de encontrar cosas entre tanto arroz.
PROS:
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Lo pueden usar los bebés grandes (al Peque le encanta moverla para hacerla sonar como maraca) y los niños algo más grandes (como mis Trastos mayores) para encontrar los tesoros escondidos.
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Cuando ya no dé más de sí el juguete, se abre (con unas tijeras si no conseguís abrir el tapón) y, tal como está, se echa el contenido en otra botella nueva. Sólo hay que pegar el tapón para volver a tener una botella maraca esconde tesoros nuevecita ;).
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Cuando lo vio mi madre pensó que no duraría más de dos telediarios. Estaba convencida de que, a la primera que se cayera al suelo, se rompería y el arroz saldría disparado por todo el suelo. Bueno, pues yo he perdido la cuenta de las veces que se ha caído la botella y el arroz sigue dentro.
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El juguete ocupa poco espacio y, aunque pesa, tampoco es algo excesivo. Recordad que un bebé de un año es capaz de jugar con la botella y hacerla sonar.
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Yo lo he hecho con arroz, pero ahora que es tiempo de vacaciones a la orilla del mar, supongo que también se puede hacer con arena de playa.
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A diferencia de la carretera de tela (que parecía más para niños), este juguete sí que sirve tanto para niños como para niñas ;-).
Como veis, esta botella multiusos es otro juguete barato, que se hace con cosas que hay en casa. Si se rompe, es fácilmente reemplazable por otra igual. Si se pierde, tampoco es algo valioso. Al llegar a casa se puede hacer otra igual.
Cuando queráis mantenerles tranquilos un ratito, dadles la botella a vuestros retoños y decidles que busquen lo que hay escondido entre el arroz. Un ratito sentados os aseguro que estarán. Sobre todo si hay algún tesoro que se les resista a aparecer. Mi sobrina estuvo un buen rato buscando el ojo saltón.
Aunque versiones en Internet de esta botella hay unas cuantas, yo tomé la idea de aquí. Y como siempre os digo, si os animáis a hacerla, acordaos de volver a contarme cómo os fue el invento.
… de hacer una carretera con un pantalón
El juguete de moda en casa no lo hemos comprado en ninguna tienda. Tampoco nos lo ha regalado nadie. Ni siquiera nos ha tocado en un concurso o similar. El juguete que triunfa (de momento) en casa es un DIY (do it yourself) en toda regla. Fácil y barato. Y echo con estas manitas que ahora mismo teclean. Da igual lo torpe que os consideréis en manualidades o parecido, podéis hacerlo. Y vuestros hijos van a disfrutarlo seguro. Y, sí, en este caso uso el masculino con conocimiento de causa, no es su uso genérico. Lo siento, es lo que tiene tener tres niños. Pero las madres de niñas que no se echen para atrás. Seguro que podéis amoldar la idea a los gustos de vuestras retoñas (mirad en los pros finales ;)).
Con todo el lío del cambio de armario, siempre aparece ropa que ya no se va a usar, bien porque está rota o destrozada o bien porque ya no vale de talla. Cuando el calorcito tuvo a bien aparecer para quedarse, al revolver el armario, aparecieron unos pantalones del Tripadre rotos por la rodilla. Los tenía guardados para ponérselos en casa, cuando ejerciera de manitas. Ejem. Pero nunca les dio ese uso. Así que los usé yo, jejeje…
Lo primero que hay que hacer es cortar la tela de una pierna dejando a un lado las costuras verticales. Y se guardan para después. Con la tela ya cortada, está lista para usar. Tomamos como medida uno de los coches con los que más jueguen los retoños. Se usa el ancho de referencia y, a partir de ahí, se corta la carretera, con espacio para dos coches. Yo decidí cortar una carretera recta, otra con media curva, otra con curva de 180º y un cruce de cuatro (forma de cruz). De las rectas corté cuatro; del resto, dos. Luego sólo hay que dibujar los carriles con un rotulador. Ya están las carreteras. Más fácil imposible. Y eso usando sólo con las tijeras.
Para guardarlas, se puede usar una bolsa de plástico o cualquier otra bolsa o bolso que tengamos en casa rondando. Sin embargo, también se puede usar el mismo pantalón. Yo cogí el bajo de una pierna, la que quedaba entera, a suficiente altura como para que cupieran las carreteras y algún coche. Cosí la parte de arriba, que luego sería el fondo de la bolsa (dejando el dobladillo del pantalón abierto). Luego, por la parte del dobladillo, que es la abertura de la bolsa, le cosí la costura que reservé a modo de asas. Para rematar y evitar pérdidas de carreteras y coches, cosí un velcro (me pareció mejor idea que una cremallera y, además, de ésta no tenía en casa) a lo largo de la abertura. Y ya está hecha la bolsa.
Para rematar, pinté unos dibujos también de carretera en la bolsa con el mismo rotulador. Así es más divertida y, además, me sirve para saber qué es lo que contiene la bolsa, no vaya a ser que, después de hacerla, la extravíe. Algo de lo que yo soy muy capaz, por despistada…
CONTRAS:
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Hay que coser, no os voy a engañar.
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Aunque se puede hacer con cualquier tela, un pantalón seguro que aguanta más el trote. Pero es mejor que sea un pantalón de adulto para tener más carretera que cortar.
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Hace falta espacio para montar la pista. Preferiblemente en el suelo. Pero no hace falta usar todas las carreteras de golpe, se pueden sacar en función del espacio que haya en el suelo.
PROS:
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Se reutiliza ropa que ya no sirve. Esto, ya de por sí, siempre está genial.
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Aunque haya que coser, no es necesario saber hacerlo muy bien. Si sabéis coser un botón, podéis hacer la bolsa. No se necesita máquina de coser. Y lo demás es sólo cortar y pintar rayas. Eso todo el mundo sabe hacerlo. Hasta yo 😉
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Se consigue un juguete barato y, creo yo, bastante resultón.
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Por Internet hay cosas muy chulas. Si buceáis por la red, seguro que encontráis más ideas inspiradoras. Yo no sé cómo se hace, pero si sabéis, podéis ponerle detalles de quita y pon, como semáforos o señales.
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En el caso de las niñas a las que no les gusten las carreras, se me ocurre que se pueden hacer estancias de la casa para las muñecas. O incluso algún bosque o zoo para jugar con animales.
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No pesa y tiene asas. Así que es fácilmente transportable. Lo pueden llevar hasta los niños.
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Las carreteras se montan al gusto del consumidor. Así que el niño siempre puede hacer pistas distintas.
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Si se pierde alguna o quieren carretera de otra forma, sólo hay que volver al pantalón inicial. A mí me sobró casi una pierna entera. Así que tengo reserva para rato.
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Se puede montar una pista con todas las carreteras, pero también se pueden dividir para montar dos pistas. Por si hay peleas… aunque es más divertido echarse carreras.
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Yo lo hice pensando en carreras de coches, pero luego me he dado cuenta de que también se pueden usar chapas (¿os acordáis de ellas en el patio del colegio? Qué tiempos…), piedrecitas, etc.
¿Qué os ha parecido el juguete casero? Yo vi la idea trasteando por Internet (que no sólo de blogs vive mi ADSL, jejeje). Como pasó con la caja de recuerdos, hay muchas webs que tratan el tema, pero yo cogí la idea de aquí.
Si os animáis a hacerla, no os olvidéis volver a contarme qué tal os ha ido y si vuestros peques disfrutan con ella.
… de hacer una tele de cartón
¿Qué se puede hacer con una caja de cartón (además de una pista de coches o similar, claro ;-))? ¡Pues una televisión! Pero nada de televisiones planas y modernas, no… Una de las de antes, con sus botones y todo, pero no como la que había en el pueblo, tampoco hay que pasarse, ésta viene con mando a distancia. De los sencillitos, eso sí, nada de TDT.
El caso es que esta genial idea no es mía. Se le ocurrió al Mayor ayer por la tarde. Y él, a su vez, la sacó de unos dibujos que vio en la tele. A la hora de merendar, me dijo:
– Mamá, se me ha ocurrido una idea.
– A ver, dime- le contesté, pero ya me temía lo peor…
– ¿Qué te parece si, después de merendar, hacemos una tele con una caja de cartón?
– ¡Pues me parece una idea fantástica!- realmente estaba aliviada al comprobar que su idea no implicaba destrucción.
Bueno, pues al rato (que tres niños tardan en merendar lo suyo), nos pusimos al lío. La verdad es que se tarda muy poco. Sólo hacen falta tres cosas: una caja algo grande (como para que quepa la cabeza del niño), celo ancho y un cutter o tijeras. Con el celo se monta la caja de forma normal, como si fuéramos a guardar algo en ella, vaya. Luego, con las tijeras o el cutter (yo recomiendo éste último) se cortan las solapas (reservamos una) y se pone la caja boca abajo. Ahora, se recorta un cuadrado de uno de los lados más anchos. Pero no lo centréis, es mejor ligeramente situado a un lado para que haya sitio donde dibujar los botones.
Y ya está. Así de fácil y así de rápido. Todos estos pasos los hice yo por aquello de que no se cortaran los Trastos, que me daba miedo que usaran el cutter. Lo que sí hicieron fue pintarla. Nosotros usamos ceras (que no lápices) de colores, así se puede pintar con toda la superficie y se termina antes. Pintamos cada lado de un color y, como detalles, los botones (hasta el de encendido/apagado le pusimos :)). Pero, si os animáis, podéis dibujarle flores, rayos o lo que más les guste a vuestros peques.
Con una de las solapas restantes, recortamos un rectángulo y lo usamos como mando. Ponemos los números del 1 al 0, un botón de encender/apagar y un más (+) y un menos (-) para el volumen. Y ya tenemos mando.
Todo esto tardamos unos 10 minutos en hacerlo. Y después ¡a jugar! Por turnos, nos fuimos metiendo dentro de la caja (trimadre incluida) y fuimos contando cosas (a modo de cuento) y cantando canciones (como si fuéramos la MTV, jajaja). Después de un rato así, empezamos a usar muñecos para escenificar los cuentos. Estuvimos un buen rato así… y más tiempo hubiera sido si no se nos hubiera echado encima la hora de la cena. Sólo conseguí despegarles de la tele de cartón con la firme promesa de volver a jugar hoy con ella.
CONTRAS:
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Se necesita una caja algo grande. Si no fuera por la mudanza, no sé si tendría en casa.
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Hay que usar tijeras o cutter, así que hay que estar pendiente de que los niños no tengan la tentación de cogerlo y jugar con ello (especialmente con el cutter).
PROS:
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Se hace súper rápido. Ya os digo que entre cortarla y pintarla sólo tardamos unos 10 minutos.
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Se aprovechan cajas que andan por casa sin oficio ni beneficio.
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Se fomenta la creatividad, tanto a la hora de pintar la caja como a la hora de jugar con ella.
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Se puede personalizar la televisión al gusto del peque.
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Al usar ceras, no se ensucia.
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Se pueden usar témperas, rotuladores… Es más, se me ocurre que los más apañados pueden incluso pegar trocitos de papel para darle otro aspecto. ¡Vale cualquier cosa que tengáis por casa y les guste a vuestros hijos!
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Nos reímos un montón, yo incluida. Daba igual que estuviéramos dentro de la caja inventando historias como fuera “viendo la tele” ;-).
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Al ser tres a jugar, se aprende a respetar los turnos para usar la caja-televisión.
Como veis, tras la experiencia con la pista de coches, esta vez no usamos témperas ni ningún otro tipo de pinturas con las que tuviéramos que usar pinceles. Pero como no le pusimos muchos detalles, no lo descarto 😉
Y vosotros, ¿os animáis?
… de hacer caras y coches con tubos
Hoy os traigo un dos por uno. Manualidades, se entiende, que vender no vendo nada. La semana pasada me tropecé con la bolsa donde voy guardando los tubos de papel higiénico y de rollos de cocina. Había ya unos cuantos y me dije: “es hora de hacer algo con esto”. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue usar las plantillas de Annabel. Pero me encontré que se nos había acabado la tinta en la impresora de casa… Lástima, ya veía a mis Trastos jugando con el Capitán América.
Así que pensé en qué tenía por casa que pudiera utilizar. Había témperas (cómo no), trozos de cartón y de cartulina, cola blanca, tijeras… Y así surgió la idea de hacer caras y coches con los tubos. Se trata de una manualidad para hacer en dos días, pues hay que esperar a que la pintura se seque para continuar.
Para la primera parte, se necesitan: tubos de papel higiénico (los de cocina son un poco grandes para esta manualidad, pero también se pueden usar), cuantos más mejor porque se acaban en seguida; témperas o pintura similar, cuantos más colores mejor; pinceles… y, como siempre, toallitas, ropa que no sea nueva y el perímetro de seguridad en la mesa (hule, papel de periódico… lo que mejor os venga).
¿Qué hay que hacer? Pintar los rollos al gusto del pintor. Se pueden mezclar varios colores en un mismo tubo, hacerle rayas, pintarle lunares, dejarlo sólo de un color… y se deja secar, si es hasta el día siguiente mejor. Así os aseguráis de que están totalmente secos y se pueden manipular sin miedo a mancharse de nuevo.
Al día siguiente, para la segunda parte se necesitan: ojos saltones (si no tenéis, no pasa nada, se pintar con rotuladores y listo), cola blanca (u otro tipo de pegamento), tijeras, cartulina, trocitos de cartón no muy grueso (yo usé el de la caja de la leche, leche de beber, no es que la caja sea la leche, jejeje… qué chiste tan malo… perdón, no he podido resistirme…), ceras de colores, rotuladores (si son los que se van al lavarse, mejor) (sí, existen y, sí, se van con agua caliente, los nuestros los compré en una papelería de barrio) y, si queréis, también podéis usar pegatinas.
Retomamos la actividad. Lo primero, hay que separar qué tubos van a ser caras y cuáles coches. A los de las caras, se les pegan los ojos (normalmente dos, pero ya veis en la foto que el número también va a gustos) y se dejan secar. Con los trozos de cartón, se cortan círculos para las ruedas y se pintan (os diría que de negro, pero, como también podéis ver, nosotros tenemos ruedas de colores). Después, se pegan cuatro ruedas por tubo (aquí sí que parece que hubo consenso) y se dejan secar.
Volvemos a las caras. Con suerte, los ojos ya estarán secos, o casi, y podremos cogerlos sin dejarlos tuertos. Con la cartulina se pueden recortar alas, con la forma que queráis (si recortáis con forma de B, podéis hacer mariposas), orejas, pelo, etc. Y después se pegan de nuevo al tubo. Se deja secar.
Ahora nos centramos en los coches. Ya pintados y con las ruedas puestas, sólo nos queda darles los últimos retoques. Les ponéis el número, el nombre del piloto y, para los más atrevidos y diestros dibujantes, podéis pintar también rayos u otra forma divertida. ¡Ya están listos los coches!
Para terminar las caras, sólo hay que coger los rotuladores y pintarles distintas expresiones: contentas, tristes, enfadadas, sorprendidas… cualquiera que se os ocurra o que podáis dibujar porque el Mediano se empeñó en que dibujara una cara de fantasma y, como no supe hacerla, quedó en una cara asustada (o al menos eso pretendí…). El toque final lo podéis dar con pegatinas. ¡Y ya tenemos las caras!
CONTRAS:
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Es una manualidad que es mejor hacer en dos días, para darle tiempo a las témperas a secarse bien. Así nos ahorramos mancharnos más de lo necesario, pero también así se puede después pintar encima con rotuladores perfectamente.
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Como siempre que usamos pinturas, nos manchamos. Hasta los codos. Aunque he de reconocer que esta última vez mis Trastos se han manchado menos que otras veces. Lo que significa que no se ensuciaran, que conste.
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Hacen falta bastantes tubos. Todos los de la foto se pintaron en media hora, para que os hagáis una idea.
PROS:
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Los niños pasan un rato divertido, ¿alguien lo duda?
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Dan rienda suelta a su creatividad. Lo digo siempre que hacemos manualidades, pero es que es verdad.
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Al cortar con tijeras o usar el pincel, potencian la destreza de sus pequeñas manitas.
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Una vez terminada la manualidad, pueden jugar con el resultado, tanto con los coches echándose carreras como con las caras.
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Con las caras se pueden trabajar las emociones. Esto a los niños les viene fenomenal.
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Fomenta la autoestima de los niños. Esto también lo digo siempre, pero no por ello es menos cierto. El Mediano ha estado tan orgulloso de su coche que se lo quería llevar hoy al colegio para enseñárselo a su profe y a sus compañeros de clase.
Bueno, pues ya sabéis otra manera divertida de darle salida a los tubos de papel higiénico que no sea la socorrida trompeta o el apañado catalejo pirata. Y, si os animáis a hacerla, pasaos por aquí y me contáis qué tal se les ha dado a vuestros hijos ;-).