Archivos de la etiqueta: hogar

17Dic/16

… de Chic & Home by Pretty Chic (publicidad gratis)

Chic & Home By Pretty Chic

Me encanta la gente creativa. Sobre todo la atrevida que no se limita a un solo producto. En esta entrada de la iniciativa de la publicidad gratis, te traigo de nuevo a Joaquín, quien ya apareció por aquí el mes pasado. Como siempre, la historia que hay detrás de su proyecto engancha y sus productos y accesorios, esta vez para el hogar, de nuevo te van a encantar.

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16May/16

… de mi mesita del salón

Mesita del salón

Mi mesita del salón es pequeñita y muy cuca. Tiene las patas blancas y creo recordar que el resto es oscuro. Es muy cuca porque, también hablo de memoria, tiene un cajón oculto que solo se abre tirando hacia arriba de la tabla superior. A veces la recuerdo entre el sofá y el mueble de la tele en todo su esplendor.

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11May/16

… del truco³ para no perder las horquillas

truco para no perder las horquillas

Sí, ya sé que no tengo niñas. Y te aseguro que mis Trastos no se ponen nada en el pelo. También sé que yo tengo el pelo corto… pero uso horquillas. Es la única manera de mantener a raya este pelo rebelde. Y para el poco pelo que tengo, creo que compro demasiadas horquillas. No porque me gusten (que sí que me gustan) sino porque tiendo a perderlas. Pero ya he dado con el truco para no perder las horquillas y tenerlas siempre organizadas.

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29Ene/16

… de Tres Tesoros Deco (publicidad gratis)

Tres tesoros deco logo

Hoy vengo con una nueva entrada de la iniciativa de publicidad gratis. Es especial para mí porque Patricia podría ser yo: tres peques, autodidacta, curiosa…Y no veas qué cositas tan bonitas hace, ¡tienes que verlas!

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16Sep/15

… del truco³ para la ropa de la próxima temporada

Truco para la ropa de la próxima temporada

Estamos apurando los últimos días del verano. Aunque con la vuelta a clase parece que se haya acabado ya. Pero el otoño está a la vuelta de la esquina. Tardaremos en sacar los abrigos lo que nos dé de margen el tiempo. Y entonces, las camisetas y pantalones de manga corta irán de vuelta al armario (o a cajas) a esperar hasta el año que viene. Pues os voy a contar mi truco³ para la ropa de la próxima temporada.

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08May/15

… de Libertad Creaciones (publicidad gratis)

Logo Libertad Creaciones

Mira que me gustan a mí los viernes. Se acerca el fin de semana y todo eso, sí. Pero es que, además en este rinconcito blogueril, vamos descubriendo gente impresionante que hace cosas maravillosas. Hoy os voy a presentar a Libertad que, además de ser la madre que está detrás de Mi mundo con ellos tres (sí, eso es, otra trimadre 😉 ), también lleva Libertad Creaciones, donde saca su lado más creativo.

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14Oct/13

… de la caja recoge-todo

Caja recoge-todo

Tener niños pululando por casa implica que la casa siempre estará desordenada. Cuando no sea un coche en mitad del salón, será un dinosaurio en el sofá o unos cromos encima de la mesa de la cocina. En casa, actualmente convivimos con tres dinosaurios, dos coches, un par de cuentos y los cromos en el salón. Sin embargo, como os podéis imaginar, éste no es su sitio.

Tener niños pululando por casa implica que la casa siempre estará desordenada. Cuando no sea un coche en mitad del salón, será un dinosaurio en el sofá o unos cromos encima de la mesa de la cocina. En casa, actualmente convivimos con tres dinosaurios, dos coches, un par de cuentos y los cromos en el salón. Sin embargo, como os podéis imaginar, éste no es su sitio.

Antes esta situación me desesperaba porque una cosa es tener un par de juguetes de un niño por el medio y otra tener los juguetes de tres niños dando tumbos. Pero tengo un truco. Yo la llamo la caja recoge-todo y no es ni más ni menos que una caja algo grande donde voy guardando juguetes y demás trastos (no, esta vez no me refiero a mis hijos ;)) según un criterio.

Veréis, mis hijos tienen sus cosas en su habitación, pero las llevan al salón. No les dejo más de un par cada vez y siempre les estoy diciendo que, para llevarse algo, tienen que guardar otra cosa. La mayoría de las veces esto funciona. Pero en otras ocasiones, no. Y el salón acaba pareciendo más un cuarto de juegos. Así que entonces entramos mi caja y yo en acción. Con ella bajo el brazo, recorro salón, cocina y baño si me apuráis y voy metiendo juguetes a los que creo que ya no les hacen mucho caso. La caja mantiene el juguete o el cuento en pausa. Si después de unos días veo que no han echado de menos lo guardado, entonces lo llevo a la habitación y lo devuelvo a su sitio. O mejor aún, mis hijos vienen conmigo y ellos mismos se encargan de guardarlos.

Cuando el Mayor era el único niño de la casa, recuerdo haber tenido el salón lleno de juguetes. Esto se debía en parte a que sólo estaba él, pero también a que en su habitación era muy pequeña y entre la cuna (no digamos ya cuando la litera la reemplazó) y la cómoda-cambiador apenas se podía jugar en ella. Con la nueva casa, aquella situación cambió y ahora el Mayor y el Mediano comparten una habitación más amplia donde ya caben ellos y sus juegos. Así que en el salón sólo admito un par de juguetes (pequeños) por niño. Y para intentar que se mantenga así, uso la caja.

CONTRAS:

  1. Para mí un contra es encontrar el tamaño perfecto de la caja. No puede ser muy pequeña porque entonces hay cosas que no caben, como cuentos o coches y muñecos algo más grandes. Tampoco vale si es excesivamente grande porque entonces la misma caja se convierte en un trasto más.

  2. El cierre de la tapa. Éste debe ser fácil para un niño. Así permitís que sea el propio niño quien guarde en la caja un juguete o que vaya a por él si lo echa en falta.

  3. Podéis evitar que la propia caja se convierta en un trasto más dándole un sitio: en un rincón del salón, al pie de la escalera, a un lado del pasillo, sobre una estantería… Lo importante es que sea de fácil acceso y tenga su sitio para que no vaya de un lado para otro como un juguete más. Así, además, siempre sabréis todos (niños y mayores) dónde está, por lo que guardar o buscar algo en ella os resultará más cómodo.

PROS:

  1. Es una forma de quitar cosas de en medio. Así, aunque no estén en su sitio, están a mano por si se necesitan para el juego.

  2. La caja también permite transportar varias cosas a la vez. No sé vosotras, pero a mí a veces al ir a guardar los juguetes, me faltaban manos y siempre se me acababa cayendo alguno o tenía que hacer varios viajes. Ahora con la caja esto se acabó. Lo llevo todo a la vez.

  3. Si tenéis duda de si algún papel con el que han estado jugando vuestros hijos va a la basura o no, no hace falta decidirlo en el momento. Echadlo a la caja y ya lo decidiréis pasados unos días.

  4. Gracias a la caja, todo está a mano, pero no a la vista. Lo que da orden a la casa.

  5. Podéis hacer la caja divertida. Ponerle unas pegatinas o las fotos de vuestro(s) hijo(s) para que toda la familia sepa qué caja es y qué es lo que se guarda en ella.

Quizás penséis que esta caja recoge-todo es una tontería. Puede que tengáis razón. Pero a mí me quitó muchas cosas de en medio. Y, aunque ese día no os haya dado tiempo a barrer el suelo o quitar el polvo, es cierto que si todo está ordenado y hay pocos juguetes por el medio, la casa parece otra. La verdad es que desde que uso el truco de la caja, yo estoy más relajada.

Si os habéis reconocido en algo de lo que he contado aquí, probad a usarla vosotras también y, después de un par de semanas, me contáis si vosotras también vivís menos agobiadas por los juguetes ;).

 

25Abr/13

… de organizarse el día

Llegan las 12 h de la noche, hora de las brujas, y, tras dar la “cabezadita” de rigor en el sofá, decides que es hora de irte a la cama. Mientras te arropas con las sábanas, vas pensando que el día no te ha cundido tanto como te hubiera gustado. Con el firme propósito de que al día siguiente no te pasará lo mismo, te acuestas, te arropas y te duermes feliz.

Parece que acabas de cerrar los ojos y ya es hora de levantarse otra vez. Oyes al Tripadre con los Trastos mayores, preparándoles para ir al colegio y, a sabiendas de que se apaña muy bien y no necesita ayuda, jugueteas con la idea de quedarte en la cama un ratito más. Al fin y al cabo, sabes que al Peque le quedan un par de horas antes de despertarse. Recuerdas tu propósito de anoche y, muy a tu pesar, te levantas de la cama.

Tus hijos se alegran de verte por la mañana. Tú también te alegras de verles a ellos, pero no puedes dejar de pensar en la cama para ti sola que has dejado abandonada. Besitos por aquí, “que tengas un buen día por allá” y todos se van. Decides desayunar esa taza de leche con colacao, sin nada más porque estás intentando perder algunos kilos, antes de ponerte a la faena que te habías marcado para hoy. A saber: recoger y doblar la ropa tendida, poner la lavadora, tender antes de ir a por los niños al colegio (porque después sabes que no podrás), barrer el salón, pasar la fregona, recoger la cocina y escribir un par de entradas para no ir agobiada el resto de la semana. Tampoco parece tanto, ¿no? Si te organizas bien, puedes hacerlo en una mañana.

Mientras desayunas, te pones a mirar las estadísticas de visitas que tu blog tuvo ayer. Vaya, han caído un poco, pero, mira, tienes un nuevo follower. Guay. Aún te queda media taza y miras el correo. Un comentario, lo contestas. Un sorbito más en la taza, ya que te has quitado la tostada, al menos que dure. Entonces entras en Twitter aun a sabiendas de que no deberías… Empiezas mirando los mensajes de anoche, esos que no viste por estar… “pensando”, ejem. Anda, @fulanita ha publicado una entrada nueva. Decides echarle un vistazo porque te partes con ese blog y qué mejor manera de empezar el día que con unas risas. Lo lees. Te ríes. Vuelves a Twitter. A @menganito le han hecho una entrevista. Decides leerla porque seguro que es corta. Bueno, no es corta, pero ya que estás, te la lees entera. Otra entrada de @zunatita. Ésta dice verdades como puños. Así que también la lees.

En éstas estás cuando oyes al Peque. ¿Ya? Hoy se ha despertado antes. Ah, que no, que tú te las liado, venga a leer, y se te ha pasado el rato que ibas a dedicar a recoger y doblar la ropa. Te dices a ti misma que le das de desayunar y te pones las pilas. Vas a por el Peque con el biberón, te recibe con una sonrisa que te desarma, no puedes evitar jugar un poco con él. Desayuna. Le cambias y empiezas a hacerle pedorretas que sabes que le encantan. Juegas otro rato más con él. Y tú aún en pijama.

Por fin, consigues, muy a tu pesar, dejarle un rato para hacer tus cosas. Te quitas el pijama, te peinas un poco. Ves que es misión imposible. Desistes. Pasas a otra cosa. Decides poner la lavadora, para que vaya adelantando. Recoges la ropa y, cuando vas a tenderla, te llega un mensaje. Una mención en Twitter. Decides verla rápidamente. Después de 20 minutos te das cuenta de que el “rápidamente” dura ya demasiado. Te pones las pilas, terminas de recoger y decides doblarla más tarde.

Empiezas a hacer el puré a toda leche porque ya vas con la hora pegada al culo. Entre pitos y flautas, ya se te ha pasado media mañana. Mierda. El salón lo barres luego. Y la fregona, ya veremos. El Peque lloriquea. “Se ha hecho caca, seguro”, piensas. Y aciertas. Le cambias corriendo. Más pedorretas. Más besitos. Otro rato que se te ha ido sin saber porqué. Sólo la lavadora consigue sacarte de tu ensimismamiento. Vas rauda y veloz a tender la ropa. Mensajito. Esta vez decides no mirar. Pero mientras tiendes sabes que alguien 2.0 reclama tu atención. Terminas de tender y miras el mensaje. Era publicidad. Joer, qué desilusión. Bueno, mejor así porque no te lías más.

Empiezas a recoger la cocina, pero te llega un mensaje de Whatsapp. Lo contestas. Te llega otro de otra conversación. Sin saber cómo, acabas manteniendo tres conversaciones a la vez. Miras la hora. Peque tiene que comer. Con toda la diplomacia de la que dispones y con la prisa pisándote los talones, te despides de todos y sales de las conversaciones.

Empiezas a darle de comer al Peque mientras que con el rabillo del ojo miras el ordenador. Por fin termina el puré. A dormir. Le acuestas. Bien, se ha dormido sin problemas. Vuelves a lo tuyo. Es pronto aún, pero decides comer ya por si la siesta le dura poco. Comes. Te acuerdas que pensaste en barrer el salón después. No te apetece nada. Decides descansar un poco, que llevas toda la mañana corriendo. Miras blogs. Te ríes, te indignas, comentas, empatizas, vuelves a reírte, comentas más… Entonces recuerdas cómo has dejado la cocina. Cuando lleguen los niños del cole no tendrás tiempo de fregar. Muy a tu pesar, vas a la cocina. Friegas. Terminas. Decides barrer. Barres. Ya no sabes ni qué te queda por hacer. Ves el montón de ropa por doblar. Piensas “hoy no, querida, mejor lo dejamos para mañana”.

En estas te suena la alarma para ir a buscar a los Trastos mayores. ¿Ya? Con todo el dolor de tu corazón, despiertas el Peque, quien, lejos de llorar, te sonríe otra vez. Nota mental: “ponerle un piso cuando sea mayor”. Le cambias para salir. Le incrustas en el carro. Coges la basura y sales a la calle. Tiras la basura, recoges a los Trastos, llegas a casa. Coges aire y te preparas para la gincana que te espera: meriendas, baños, visitas varias al baño, terciar en disputas tan trascendentales como quién se sienta dónde, peleas con la cena (no me gusta; quiero más; pues no hay ¿quieres queso?; no, quiero más de lo de antes…), cruzar los dedos para que el Tripadre llegue a tiempo y no tengas que bañar al Peque mientras dejas a los otros dos solos campando a sus anchas y tramando no sabes qué…

Llega el Tripadre justo cuando estás dando la cena al Peque y los otros dos juegan al fútbol en el salón con los cojines. Acuestas al Peque. Al Tripadre le toca acostar a los otros dos. El Mediano se emperejila en que no quiere que le acueste su padre. Al grito de “tú no, mami”, te levantas del sofá mientras piensas “si mi culo ni lo ha rozado”. Entre los dos acostáis a los Trastos mayores. Muchos besos y muchos “te quiero” después, consigues volver al sofá. El Tripadre hace la cena. Suspiras, por fin un rato de tranquilidad, paz, armonía… “¡Ya te estás durmiendo!” oyes desde la puerta. Te incorporas muy digna y dices “¿Yo? Qué va”, pero en tu interior sólo piensas en tu cama, en lo solita que está la pobre…

Cenáis. Convences al Tripadre para que no ponga ese programa que no te gusta nada, sino la peli que tenías ganas de ver. Ganas la disputa muy a su pesar. Te arropas con la mantita. Al rato te das cuenta de que la peli ha terminado y el Tripadre te dice que es hora de irse a dormir. ¡Por fin! ¡Tu cama! La visita al baño te hace darte cuenta de que el día no te ha cundido como pensabas. Te metes en la cama y, mientras te arropas, piensas que mañana no te pasará lo mismo. Te acurrucas. Besito de buenas noches y te duermes feliz. Al día siguiente, tienes la extraña sensación de que eres Bill Murray en el Día de la marmota.

CONTRAS:

  1. El día nunca cunde como pensabas. Pero tú no aprendes y sigues intentándolo cada mañana. No hay dolor.

  2. Siempre hay algo que pensabas que te llevaría poco tiempo y, para tu desgracia, nunca es así. Pero sigues sin aprender.

  3. Las mejores ideas para escribir una entrada del blog te asaltan sin piedad cuando no puedes ni apuntarlas. El aire de mi casa está llena de entradas geniales que, me temo, no verán nunca la luz.

PROS:

  1. El día que consigues centrarte y acostarte con todos tus “deberes” hechos te duermes realmente feliz. Estos días son tan comunes como los años bisiestos.

  2. Al final, no sabes cómo, lo más importante sale adelante. Tus hijos han comido, han jugado, se han divertido, están bañados y se acuestan felices. Tú eres feliz.

  3. Siempre queda el día de mañana para intentar hacerlo mejor. De ilusión también se vive.

  4. Cuando llevas 15 días así, ya sabes más o menos lo que más tiempo te ocupa. Intentas organizarte mejor. Lástima que yo no siempre lo consiga…

Sé que no me va a ayudar a organizarme mejor, pero ¿a vosotros/as también os pasa? ¿O soy la única?