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22Ago/14

… de compartir habitación

Compartir habitación

Es por la mañana, una puerta se abre. Con toda seguridad, es el Peque, que ya se ha despertado. Sin atender al reloj, viene a buscarme al grito de “¡Hola, mamá”. No he despegado ni los párpados y ya estoy dando un bote en la cama. Rápido, vámonos a desayunar, no sea que se despierten los otros dos. Un rápido cambio de pañal después, ya estamos esperando el desayuno. Miro el reloj. Las 8 de la mañana.

Ahora son alrededor de las 9 y se oye otra puerta. Seguramente, es el Mediano, que se levanta. En silencio, sale de la habitación que comparte con el Mayor y viene a mi encuentro. Un “buenos días” con su beso y otro que espera su desayuno.

Sin mirar, sé que no ha cerrado la puerta de la habitación. Tiene dos motivos. El primero es que la cierra de golpe, aunque él quiera hacerlo despacito, le sale así. Y, claro, el Mayor se despierta. El segundo motivo es que al Mayor no le gusta despertarse a oscuras, le hace pensar que es de noche. La puerta abierta le indica que puede levantarse porque ya es de día. Con lo valiente que parece y, sin embargo, ha salido algo miedoso. No puedo decirle nada. Tiene a quien parecerse.

Al rato, aparece el Mayor en el salón, donde estamos todos los demás. Dice que sus hermanos le han despertado con tanto gritito y tanta risa. “Si quieres, mañana te cierro la puerta cuando se levante el Mediano”, no lo duda ni un momento y responde: “no, déjalo, prefiero la puerta abierta… pero diles que mañana tengan más cuidado para no despertarme”. Hoy eran las 11 de la mañana y, mientras tengo con él esta conversación, pienso que ojalá yo pudiera quedarme en la cama remoloneando hasta las 10.

Otras veces el cuento es al revés, los mayores se despiertan y, tras la puerta, oigo cómo se llaman el uno al otro. “Psss, psss… ¿estás despierto?” es el comienzo de una conversación que suele acabar en grititos y risas. Qué ironía. Es entonces cuando me toca abrir la puerta y levantarles a los dos ante el riesgo de que se despierte el Peque, que duerme al otro lado de la pared.

Cuando llega la hora de acostarse por la noche, el único que se va a la cama casi sin replicar es el Peque. Con esto del verano, hay noches que hasta lo pide él: “cama, a domí” me dice mientras se frota los ojillos cansados de tanto descubrir cosas. Le acuesto y cierro la puerta, no vaya a ser que los mayores le despierten cuando se vayan a acostar.

El Mediano está muertecito de sueño, pero insiste en no irse a la cama hasta que no se vaya el Mayor. Dormir juntos en una litera es lo que tiene, jamás se va uno a la cama sin el otro, por muy cansado que esté. El Mayor aún tiene ganas de fiesta. Pide ver una peli de mayores y acabamos viendo Regreso al futuro o alguna de las Crónicas de Narnia. A los 10 minutos el Mediano ha caído rendido en el sofá. Yo me pienso si acompañarle dormida en el sofá o llevarle a la cama y, de paso, acostarme yo también.

Acabada la película, los dos se van a la cama. Se acuestan y a dormir. Algunas veces, la conversación mañanera se traslada a este momento. Sobre todo cuando Papá³ está de viaje. Saben que estoy en minoría. Aparece la risa nerviosa. Calmados los ánimos, todos duermen. Paz.

Son las cuatro de la mañana y aparece un mico a los pies de mi cama. Se mete dentro. Acaban de empezar las avanzadillas nocturnas. A la hora aparece el otro, que se ha encontrado solo en su habitación y no le ha gustado nada.

Amanece y el Peque vuelve a asomarse a los pies de mi cama. Vuelvo a dar un bote y me lo llevo a desayunar para que no despierte al resto de la tropa. Mientras le caliento la leche me doy cuenta de que me duele el cuello…

Llevo siete años andando de puntillas por la casa. Intentando no hacer ruido. Martirizando a Papá³ con la tele al mínimo. En cuanto empiece el nuevo curso y me quede sola, pienso poner la música a toda pastilla 😉

CONTRAS:

  1. Hay veces en que las ganas de dormir son mínimas. Entonces, en vez del sueño, quien hace acto de presencia en la habitación son las charlas y confidencias: que si cómo se pronuncia león en inglés, que si quién marcó el gol en el último partido, que si de qué color es el casco de Fernando Alonso… Y, claro, se dan conversación el uno al otro y de dormir nada.

  2. Otras veces, sólo uno tiene sueño e intenta dormir por todos los medios mientras el otro canta o tararea o empieza su sesión de preguntas y risas.

PROS:

  1. Se sienten acompañados. Saben que no están solos en la habitación. No es lo mismo que si papá o mamá estuvieran con ellos, pero se parece bastante.

  2. Poner a dos hermanos juntos en una sola habitación hace que haya más espacio en casa. Se puede destinar la otra habitación a un despacho o estudio, a una habitación de juegos o, incluso, a otro hermano 😉

¿Vuestros hijos comparten habitación? ¿Cuáles son vuestros pros y contras de que duerman juntos?


Esta entrada va dedicada a Mamá desde un tercero (@Mamadesdeun3ero), que me la pidió un día.
Se complementa con esta otra entrada. Siento la tardanza.

Si me lees y quieres que trate algún tema en particular, pídemelo y veré qué puedo hacer 😉

21May/13

… de las literas

Hoy tocaba cambiar las sábanas de la cama de los Trastos mayores. No sabéis cómo lo detesto. Cuando vivíamos en el minipiso, con dos hijos, la mejor solución fue comprar una litera porque tenían que ir los dos en la misma habitación por falta de espacio y porque si poníamos dos camas había que acostarles saltándolas por encima.

Supimos que el Mayor debía dejar su cuna cuando empezó a echar la pierna por encima de los barrotes para llegar al suelo (a la tierna edad de dos años). Con el consiguiente porrazo inminente de por medio. Pensamos si una cama simple o una litera y, en vista de que no queríamos un hijo único, nos convenció la litera. A él le gustó, pero estuvimos un mes pasando lo que no está escrito para conseguir que no se levantara de la cama. Que ni barrera ni nada para que no se cayera al suelo. El Mayor aprendió pronto que podía levantarse por los pies de la cama. Y antes de dormirse, le gustaba salir al pasillo una media de 6 veces, muy orgullo de sí mismo, eso sí, porque sabía levantarse. Al final, aquella fase pasó y empezó a dormir igual que en la cuna.

El pistoletazo de salida del Mediano nos lo dio el mismo momento en que, siguiendo los pasos de su antecesor, decidió escalar la cuna, aunque en su caso fue a los dos años y medio bien pasados. Éste también se levantaba durante un tiempo. Afortunadamente, la costumbre le duró menos.

Ahora que comparten horario, también comparten habitación y siguen con su litera, aunque en esta nueva casa sí cabrían dos camas en su habitació. Pero ellos ya se han acostumbrado a dormirse así y nosotros no vemos razón para no dejarles. El Mayor se está ganando el cielo, pues tiene que aguantar las canciones de su hermano al irse a dormir (sí, le gusta cantar incluso a esas horas) y los gritos llamándole en cuanto se despierta. Y el Mayor, aún así, quiere dormir en la litera con su hermano, los dos en la misma habitación.

Además, he de decir que, de la misma forma que no paran durante el día, tenemos la suerte de que, en cuanto se meten en la cama (y salvo contadas ocasiones donde entran enfermedades o siestas excesivamente largas), se duermen al poco de rozar la almohada y así hasta la mañana siguiente.

Y todo esto que os cuento, que a priori parece tan bonito, pierde todo su encanto en el momento de cambiar las sábanas. Porque la de arriba acaba con mis brazos, suerte que soy de estatura tirando a alta. Y la de abajo acaba con mi espalda, o con mi cabeza si la levanto antes de tiempo porque el golpe que me doy me deja atontada para el resto del día. Cuando termino de hacer ambas camas, estoy que ni que me hubiera ido al gimansio.

CONTRAS:

  1. Los dos se acuestan a la vez y se levantan a la vez. Da igual quién se duerma o se despierte primero. Si uno quiere terminar la peli antes de acostarse, el otro le espera. Primero porque así lo quieren y segundo porque si no, corremos el riesgo de que el segundo al acostarse despierte al primero. Y a la hora de levantarse pasa igual. El primero en abrir el ojo empieza a llamar al que aún sigue durmiendo y, sólo entonces, cuando ambos están despiertos, empiezan a llamarnos a gritos. Normalmente a mí. Porque ahora que son más mayores ya no quieren levantarse solos de la cama, prefieren despertar a mamá y que yo vaya rauda y veloz a levantarles.

  2. Han cogido la costumbre de que los días que hay cole, va el Tripadre a levantarles. Y si es fin de semana o festivo, voy yo. Y tenemos que respetarlo porque si voy yo un martes, convénceles después de que hay que ir al cole… Menuda nos montan con la frase “hoy ha venido mamá, así que no hay cole” por bandera.

  3. Si uno tiene pesadillas o le duele algo, siempre se corre el riesgo de que, en mitad del llanto nocturno, se despierte el otro. Si se vuelve a dormir, no hay problema. Pero si le da por decir que ya es de día o que ya no quiere dormir más, hay que echar mano de la imaginación para intentar convencerle de que hay que volver a la cama… y todo esto con el menor ruido posible, que aún queda otro durmiendo en la cuna.

  4. La noche que tienen ganas de cachondeo aquí se entera hasta el último mono. Todo son risas, chistes, canciones y demás. El Peque se acuesta primero en la habitación de al lado, muchas veces no sé cómo no se despierta. Lo que más te apetece después de un día agotador es acostarles tranquilamente… pero como pilles una noche de las que tienen ganas de juerga, es difícil no desesperarse.

PROS:

  1. Hacer las camas equivale a una clase de gimnasio (aeróbic por lo menos). Pero cambiar las sábanas vale por unas cuantas más (y de zumba ;-). No sé como no he perdido ya los kilos que me sobran.

  2. Da gusto ver que, por mucho que trasteen durante el día o por mucho que se chinchen el uno al otro, les gusta dormir juntos y se echan de menos si uno no está.

  3. A veces, las noches de juerga pueden sacarme de quicio. Sin embargo, otras es para estar escuchando fuera de la habitación sin que me vean… me parto de risa. Se hacen unas preguntas y se dan unas explicaciones el uno al otro y el otro al uno que son dignas de grabarlas. Engordo don kilos sólo de ver lo bien que se llevan… aunque a veces no lo parezca :-). Ahhhh… a lo mejor es por esto que me cuesta tanto perder peso

No sé si cuando el Peque crezca tendrá cama o litera, si seguirá durmiendo solo o compartirá habitación con sus dos hermanos o sólo con uno. Lo que sí está claro es que tengo muchas ganas de verle en confidencias con los otros dos. Va a ser la repera :-D.