El sábado pasado se alienaron los planetas y conseguí dormir hasta las 10 de la mañana, lo que tarde para mí. ¿Y por qué esto es excepcional? Pues porque los niños estaban en casa, no fue porque estuvieran en casa de sus abuelos ni porque Papá³ y yo nos hubiéramos escapado en plan romanticón ni nada. Me desperté tan contenta que pensé: “esto tengo que contarlo en el blog”. Más que nada, para que quede constancia de tamaña hazaña 😉