Me considero desde siempre una persona tímida, aunque mi madre dice que, de pequeña, era bastante extrovertida. Se conoce que me entraron todas las vergüenzas posibles en la adolescencia y con la mayoría de ellas me he quedado hasta hoy. Y, claro, me ha tocado tener hijos extrovertidos, tres, ni más ni menos; ahí, para ponerme a prueba constantemente.