Cuando nació el Mayor, le di el pecho. Para ello, solía ponerme en la cama o el sofá rodeada de cojines. Uno me lo ponía en la espalda, para mantenerla recta, y otros dos iban debajo del brazo que sujetara la cabeza de mi bebé (teta derecha-brazo derecho, teta izquierda-brazo izquierdo, era obvio, ¿verdad?). En casa ya sabía qué cojines debía utilizar, no tenían que ser ni muy blandos, pues entonces no sujetaban nada, ni muy duros, pues no se alineaban bien a mi brazo, la cabeza de mi bebé y el pecho. Y así pasamos los meses que duró su lactancia.