Archivos de la etiqueta: casa

05Oct/16

… de no querer tener perro

No querer tener perro

En casa no tenemos perro. Papá³ y yo no queremos perro. ¿Somos raros? Tal vez. Por supuesto, nuestros Trastos sí que quieren una mascota, están deseando tener un perrito. Pero yo, que siempre dije de pequeña que de mayor tendría un perro en mi casa, resulta que ahora no quiero. Y me pregunto: ¿tan raro es no querer tener perro?

Sigue leyendo

16Nov/15

… de que Papá³ trabaje un día desde casa

Trabajar desde casa. Ordenador

Papá³ tiene un trabajo peculiar. Como ya os conté, viaja de vez en cuando, pero además es que no tiene un horario definido porque trabaja con empresas de otros países y debe adaptarse al horario de estas la gran mayoría de las veces. Pero es que el trabajo de Papá³ le permite trabajar desde casa. Por eso muchos días llega a casa de la oficina y sigue trabajando hasta altas horas de la noche desde el ordenador.

Sigue leyendo

27Oct/14

… de (no) tener un manitas en casa

Cuando un hombre dice que hará algo... lo hará. Chicas, no hace falta estar recordándoselo... cada seis meses

Dos años, dos, llevamos en esta casa. Dos años ya que llevo esperando que Papá³ saque la taladradora. En el sentido más literal del término, se entiende (golosonas… :D). Al principio, yo estaba embarazada del Peque, así que poco podía hacer, no por falta de ganas, sino por tener una tripa inmensa que, junto a las náuseas constantes, dejaba poco margen de maniobra a este cuerpo serrano. Así que Papá³ empezó su etapa de manitas con muchas ganas.

Sigue leyendo

23Abr/14

… de cortar el pelo a mis chicos yo misma

Sin título

Ya pasaron las vacaciones y, no sé a vosotras, pero a mí se me han hecho muy cortas. Siempre pienso en cosas que hacer en familia y con los niños esos días y, al final, por unas cosas u otras, nunca me da tiempo a hacerlas todas. Pero este año, que no me propuse hacer nada en concreto, nos ha dado tiempo a hacer bastantes cosas.

Una de ellas fue que me lié la manta a la cabeza y decidí cortarles el pelo a todo varón que viviera en casa. Vamos, a mis tres Trastos y a Papá³. La culpa de este arrebato la tiene Kenau Rives, o más bien su papel de Neo en Matrix (primera película de la trilogía). Si la habéis visto, recordaréis que en un determinado momento, se sienta en el sillón, le enchufan unos programitas y, muy digno él, dice: “Ya sé kung fu”. Y se queda tan pancho. Pues yo igual, tras estar días debatiéndome entre llevarles a la peluquería o cortarles el pelo yo misma y tras imaginarme la escena peluqueril con dos correteando por la peluquería (y yo detrás) al tiempo que intentaba que el tercero en discordia aguantara quieto mientras le cortaban el pelo; decidí que eso de cortar el pelo no podía ser tan difícil tratándose de niños (si fueran niñas, seguro que no me hubiera atrevido).

Yo, a diferencia de Neo, me pasé por YouTube y miré un par de vídeos sobre cortar el pelo a los niños paso a paso. Cuando terminé de verlos, al igual que Neo, me dije: “Ya sé cortar el pelo”. Bueno, vale que saber, lo que se dice saber como tu peluquera de toda la vida, no sabía; pero pensé que merecía la pena intentarlo. Después de todo, a las chicas de los vídeos se les veía una soltura…

Viernes por la tarde, allá que me voy y me lío la manta a la cabeza. En ese momento, no me importó lo más mínimo que al día siguiente, sábado, fuera a venir toda la familia a celebrar por adelantado el cumpleaños del Peque (dos añazos ya que cumple el señor esta semana). Tan motivada andaba con mi nuevo papel de peluquera en ciernes.

Cogí la máquina de cortar el pelo que uso para Papá³ (siempre se lo he cortado yo con la maquina) y agarré las tijeras que venían en el estuche. Llamé a la cocina-centro-de-operaciones al Mediano. Me convencí a mí misma de que sería el idóneo para empezar en el manejo del corta-que-te-corta porque aquellos rizos que me llevaba el mico bien podrían disimular un trasquilón.

El primer inconveniente lo encontré en esos mismos rizos. Todo eran tirones. Pero mi Mediano es mucho Mediano y aguantó casi casi hasta el final. Resultado final: un corte de pelo y un incipiente dolor de espalda. A continuación, llamé a la silla de tortura al Mayor. El problema de éste es que tiene un remolino impresionante en la coronilla a la derecha. Lo que hace que parezca que va siempre con peineta de recién levantado si se le corta de más el pelo por esa zona. Para asegurarme de que no se me iba la tijera, cogí de referencia la medida justa para que no se notara la susodicha peineta. A partir de ahí, recorté el pelo según esa medida. Aunque reconozco que le corté más en el flequillo y en la parte de atrás de la cabeza. Resultado final: otro corte de pelo aparente y un dolor de espalda más intenso.

El turno de Papá³ fue el siguiente. Éste me resultó más fácil porque llevo años cortándole el pelo y porque siempre es con máquina. En un pispás estaba con la cabeza algo más ligera. A punto estuve yo de guardar en ese momento las tijeras y la máquina. Pero entonces vi al Peque. Con sus greñas que pedían a gritos un corte de pelo. Tenía dos opciones: o bien se lo encomendaba a Papá³ al día siguiente por la mañana para que lo llevara él a la peluquería (con el riesgo de que me lo trajera peloncete, pues a Papá³ le gusta el pelo muy cortito y a mí me gusta algo más larguito) o bien, ya que estaba con la máquina cortapelo en la mano, me arriesgaba y terminaba la faena con los chicos de mi casa.

Como imaginaréis, opté por lo segundo. Allí estaba Papá³, lleno de los pelos que yo misma le acababa de cortar, con el Peque sentado en sus rodillas y abrazándole para que no se moviera. El Peque, que pareció quedarse quieto el tiempo suficiente para que yo le pasara un par de veces la máquina y llegara a un punto de no-retorno (donde ya sólo quedaba tirar pa’lante), alcanzado el cual, todo fue giros de cabeza inesperados y lloriqueos para irse al suelo.

Acabé la faena, no os vayáis a pensar, que no me gusta dejar las cosas a medias. Algún mechón más largo que otro le quedó al pobrecillo, pero en conjunto daba el pego. Mandé a Papá³ derechito a la ducha junto con los mayores. Barrí la cocina. Una vez. Dos veces. Y hasta tres veces. Llegada a ese punto, yo ya no veía nada más que pelos en todas partes. Agarré al Peque y me fui con él a la bañera. A bañarle a él, aunque más me hubiera valido bañarme yo también porque yo también tenía pelos hasta en el moño.

Cuando llegué a la habitación, los mayores aún andaban quitándose la ropa y Papá³ preparando la ducha. ¿Y dónde creéis que se habían puesto a quitarse la ropa llena de pelos? Pues en la cama de matrimonio, entre salto y salto. No contentos con eso, cuando acabaron, se metieron bajo las sábanas a hacerse los dormidos. ¿Os he dicho ya que había puesto sábanas limpias esa misma mañana? He de reconocer que me cabreé bastante. Pero bañé al Peque y Papá³ se duchó con los mayores. Cuando ya estaban preparados para cenar, por fin, fue mi turno y me pude duchar yo. Nada más salir de la ducha, quité las sábanas limpias pero llenas de pelos y puse, por segunda vez en un día, sábanas limpias en mi cama. Ya no podía más con mi dolor de espalda.

CONTRAS:

  1. El dolor de espalda. Para la próxima tengo que sentarles en una silla más alta.

  2. Jamás de los jamases volveré a poner sábanas limpias ni en mi cama ni en ninguna otra de la casa el mismo día que me decida a cortarles el pelo de nuevo.

  3. Es mala idea bañar al Peque si no me he duchado yo antes. Mientras le daba la crema por todo el cuerpo seguía viendo pelos. A punto estuve de bañarle otra vez.

  4. No es tan sencillo cortar el pelo a un niño como se ve en los vídeos. Esas mujeres tienen más soltura y esos niños están más quietos y se quejan menos que los míos.

PROS:

  1. Al día siguiente, en la fiesta de cumpleaños, nadie se dio cuenta de que había sido yo quien les había cortado el pelo hasta que el Mayor lo confesó.

  2. Creo que seguiré practicando el corte con tijera con los Mayores. Lo que no sé es si continuaré cortándoselo al Peque, que aún se mueve mucho hasta para hacerlo con la máquina.

Aquella noche ya sólo veía pelos por todas partes. Antes de acostarme, me picaba todo el cuerpo y eso que ya me había duchado. Aún hoy, cuando cierro los ojos, a veces veo pelos… 😉

01Nov/13

… de hacer macetas con latas

Maceta con lata

Ya sabéis lo que me gusta aprovechar cosas. Darles una vuelta de tuerca y usarlas para otra cosa. Me gustan las manualidades, no puedo negarlo. Y ésta de hoy es una evolución de la del florero. Sólo he utilizado una lata y papel grueso. No sé si será el mismo que se usa en scrapbook, pero lo vendían como “papel para manualidades” y es más grueso que el papel normal y bastante más que el típico papel de regalo. Como pegamento he usado cola blanca, que es lo que tengo por casa, y como herramientas, lápiz y tijeras.

Es fácil de hacer, vamos, como todo lo que publico en el blog. Los materiales, como siempre, son de andar por casa. Lo único que puede daros un poco de problema es el papel decorado, pero como ahora el scrapbooking y similares están tan de moda, no creo que sea un gran problema. Y como hay tantos diseños de papel, lo único que os puede pasar es que no os podáis decidir por uno… como me pasó a mí, jejeje…

Esta vez, no he sacado la idea de un sitio en concreto. Ha sido más bien una compilación de varias manualidades que he ido viendo por Internet, básicamente a través de Pinterest. Por eso no pongo enlace como otras veces. Ya sabéis que suele pasar que una idea lleva a otra y ésta a otra y así…

La verdad es que, a parte del vídeo donde ya os explico el paso a paso, no hay mucho que contar. Así que paso directamente a mis contras y pros de esta manualidad. El vídeo, como siempre, está al final de la entrada y en el canal de YouTube del blog.

CONTRAS:

  1. Si miráis por Internet manualidades parecidas y dais con alguna en inglés, es probable que mencionen el mod podge que creo entender que es como un pegamento y se usa mucho en decoupage. Sirve para pegar y preservar el papel (recordemos que, al ser una maceta, será normal que le caiga algo de agua al regarla). Como yo no tenía, usé cola blanca mezclada con agua siguiendo estas indicaciones (salvo la de calentar el agua, que usé directamente la del grifo).

  2. El tamaño de la planta que se ponga debe tener en cuenta el tamaño de la lata. Si ésta es pequeña, la planta no debería ser muy grande porque se le quedará pequeña y habrá que trasplantarla dentro de poco. Pero también hay latas de distinto tamaño. Así que tampoco es excusa.

PROS:

  1. Yo lo he usado como maceta, pero también serviría para otras cosas, como cosas de maquillaje (brochas, lápices…) o lápices o bolígrafos en un escritorio.

  2. Teniéndolo todo preparado, se tarda poco en hacer. Sólo hay que coger la medida de la lata, cortar y pegar.

  3. Me repito, pero no por ello es menos verdad. Salvo el papel, lo demás seguro que lo tenéis por casa porque, si no tenéis cola blanca, siempre podéis usar cualquier otro pegamento que funcione bien. Y aunque tuvierais que comprar el papel y la cola blanca, son artículos de unos pocos euros. Así que sale bastante barata esta manualidad.

  4. No es complicado de hacer. No hay que ser mañosa y tener mucha destreza. Es fácil, rápido y sencillo.

  5. Una de las ideas que vi era hacer más o menos lo mismo pero en una maceta de cerámica. Así que, ya sabéis, hay más cosas que se pueden decorar con esta técnica además de una lata. Lo mismo viendo mi idea a vosotras se os ocurre otra, como me pasó a mí.

  6. He decorado la lata sólo con papel, de manera muy simple, pero se pueden añadir más detalles. Podéis ponerle un trozo de cuerda o washi tape, también podéis aprovechar alguna concha o piedra pequeñita o, por qué no, algún abalorio (que también están muy de moda ahora) que os sobre. Hay infinitas combinaciones para personalizar estas latas a vuestro gusto.

Y después de ver el vídeo, decidme, ¿os vais a animar a hacer estas macetas? Si no os atrae poner una planta, ¿para qué usaríais la lata así decorada? Si tenéis alguna duda, me la podéis preguntar en los comentarios del blog o en los del vídeo en el canal de YouTube.

14Oct/13

… de la caja recoge-todo

Caja recoge-todo

Tener niños pululando por casa implica que la casa siempre estará desordenada. Cuando no sea un coche en mitad del salón, será un dinosaurio en el sofá o unos cromos encima de la mesa de la cocina. En casa, actualmente convivimos con tres dinosaurios, dos coches, un par de cuentos y los cromos en el salón. Sin embargo, como os podéis imaginar, éste no es su sitio.

Tener niños pululando por casa implica que la casa siempre estará desordenada. Cuando no sea un coche en mitad del salón, será un dinosaurio en el sofá o unos cromos encima de la mesa de la cocina. En casa, actualmente convivimos con tres dinosaurios, dos coches, un par de cuentos y los cromos en el salón. Sin embargo, como os podéis imaginar, éste no es su sitio.

Antes esta situación me desesperaba porque una cosa es tener un par de juguetes de un niño por el medio y otra tener los juguetes de tres niños dando tumbos. Pero tengo un truco. Yo la llamo la caja recoge-todo y no es ni más ni menos que una caja algo grande donde voy guardando juguetes y demás trastos (no, esta vez no me refiero a mis hijos ;)) según un criterio.

Veréis, mis hijos tienen sus cosas en su habitación, pero las llevan al salón. No les dejo más de un par cada vez y siempre les estoy diciendo que, para llevarse algo, tienen que guardar otra cosa. La mayoría de las veces esto funciona. Pero en otras ocasiones, no. Y el salón acaba pareciendo más un cuarto de juegos. Así que entonces entramos mi caja y yo en acción. Con ella bajo el brazo, recorro salón, cocina y baño si me apuráis y voy metiendo juguetes a los que creo que ya no les hacen mucho caso. La caja mantiene el juguete o el cuento en pausa. Si después de unos días veo que no han echado de menos lo guardado, entonces lo llevo a la habitación y lo devuelvo a su sitio. O mejor aún, mis hijos vienen conmigo y ellos mismos se encargan de guardarlos.

Cuando el Mayor era el único niño de la casa, recuerdo haber tenido el salón lleno de juguetes. Esto se debía en parte a que sólo estaba él, pero también a que en su habitación era muy pequeña y entre la cuna (no digamos ya cuando la litera la reemplazó) y la cómoda-cambiador apenas se podía jugar en ella. Con la nueva casa, aquella situación cambió y ahora el Mayor y el Mediano comparten una habitación más amplia donde ya caben ellos y sus juegos. Así que en el salón sólo admito un par de juguetes (pequeños) por niño. Y para intentar que se mantenga así, uso la caja.

CONTRAS:

  1. Para mí un contra es encontrar el tamaño perfecto de la caja. No puede ser muy pequeña porque entonces hay cosas que no caben, como cuentos o coches y muñecos algo más grandes. Tampoco vale si es excesivamente grande porque entonces la misma caja se convierte en un trasto más.

  2. El cierre de la tapa. Éste debe ser fácil para un niño. Así permitís que sea el propio niño quien guarde en la caja un juguete o que vaya a por él si lo echa en falta.

  3. Podéis evitar que la propia caja se convierta en un trasto más dándole un sitio: en un rincón del salón, al pie de la escalera, a un lado del pasillo, sobre una estantería… Lo importante es que sea de fácil acceso y tenga su sitio para que no vaya de un lado para otro como un juguete más. Así, además, siempre sabréis todos (niños y mayores) dónde está, por lo que guardar o buscar algo en ella os resultará más cómodo.

PROS:

  1. Es una forma de quitar cosas de en medio. Así, aunque no estén en su sitio, están a mano por si se necesitan para el juego.

  2. La caja también permite transportar varias cosas a la vez. No sé vosotras, pero a mí a veces al ir a guardar los juguetes, me faltaban manos y siempre se me acababa cayendo alguno o tenía que hacer varios viajes. Ahora con la caja esto se acabó. Lo llevo todo a la vez.

  3. Si tenéis duda de si algún papel con el que han estado jugando vuestros hijos va a la basura o no, no hace falta decidirlo en el momento. Echadlo a la caja y ya lo decidiréis pasados unos días.

  4. Gracias a la caja, todo está a mano, pero no a la vista. Lo que da orden a la casa.

  5. Podéis hacer la caja divertida. Ponerle unas pegatinas o las fotos de vuestro(s) hijo(s) para que toda la familia sepa qué caja es y qué es lo que se guarda en ella.

Quizás penséis que esta caja recoge-todo es una tontería. Puede que tengáis razón. Pero a mí me quitó muchas cosas de en medio. Y, aunque ese día no os haya dado tiempo a barrer el suelo o quitar el polvo, es cierto que si todo está ordenado y hay pocos juguetes por el medio, la casa parece otra. La verdad es que desde que uso el truco de la caja, yo estoy más relajada.

Si os habéis reconocido en algo de lo que he contado aquí, probad a usarla vosotras también y, después de un par de semanas, me contáis si vosotras también vivís menos agobiadas por los juguetes ;).