Cuando nace el tercero ya está todo hecho. Has leído, te has informado, has preguntado. Sabes qué consejos te han sido más útiles y cuáles más inútiles. Sabes de quién te fías más a la hora de pedir ayuda y de quién no. Has aprendido a tomarte las cosas con calma. Ya no aspiras a tener la casa limpia las 24 horas del día los 7 días de la semana. Has establecido un nuevo orden de prioridades. Antes te daba vergüenza ir por la calle hablando con tu bebé o darle el pecho en un restaurante. Ahora eso queda para las primerizas.
Sigue leyendoArchivos de la categoría: Crianza
… de ser el segundo
El primer hijo puede ser primero y único. Pero algunas veces, los padres decidimos darle al primero un compañero de juegos (otro error común es pensar que jugarán juntos sólo por ser hermanos, lo que es verdad en la mayoría de los casos pero no en todos). No queremos dejar al primero sólo en el mundo, vemos que podemos y nos ponemos manos a la obra… bueno, ya me entendéis.
Sigue leyendo… de ser el primero
Lo de ser el primer hijo está muy trillado. Pero no por eso deja de ser menos interesante, ¿no? Ahora, después de tener tres Trastos, no consigo recordar en qué invertíamos el tiempo libre Marido y yo. Quizás haya una neurona en el cerebro, una neurona maternal, que nos impida a las madres recordar ese tiempo. Y quizás lo haga para que no nos demos con la cabeza en la pared, por idiotas. Que si ahora estoy muy cansada, que si no me da tiempo, que si ya lo haré luego o mañana, que si me levanto de la cama aunque sean las ocho de la mañana porque me he despertado (nota a mi yo del pasado: ¡date la vuelta y sigue durmiendo, tonta!).
Sigue leyendo… de tener tres hijos
Si alguien me hubiera preguntado hace 10 años que cuántos hijos quería tener, le hubiera dicho que dos niñas. Así, sin pestañear. Más que una respuesta habría sido un acto reflejo, como cerrar los ojos al estornudar o levantar la pierna cuando te dan justo en ese punto de la rodilla. Quiso el destino que el primero fuera niño. Al destino también se le antojó que el segundo fuera otro niño. El destino ya se partió de risa cuando el tercero también fue niño. A mis niños no los cambio por ninguna niña por muy trastos que puedan llegar a ser, que quede claro. Y por muchos juegos de peleas que hagan, tampoco.
Sigue leyendo