Quienes me seguís por Twitter o Facebook sabéis que hemos estado en Teruel. Hemos ido con mis suegros y mis cuñados, sobrinos incluidos. Han sido tres días en los que hemos podido conocer un poco Teruel (lo que dio de sí la primera tarde), Dinópolis y, ya de regreso a Madrid, otro poco de Albarracín (lo que nos dio de sí la última mañana). Ni que decir tiene que hemos llegado realmente agotados a casa. Todos.
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… de hacer cuadros con huellas
Estos días en que los peques andan por la casa, si no tenéis pensado salir a algún lado, son geniales para jugar con ellos. Podéis jugar al balón o a las princesas. O también podéis hacer otras actividades, como jugar con plastilina, recortar figuras o pintar. Hay infinidad de posibilidades. En casa tenemos una caja con todo lo necesario para hacer manualidades. Dentro hay pinceles, témperas, tijeras, pegatinas, papeles de varias texturas, brillantina… Es, casi, casi, una caja mágica.
Lo malo de las manualidades es qué hacer luego con ellas. Nos las quedamos todas, pero llega un momento en que ya no sabemos dónde guardarlas. Ese momento depende de cada familia, de lo artístico que sea tu hijo y de los hijos que tengas.
Bueno, pues a mí me gusta hacer cosas con mis hijos que luego se puedan poner en casa (como os conté en el caso de las piñas). Así que hoy os voy a hablar de la pintura de dedos. Y, como su nombre indica, es una pintura para pintar con los dedos, es decir, con las manos. Para esta manualidad también se necesitan lienzos, uno por niño, tamaño folio (A4). Como los niños se van a pringar, os aseguro que van a disfrutar de lo lindo. Se trata, ni más ni menos, de que “se ensucien” las palmas de las manos y pies con la pintura y plasmen las huellas en el lienzo. Probablemente, un niño de 5 años lo haga bien a la primera. Pero si los vuestros son más pequeños, os recomendaría que primero lo hicierais en un folio normal y, cuando el niño sepa cómo hay que hacerlo, os paséis al lienzo.
Los lienzos no son muy caros. Los míos los compré en un pack de 3 en el Lidl (atentos a las ofertas que sacan de vez en cuando porque están muy bien de precio) y me salieron baratos. La pintura de dedos es fácil de encontrar en una tienda de manualidades o en una papelería, incluso en un Alcampo o Carrefour. Se va fácilmente con agua caliente de la piel y también sale muy bien en la lavadora. Cómo veis, yo tengo los tres colores primarios, por lo que es divertido mezclarlos para obtener los secundarios.
Una vez terminados y secos los lienzos, se busca un buen lugar en la casa y se cuelgan. Arte infantil a tope. Yo les puse el nombre del artista a cada uno y, además, los feché, así sabrán qué tamaños tenían sus manos y pies a esta edad. Mis hijos están súper orgullosos de sus obras de arte y se las enseñan a todo aquél que viene a casa.
CONTRAS:
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Perímetro de seguridad. Os pongáis donde os pongáis, y por muy fácil que se lave la pintura, buscad un sitio que no importe si se escapa alguna mancha. La mesa de la cocina, del patio o de la terraza con un hule es muy socorrida para este tipo de manualidades.
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Ropa vieja. Aunque la pintura de dedos sea fácil de lavar, siempre es mejor evitar ponerles a los niños la última camiseta que les hemos comprado o ese pantalón tan chulo que le acaban de regalar por su cumpleaños.
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Por muy cuidadosos que seamos los padres y madres o nuestros hijos, es una manualidad de mancharse. Y aunque se trate de plasmar sólo las huellas de pies y manos, creedme, se mancharán hasta el codo.
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Esta pintura, como todas, hay que dejarla secar. Si lo hacéis directamente sobre el lienzo, lo ponéis en una mesa en horizontal hasta que se seque y luego se cuelga (si lo colgáis directamente, corréis el peligro de que la pintura chorree). Si primero empezáis haciendo las huellas en folios, ojo donde los ponéis porque podéis acabar sentados sobre ellos.
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Tened a mano toallitas para limpiar. No es que haya que estar limpiándolo todo cada cinco minutos, pero quizás se toquen con la mano el ojo porque les pica y para qué queremos más…
PROS:
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En cuanto dejáis a los niños pringarse hasta las orejas, se convierten en los niños más felices del mundo mundial. Disfrutan como niños, jajaja… ¡nunca mejor dicho!
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Esta actividad fomenta la creatividad, ¿alguien lo duda?
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Refuerza la autoestima del niño, sobre todo en cuanto vea colgada su obra de arte en la pared de casa.
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Os proporciona un rato de risas junto a los peques.
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También es una actividad educativa. Podéis enseñarles cómo surgen nuevos colores mezclando los que ya tenéis. De nuevo, os convertiréis en magos y brujas creando colores delante de sus ojos.
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La pintura es perfectamente apta para niños pequeños. Y por muy mayores que sean vuestros hijos, nunca lo son demasiado para pringarse ;-).
Y, para terminar, un consejo. Si realizáis esta actividad al aire libre (patio o terraza), como fue mi caso, evitad los días de viento. De todos los días que tiene el verano, yo fui a elegir el de más aire y ni os cuento dónde llegó la pintura…
¿Os animáis? Contadme cómo os ha ido ;-).
… del Viernes dando la nota: Eldorado
Después de ver durante varios viernes esta iniciativa tan original, hoy he decidido sumarme a ella. Mi indecisión viene porque mi cultura musical no es muy amplia. El Tripadre me acusa de escuchar siempre las mismas canciones o los mismos artistas. Qué le voy a hacer, cuando algo me encanta, me encanta de verdad.
CONTRAS:
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Hay que pensar una canción todos los viernes. Y, como digo, mi abanico musical, ya de por sí no muy amplio, se ha centrado estos últimos años en los Cantajuegos y dibujos de la tele.
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Para poder llevar a cabo esta iniciativa, me estoy peleando con el InLinkz. Sé que no soy la única, pero no me consuela.
PROS:
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Gracias al Viernes dando la nota, puedo hacer un recorrido por otros blogs desde un solo sitio.
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Ya tengo banda sonora para el fin de semana. Que hay que empezarlo con alegría, leches, aunque esté lloviendo y me queden tres lavadoras por poner.
No me enrollo más más. Empezamos dando la nota 😉
Hace muchos años, cuando aún vivía con mis padres, ya me gustaba esta canción. Me emocionaba porque refleja el sacrificio que los padres hacen por sus hijos. Cuando la oía, mis pensamientos, en aquel entonces, iban para mis padres.
Ahora la madre soy yo y la canción cobra aún más sentido. Ahora las palabras se llenan de un significa pleno, pues ahora estoy en los dos lados de la calle, soy hija y también madre.
Sé que a los hijos nos cuesta mucho dar las gracias a los padres por todo lo que han hecho por nosotros, por todo lo que han sacrificado en el camino de criarnos. Sé que mis hijos no nos darán las gracias ni a su padre ni a mí. No pasa nada. Tampoco espero que lo hagan. Lo que sí me gustaría es que se dieran cuenta de que a nosotros, como padres, nos ha costado mucho conseguir lo que tentemos y de que, a cambio, hemos tenido que renunciar a otras cosas porque el resultado final, es decir, nuestros hijos, lo merecían. Igual que me pasa a mí con mis padres.
¡Feliz Viernes dando la nota!
Viernes dando la nota es un carnaval de blogs en el que todos los blogs participantes dejamos una canción y entre todos hacemos del viernes un día lleno de música.
Si quieres participar, sólo tienes que subir a tu blog una entrada con una canción que te guste, que signifique algo especial para ti, que no puedas quitarte de la cabeza… y enlazarlo al Viernes dando la nota.
Recuerda viejas canciones, rememora momentos, conoce nuevos artistas… y sobre todo ¡ Baila, canta y diviértete !
Si quieres saber más, las reglas y participar puedes verlo todo aquí.
… del plástico del carro
Estos días en los que llueve día sí, día no, son muchas las madres que hemos tenido que echar mano al plástico del carro. El Pequeño usa ahora mismo un carro de paseo, más ligero y menos pesado que el trío que tenía antes (ya os hablaré otro día de los tipos de carros, que es un mundo a parte). El carrito en cuestión venía con un plástico. ¿Y esto qué es? Pues eso, un plástico que se le pone al carro y que protege al bebé de la lluvia, el viento o el frío.
Antes de salir de la tienda con el carro nuevo (que en aquel entonces era nuevo para el Mediano), viendo que tenía plástico, pedí que me enseñaran cómo ponerlo. La dependienta, muy amablemente, me dio las directrices pertinentes para acoplarlo perfectamente al carro. La verdad es que me pareció tan fácil que pensé que no me daría problemas. El carro lo compramos a principios de verano, así que el plástico quedó guardado hasta que llegó el otoño con sus lluvias.
Me acuerdo perfectamente del día en que lo usé por primera vez. El Mayor venía del colegio y la lluvia había acompañado durante todo el día. Así que me hubiera dado tiempo de sobra a sacar el plástico y montarlo en el carro. Pero tan convencida estaba de que el acople sería fácil que lo dejé para el último momento. Cinco minutos antes de la hora a la que solía salir, saqué el plástico y me dispuse a montarlo con el niño ya sentado. Por lógica deduje qué parte iba enganchada al manillar del carro. A partir de ahí, la lógica me dejó de lado.
Aquellas aperturas, aquellos velcros… ya no sabía si eran para enganchar a los hierros del carro o para que el niño sacara la mano, en plan me gusta conducir. Y a todo esto, el reloj corriendo. Al final, nublada por las prisas, lo puse como buenamente pude. Con mi niño mirándome con cara extrañada porque no sabía ni por dónde andaba yo, si por delante o por detrás, si por arriba o por abajo… Yo no hacía más que acordarme de la dependienta y de su buena madre. Con cariño, eso sí.
A los pocos días, más tranquila, sin niño y con más tiempo, me dispuse a montar el plástico en el carro y, al final, conseguí que me quedara como a la de la tienda. “No es tan difícil”, pensé, “en el fondo, está claro dónde va cada parte”. Bueno, pues sí, estaba claro… hasta que, después de un tiempo sin usarlo, lo necesité otra vez. Una foto. Le tenía que haber hecho una foto el día que lo montaron en la tienda. Porque, ésa es otra, el carro sí viene con un pequeño manual de instrucciones sobre cómo montarlo. Pero el plástico del demonio no.
CONTRAS:
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O yo soy la más patosa del mundo mundial o el artilugio está hecho a mala baba. Coño, que ni que estuviera jugando al Tetris… no tiene ni una indicación para saber qué lado va arriba y cuál abajo.
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Más les valdría a los fabricantes no poner tanta etiqueta innecesaria y repetitiva y poner un simple papelito con las instrucciones de montaje. Parece que hablo de una estantería de Ikea, pero, en serio, ¿soy yo la única que se siente así? Estoy convencida que monto antes la estantería que el plástico del carro.
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Hay varios tipos de plástico. Algunos tienen una especie de ventanita en la parte de arriba. El mío no. La echo de menos cuando entro en algún sitio porque tengo que retirar el plástico entero, salvo del manillar del carro. No sea que me quede a vivir en la tienda por no salir lloviendo sin haber podido poner el plástico.
PROS:
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A pesar de las dificultades para ponerlo como es debido, a pesar de lo inútil que me hace sentir, a pesar de todo, he de reconocerle la gran utilidad que tiene para que el niño no se moje o no tenga excesivo frío.
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El día que consigo ponerlo a la primera me siento capaz de todo. Si me lo propusiera, creo que podría dar con la fórmula de la fusión fría.
Llegados a este punto, seguro que alguna pensará que he aprendido de mis errores y que el plastiquito ya no me da más quebraderos de cabeza. Pues la verdad es que no me los da… salvo cuando necesito ponerlo. En estos tres años sigo casi como aquella primera tarde. Sólo os diré que lo saqué hace un mes o así, con las primeras lluvias, y ahí sigue, llueva o haga sol, no vaya a ser que, si lo quito con el buen tiempo, no sea capaz de ponerlo cuando vengan de nuevo los días nublados amenazantes de lluvia. A poner el plástico no habré aprendido, pero a ponerme a intentarlo con más tiempo sí. O si no, a no quitarlo, por lo menos, hasta julio.
… del Tren de la Fresa
Pues con esta entrada quiero estrenar una nueva sección del blog, salidas con niños. Sitios donde hemos ido con los Trastos y que creo que os pueden interesar si estáis buscando actividades para el fin de semana o para unas vacaciones, tanto si tenéis progenie como si no.
Hoy voy a hablaros del Tren de la Fresa, que debe su nombre a las fresas que transportaba desde Aranjuez a Madrid. La excursión consta del trayecto en tren y una visita al Palacio y sus jardines. Os dejo el enlace para que le echéis un vistazo. Yo voy a hablaros de nuestra experiencia. Nosotros fuimos en septiembre, cuando ya no hace tanto calor pero tampoco hace frío. Para aquél que le guste el otoño, con esa gama de colores, desde luego, ésta es la época ideal. El tren es de época y te anuncian que el viaje estará amenizado por actores vestidos de época también que repartirán fresas. Efectivamente, el tren es de época y, efectivamente, hay gente vestida de época. Nosotros vimos a dos en nuestro vagón. El tiempo justo para repartir unas cestitas con fresas. Y ya. Que digo yo que con lo que tardarán esas mujeres en vestirse, peinarse y maquillarse, ya podían amortizarlo y haberse quedado un poco más. Eso sí, si les pedías una foto, estaban encantadas de hacérsela.
Llegamos a la estación y nos fuimos al Palacio. Visita a nuestro aire por los jardines. Preciosos. Y eso que estaba nublado. Digo esto porque por la tarde también estuvimos paseando por el parque donde está el Museo de Falúas y, como había salido el sol, parecía un bosque mágico. Vamos, si hubiera visto un hada o un duendecillo, me lo hubiera creído. Los niños encantados. También entramos al Palacio, pero esta vez con visita guiada. Por la tarde, de nuevo al tren, camino a casa. Sólo que esta vez no había nadie vestido de época.
CONTRAS:
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Lo primero, encontrar la estación. Nosotros nos fuimos a la del Cercanías de Delicias, pero no es ésa. Es la que está al lado, la del Museo del Ferrocarril.
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Los actores. Como ya he dicho, simpáticos, sí, pero yo creo que les falta actuar un poco, meterse más en su papel y no limitarse a repartir fresas y hacerse alguna que otra foto.
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Tienes que buscar un sitio para comer. No puedes retrasarte mucho si quieres ver algo más por la tarde antes de volver a Madrid. Los de Aranjuez lo saben y desde el primer momento te llenas de folletos de un montón de restaurantes. Ahora elige. Y llega al sitio. Y come rápido.
PROS:
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Sabes cuándo vas y cuándo vuelves. Nada de coger el coche. Genial, teniendo en cuenta que comes en Aranjuez.
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A parte de la visita guiada al Palacio, todo lo demás te lo organizas tú. Así puedes trazarte un itinerario de acuerdo a tus intereses. A veces, ir con un grupo cansa porque a ti te interesa algo que a los demás no y, sin son mayoría, tienes que aguantarte.
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Es una visita fantástica. A mí me encantó. Sobre todo los jardines. Volvería sólo por volver a verlos.
Yo creo que esta excursión os puede gustar. Conoces un poco de la historia de nuestro país, paseas al aire libre por unos jardines de ensueño, sales de casa y de sus cercanías, haces algo nuevo en familia… Tengáis o no niños, yo os recomiendo que vayáis y, si hace falta, me digáis que no tengo razón 😉 .
Aquí os dejo lo que nos trajimos de Aranjuez, comprado en un puesto callejero. Con esta pinta, ¿cómo resistirse? Mmmmm…
… de una sesión de fotos en casa
Quienes conozcáis Madresfera (que digo yo si hay alguien por ahí que no la conozca…) sabréis que hace unas semanas hicieron un sorteo con motivo del Día del padre entre todos los blogs que se apuntaran al Tema de la semana. Yo escribí una entrada dedicada a los regalos que me gusta hacerle al Tripadre y, con ella, participé. ¿Qué sorteaban? Una sesión de fotos a cargo de Fotodetalle. ¿Qué blog fue el afortunado? Educando a mis hijos. Quiso la fortuna que su autora no pudiera canjear el premio. Quiso la fortuna que Madresfera volviera a repetir el sorteo. Quiso la fortuna que me tocara a mí. Sí, sí, sí, a mí, que no me ha tocado un sorteo en la vida.
Aquella misma tarde de viernes, llamé a Fotodetalle. No es que tuviera prisa, es que quería cerciorarme de que, efectivamente, la segunda ganadora había sido yo. Y así era. Hablé con Eva, la fotográfa encargada de realizar la sesión de fotos y quedamos para el domingo por la mañana. ¿Un domingo? Pues sí, un domingo. Eva entendía perfectamente que, con el horario del Tripadre era difícil quedar de lunes a jueves y que el viernes, que, en teoría, llega antes a casa, los niños iban a estar muy cansados para realizar la sesión. El sábado a nosotros nos era imposible quedar. Era el domingo o ya se vería… Pues Eva se presentó el domingo en casa. Genial.
Eva es una persona encantadora. En menos de cinco minutos ya tenía a mis tres Trastos comiendo de su mano. A mí me ganó en ese instante. Se notaba que se le daban bien los niños y mis hijos estaban encantados con ella. Al Tripadre le costó un poco más. Normal, era el centro de atención 😉 . Hablamos y nos conocimos un poco. Y el resto de la mañana, ¡a hacer fotos! Fotos del Tripadre jugando con los niños, fotos con los niños jugando solos, fotos con globos, fotos en la cama, fotos conmigo (que yo también salí en alguna por muy regalo del Día de padre que fuera, jejeje), fotos con animalitos… Porque ésa es otra, Eva tuvo el detallazo de traerse unos globos súper resistentes (mis Trastos dan fe) y unos animalitos de ésos que se ponen en los dedos y, además, regalárselos a mis hijos. Y todo esto, amenizado con juegos, risas y mucha alegría y diversión.
Hubo un momento en que el Mayor decidió que ya estaba harto de tanta foto y que no quería unirse al resto. Eva supo respetarle ese momento difícil, sin presiones ni agobios, y, después de un rato, volvió para unirse a la jarana. Es más, ella misma se ofreció a volver otro día para terminar la sesión en vista de la actitud que había tomado el Mayor. Pero, como os digo, volvió por su propio pie y no hizo falta que Eva volviera otro día. A ver, qué fotógrafo hace esto, sobre todo, habiéndome tocado la sesión en un sorteo. Pues eso. Ésta es la clase de persona que es Eva.
A los pocos días, ya tenía disponible todas las fotos en la galería de su web. Entonces llegó lo peor, elegir entre todas ellas. ¿Elegir? Yo, por mí, me las hubiera quedado todas. Eva hizo unas fotos fantásticas y el resultado era sensacional. Además, trató algunas fotos pasándolas a blanco y negro y dándoles un toque de color. Y a mí que me pirran las fotos así, pues para qué queremos más. Dos días tardé en hacer mi selección. No digo más.
CONTRAS:
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Yo siempre me apuntaba a los sorteos pensando que alguna vez habría de tocarme a mí. Ahora que me ha tocado uno, creo que no me van a tocar más… Aunque no por ello voy a dejar de intentarlo, jeje 😉
PROS:
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Que haya empezado el blog hace poco más de un mes y que me haya tocado un sorteo en Madresfera es casi increíble.
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Que vengan a casa a realizarte una sesión de fotos es todo un lujazo.
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El otro día hablé de las fotos que les hacemos a nuestros hijos. Se me olvidó comentar que es muy probable que os pase como a mí, que tenéis fotos de los retoños a patadas pero fotos en las que salgáis vosotras con ellos es más difícil. Normalmente, en cada casa hay alguien que se encarga de hacer las fotos familiares. Y ese alguien rara vez está al otro lado del objetivo. Si algún día mis hijos, viendo sus fotos de pequeños, me preguntaran que dónde estaba yo, no me extrañaría en absoluto. En nuestra casa, la fotógrafa oficial soy yo. Por eso, cuando alguien te hace fotos con tus hijos o tu marido se agradece enormemente. Si, además, el resultado son unas fotos profesionales y preciosas, no se puede pedir más.
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Eva hace las típicas fotos de estudio, pero también fotografía momentos, es decir, cuando no se está posando para la foto. Y cuando ves estas fotos, parece que algo se te remueve por dentro, ¿no os pasa?
El resultado final nos tiene que llegar a casa en forma de CD con las imágenes en alta calidad. Sin embargo, Eva me ha pasado un par de fotos para que pueda usarlas mientras tanto. Como veis, está en todo. Así que, como os podéis imaginar, yo recomiendo Fotodetalle encarecidamente. ¡Gracias, Eva, por una mañana tan genial!
… de pintar piñas
Con esta entrada estreno otra nueva sección dentro del blog, actividades con niños. Internet está lleno de manualidades o recetas o juegos que afirman “esto se puede hacer con niños” o “esto a los niños les encantará”. Bueno, pues yo he buscado estas actividades, sobre todo pensando en tener entretenidos a mis Trastos en vacaciones o fines de semana. Y, además, las he puesto en práctica. La idea de esta sección es contaros cómo me ha ido la experiencia. Y luego, si decidís hacerlas con vuestros hijos, me contáis qué tal se os ha dado y, si me dejáis la foto, mucho mejor 😉 .
Bueno, pues la actividad que nos ocupa hoy es la de pintar piñas. Se necesitan, obviamente, piñas de los pinos del parque. Un día de otoño, dando un paseo, os lleváis una bolsita las vais recogiendo. Si les decís a los niños que las cogéis para pintarlas, os ayudarán en seguida. E incluso puede que se emocionen como los míos y recojan piñas para un par de años. No os preocupéis, si os hacéis con muchas, podréis usarlas para otra actividad que os cuento otro día 😉 .
Llega el momento de pintar. Mis hijos me hacen la ola cada vez que me ven sacar los pinceles y las pinturas. Os recomiendo las témperas o parecidas (no las acrílicas) porque son las que mejor salen con agua. Si vuestros hijos se ponen de pinturas hasta las orejas, como los míos, ponerles ropa vieja, por mucho que luego se suponga que la pintura saldrá al lavarse. También os recomiendo proteger la mesa en cuestión. Yo pongo un hule, es decir, un mantel de plástico. Así luego sólo paso la bayeta húmeda y aquí no ha pasado nada. También suelo ponerles cuencos con un poquito de la pintura. Si compráis los colores básicos (rojo, azul y amarillo), podréis hacer de magos y brujas al mezclar los colores primarios para hacer aparecer los secundarios (naranja, morado, verde). Si además os hacéis con el blanco, podréis jugar con las tonalidades.
Y a pintar piñas se ha dicho. Grandes, pequeñas, cerradas, abiertas (para abrir una piña, basta con ponerla al sol o, en su defecto, encima de un radiador, pero cuidado con los piñones que se le caen, pueden hacerse con la habitación entera…). Mis hijos, que son de culo inquieto, pueden pasarse un buen rato pegados a la silla pintando, verlo para creerlo. Para dejarlas secar, nada mejor que papel de horno, como si de galletas se tratara. Y así, entre preparar las cosas, pintar y recoger (importante que impliquéis a los niños en recogerlo todo también) habréis pasado una tarde amena, divertida o, por lo menos, distinta.
CONTRAS:
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Os vais a poner hasta las orejas de pintura. Los niños no tienen la misma destreza que los adultos, está claro. Tampoco tienen el mismo cuidado que nosotros. Para ellos lo divertido es ensuciarse. Si eres fanática de la limpieza y odias las manchas, conciénciate de la que vas a montar en casa.
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Asegúrate de que hay suficientes piñas. Como te quedes sin ellas en mitad de la chapa y pintura, lo primero, vas a tener entretenido al niño poco tiempo y, lo segundo, puede que se mosquee contigo, y con razón… Mira que haberse dado el paseo y haberte dejado piñas por ahí… ay…
PROS:
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Esta actividad refuerza la destreza óculo-manual.
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Desarrolla la creatividad.
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Saca risas.
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Potencia la autoestima de los niños, que se creen picassos en potencia.
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Saca tu orgullo de madre o padre al comprobar lo bien que ha pintado el niño esa piña.
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Les puedes enseñar mezclas de colores. Ellos alucinan.
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Refuerza el vínculo padre/madre-hijo.
¿Tengo que seguir o ya he puesto suficientes pros para convenceros de que las hagáis con vuestros hijos? Pues eso.
Bueno, y una vez que tienes las tropecientas piñas pintadas, ¿qué haces con ellas? Pues yo recomiendo otro paseo por el parque. Pero esta vez en busca de ramitas secas. Y otro paseo al chino de la esquina a comprar un jarrón ancho con un poco de altura y baratito. Lo juntáis todo, decís las palabras mágicas y os puede salir algo parecido a esto:
Lo que más les gusta a los niños, después de pintar las piñas, es ver sus obras de arte expuestas en mitad del salón. Y os puedo asegurar que no les da por romperlo 😉 .
… de ser emprendedora
Antes de que naciera el Mayor, por razones que hoy no vienen al caso, estuve un tiempo en casa sin trabajo. Esto de estar de brazos cruzados mientras esperaba el ansiado embarazo me aburría. Además, la economía familiar no estaba para bromas. Era consciente de que, si estaba buscando quedarme embarazada, no era el mejor momento para que me contrataran en ningún sitio. ¿Qué hice? Decidí trabajar desde casa. Al principio, me salieron cosillas, pero no eran suficiente, aunque a mí me encantaba lo que hacía. Básicamente, trabajaba con textos, corrigiéndolos y redactándolos. Cuando nació mi bebé, visto que eran más bien trabajos esporádicos y nada constantes, decidí aparcarlo para dedicarme a la nueva personita que había llegado a mi vida.
Con la llegada de la Navidad, se me ocurrió hacerme mi propio calendario de pared con fotos de mi hijo (recordad que tenía a montones) y los cumpleaños de la familia. Sé que ahora hay miles de programas que los hacen como churros, pero hace 5 años no había tantos y se podría incluir lo que yo quería. Total, que como sé maquetar, a ello que me puse. No es por tirarme flores, pero me quedó bien. Así que animada por familiares y por mí misma, hice una agenda del mismo estilo. Me quedó preciosa (y sí, tengo abuela 😛 ).
Así que me tiré a la piscina. Decidí hacerme autónoma y montar un servicio de maquetación tanto para empresas como para particulares. Productos que ofrecía: calendarios (de mesa, pared y bolsillo), agendas (personales y escolares), cuadernos, marcapáginas, etc. Me llegó algún encargo que otro. Pero no fue suficiente y al año tuve que darme de baja. Aquí os dejo mi opinión sobre esta experiencia, resumida de la manera de siempre.
CONTRAS:
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Hacerse autónomo. Es un lío. Se pierde una mañana entre trámites, papeleos y formularios. Sobre todo por las colas que siempre hay.
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Hay que estar muy atenta al realizar las facturas, incluir el IVA, desglose del dinero (base, total, IVA…). Algo que a mí, que soy de letras de toda la vida, me costó mucho entender y llevar a cabo. La de vueltas que di hasta que conseguí hacer una factura correctamente.
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No hay ayudas inmediatas para emprendedores. Todas hay que pedirlas y, si te las dan, tardan en llegar. No se puede contar con ellas para poner en marcha un negocio.
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Ganes lo que ganes, te toca pagar impuestos. Antes de saber incluso si va a funcionar tu idea, ya tienes pérdidas. Porque si te va bien, entiendo que se paguen impuestos. Pero es que yo aún no había hecho ningún pedido y ya estaba pagando.
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Debido al contra anterior, hay muchas buenas ideas que no salen adelante. Es más, hay ideas que no se sabe si son buenas o no porque o triunfan al principio o se pierden por el camino entre tanto trámite y tanto impuesto.
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Hay que convertirse en gestoría andante. Porque si estás empezando, como era mi caso, apenas hay dinero para pagar los trimestres, así que menos aún para pagar gestorías y derivados.
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Todo esto teniendo en cuenta que yo sólo me di de alta como autónoma, sin empresa y sin nada. De haberlo hecho, las trabas para poner en marcha una idea se multiplican y se complican.
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Sobre todo al principio, vives por y para el negocio. Después de tantos obstáculos, algo tienes que hacer para sacarlo adelante y hacer que funcione.
PRO:
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Es fantástico tener una idea y decidir sacarla adelante.
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Cuando no encuentras el trabajo que buscas, es una alternativa genial. Ya sabes aquello de que si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma.
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Cuando el negocio es tuyo, con tu dinero, y sólo dispones de tu esfuerzo para sacarlo adelante, te lo curras mucho más. Y, lo que es mejor, disfrutas haciéndolo.
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Es toda una experiencia.
Creo que en sitios como EE.UU. la cosa es distinta. Creo que puedes poner en marcha tu negocio y no tienes que dar cuentas a nadie hasta que alcanzas un determinado beneficio (por favor, si hay alguien por aquí que sepa del tema, que me corrija si me equivoco o me amplíe la información). De ser así, me parece mucho mejor sistema. Así se puede ver si tu idea o producto funciona, sin líos de impuestos, bases imponibles, informes trimestrales y demás. Sólo tú y tu idea. Que funciona, genial. Pagas impuestos, pero ya vas sabiendo que no tienes pérdidas. Que es una idea malísima o no tienes clientes, sólo has perdido tiempo y lo que te haya costado ponerla en práctica, pero nadie va a venir a pedirte más dinero. Según mi opinión, en este país hay demasiada burocracia. Para todo.
Y, por si a alguien le interesa, después de casi un año maquetando, con algunos trabajos importantes que me salieron, no sólo salí lo comido por lo servido, sino que además perdí dinero. Bastante. A mí ya se me han quitado las ganas de volver a emprender.
… de las fotografías
No es un secreto que, cuando nace el primer retoño, unas de las cosas que más hacemos los padres primerizos es hacer fotos. Fotos durmiendo, fotos comiendo, fotos cambiándole el pañal, fotos del primer paseo, más fotos durmiendo… fotos de todos los meses, de todos los eventos familiares, fotos de todos los logros del pequeñín. Fotos y fotos hasta la saciedad. Quien inventó la cámara digital no sabía lo peligrosa que puede llegar a ser en manos de padres, tíos y abuelos primerizos. Yo me junté con miles de fotos del Mayor.
Luego llega el segundo y el número de fotos decrece considerablemente. Ahora, para hacerle una foto, tenemos que proponérnoslo. Con el primero, yo tenía la cámara siempre a mano, no se me fuera a escapar ese amago de sonrisa. Pero con el segundo, tenía que esconderla, no fuera a ser que al primero se le ocurriera hacer de fotógrafo en prácticas y se le cayera el artefacto de sus pequeñas manitas. Así que, muchas veces, entre que el segundo hacía algo digno de retratar y yo buscaba la cámara, ya había pasado el momento. Y esto si la foto es sólo al nuevo bebé. Hacerles una foto a los dos hermanos juntos me costaba amenazas, sudor y lágrimas. Y, a veces, ni por ésas.
Con el tercero, la cosa empeoró. Tengo que proponerme firmemente hacerle una sesión de fotos al mes. Elijo un día al azar y esa mañana le hago 50 fotos. Así me aseguro de que él también tiene imágenes de su primer año de vida. Es triste, pero es lo que a mí me funciona. Cuando crezcan, tendré que oír quejas sobre el número de fotografías tomadas a cada uno (discusión en la que el Pequeño gana de goleada, pues será el que menos fotos tenga). Estoy concienciada de que va a pasar y estoy empezando a prepararme para ello. Ahora bien, por lo que no estoy dispuesta a pasar es por saltarme un mes de mis bebés sin fotografiarles. Así que, como decía, una sesión de fotos al mes. Toda para él.
En cualquier caso, siempre llega un momento en que te preguntas qué hacer con tal cantidad de documentación gráfica. Porque, claro, las fotos las hemos hecho para algo más que para guardarlas en una carpeta del ordenador. Yo hago varias cosas para preservarlas. Las guardo en un disco duro, las copio a un CD (o dos o cuatro…) y, además, hago un álbum digital del primer año de cada uno. Habrá quien piense que me paso. Y quizás tenga razón. Pero es que se oyen tantas cosas de virus que te escacharran el ordenador y lo pierdes todo (fotos incluidas), CDs que se rallan y no se pueden leer… En fin, esas bromas de las nuevas tecnologías y la informática. Como decía el refrán, ande yo caliente, ríase la gente.
CONTRAS:
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La organización. Es un rollo. A veces me armo de paciencia y ordeno todas las fotos. Pero al poco tiempo me junto con otras tantas fotos que hay que ordenar. Qué pereza empezar de nuevo…
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Hacer las copias de seguridad. Otro rollo. El ordenador me ordena las carpetas cronológicamente, pero cuando las paso al CD, aparecen en orden alfabético. Ya no sé cuál está copiada y cuál no. Doy mil vueltas, no vaya a ser que borre una carpeta y me quede sin ella… para siempre…
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Cuando haces fotos, parece que nunca habrá bastante. Le hago una, pero ahora le hago otra porque ese gesto en la otra no lo tenía. Y ahora otra por si acaso. Cuando pasa el tiempo y las veo, me doy cuenta de que son tres fotos prácticamente iguales del mismo momento.
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Con el primero, le haces una foto y ya está. Cuando tiene hermanos, siempre buscas una de todos juntos. Con dos hijos, esto es difícil, pues cuando uno no está llorando, el otro sale con los ojos cerrados. Pero cuando tienes tres, al menos en mi caso, es misión imposible… y eso que el Pequeño ya se sienta solo y no hay que sujetarle. Pero está empezando a gatear. Así que cuando consigo que el Mayor no ponga caras raras y que el Mediano levante la cabeza (fotos de su coronilla tengo a patadas), me encuentro con que el Pequeño ha decidido explorar mundo y en la foto sólo se aprecia su culo escaqueándose.
PROS:
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Por muchas fotos que haga, por muy parecidas que sean, siempre pienso que eso es mejor que no haber hecho ninguna.
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A veces, cuando echo de menos a los bebés que fueron mis Trastos, vuelvo a por los álbumes de su primer año. Puedo verlos una y otra vez. No me canso nunca. Me entra la nostalgia. Ya me avisaron de que los niños crecen rápido, pero nunca me imaginé cuánto.
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Me encanta hacer fotos. Si son fotos de mis hijos más. Tengo mucho que aprender, pero sigo intentando hacer mejores encuadres. Quizás algún día consiga hacer fotos perfectas. Otra cosa más que me ha traído la maternidad y que le tengo que agradecer a mis hijos.
Conclusión: voy a seguir haciendo fotos. No importa cuántos CDs más tenga que comprar. No importa el tiempo que pase intentando hacer una buena foto. No importa que me pase horas ordenándolas en carpetas por orden cronológico. Nada de eso importa. Lo importante es retratar los momentos que pasamos juntos. Aunque más importante es no perderme cómo crecen, ya sea con una cámara al lado o sin ella.
… de mear de pie
Yo creo que todas las mujeres, en algún momento de nuestra vida, hemos deseado ser un hombre. ¿Por qué? Pues porque ellos no tienen que depilarse por obligación y, además, pueden mear de pie. Lo de la depilación lo dejaré para otro día. Hoy me centraré en lo segundo. Por favor, que levante la mano la señorita o señora que, una noche de sábado cualquiera, harta ya de bailar porque si se queda quieta se mea encima, no haya ido rápida y veloz hacia los baños, ha aguantado una cola que creía que no aguantaría, para entrar, por fin, en el aseo, se ha bajado los pantalones mientras se subía la pernera del pantalón para no mancharse con el charquito del suelo, se ha puesto de cuclillas porque la taza estaba aún peor que el suelo y, así, en esa postura tan poco femenina, no ha deseado ser un hombre para tener que bajarse sólo la cremallera para poder vaciar la vejiga. Como decía, manos levantadas, por favor… ¿Nadie? Ya me imaginaba yo. Pues eso, todas, sin excepción, en algún momento hemos deseado ser un hombre. Afortunadamente, luego se nos pasa.
Este gran chollo que es mear de pie pierde toda su aura mágica cuando empiezas a convivir con un hombre. Un hombre que a veces se acuerda y otras veces no de subir la tapa del inodoro. Y cuando vas tú a hacer lo propio, te encuentras limpiando la tapa con un trocito de papel higiénico mientras bailas el “me meo, me meo”. Por lo general, con un hombre adulto, la cosa queda ahí.
Ayer me dispuse a limpiar los baños. Por si hay alguien nuevo por aquí, recuerdo que tengo tres hijos como tres soles. Al Pequeño ahora no le cuento porque es un bebé con su pañal y todo. Pero los otros dos Trastos… madre mía la que me lían. Ahora que al padre ya le tenía concienciado de la importancia de la tapita y de limpiar lo que se ensucia. Ahora tengo que lidiar con esos pequeños proyectos de hombres de bien. Y todo hombre de bien que se precie no debería jugar con su susodicho mientras mea. Porque, ay, amigas, ya no es que se salgan, cosa que entiendo porque están aprendiendo y, en el caso del Mediano, hasta hace poco no llegaba de pie a la taza y no quería hacerlo sentado porque su hermano mayor no se sentaba. Pues como decía, no es que se salgan, es que el chorrito en cuestión llega a la pared o a la ducha de al lado si hace falta. Y cuando están mosqueados el uno con el otro, si van juntos a hacer pis al baño, intentan mearse el uno al otro. Las que tenéis niñas, niñas que mean sentadas y no se salen, no sabéis lo que tenéis en casa.
CONTRAS:
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Hay que aprender a apuntar. No vienen con ello de serie. Y, al parecer, es algo que cuesta lograr.
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Cuando me quejo de cómo está el baño, la tiquismiquis soy yo. Y no ellos unos guarros.
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Hacen piña. Sí, como lo leéis. Aquí el adulto hace piña con los Trastos y se tapan los unos a los otros. Estoy en inferioridad numérica. Y me consta que están empezando a darse cuenta de ello. Me da miedito el día que hagan piña con asuntos más serios.
PRO:
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A pesar de todo lo que yo les diga, ellos siguen siendo hombres. Siguen siendo capaces de mear de pie. Cuando entro en un baño público lleno de charquitos, sigo queriendo ser un hombre… hasta que salgo por la puerta. Luego recupero mi cordura.
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Pueden escribir con el chorrito. Ahora bien, creo que un “Te quiero” escrito en la arena perdería todo su romanticismo al saber cómo se ha escrito.
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Cuando los niños empiezan a ir por la vida sin pañal, la frase “mamá, pis” está a la orden del día. La pueden soltar en casa o fuera de ella. No importa el sitio ni el momento, ellos tiene que hacer pis. Ya. Más de una vez me he tenido que parar frente a un arbustillo porque no llegábamos a casa. En estos momentos, me alegra que sean niños porque me consta que con las niñas es más complicado. Digamos que este pro es a los niños lo que el baño asqueroso de antes a los adultos.
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Quiero pensar que algún día conseguiré que apunten bien. Espero que mis futuras nueras sepan agradecérmelo. Y, si no, espero que mis futuros nietos tengan aún menos puntería que mis hijos.
Conclusión: como hacerles sentarse para mear no es algo habitual en esta sociedad y, para evitar que se rían de ellos en un futuro, voy a dejarles que sigan vaciando vejiga de pie. Ahora bien, en cuanto sean un poquito más grandes, les hago limpiar el baño. A ver si así les duele y ponen más empeño en apuntar y menos en salirse. Si no aprenden a apuntar, al menos, que aprendan a limpiar. Veremos a ver si lo consigo… Deseadme suerte, especialmente aquellas que tengan niñas. Nunca se sabe, quizás algún día nos conviertan en parientes ;-).