… de empezar a afeitarse

Empezar a afeitarse

¡Hola, adolescencia! ¡Hola, cuchillas de afeitar! Una de las cosas que trae consigo la adolescencia en los chicos es que les sale pelo por todas partes. Tal como dice el Peque y también una de sus más enérgicas quejas respecto a esta nueva etapa de sus hermanos. Dice que hay pelos en el váter y también en el lavabo. Y es que mis dos hijos mayores acaban de empezar a afeitarse.

De momento, solo es la parte del bigote. Que ya ha pasado de ser una sutil pelusa a algo más molesto a la vista para ellos. Y resulta que han empezado los dos a la vez. Hasta hace poco, lo del Mayor pasaba desapercibido porque él tiene el vello rubio. Pero de unos meses a esta parte, se hace más notorio y a él no le gusta nada. Por otro lado, el Mediano, con el vello negro, ha sido empezar a salirle pelo en esa parte y querer quitárselo porque tampoco le gustaba.

A mí, eso del bigotillo es algo que nunca me ha gustado. Cuando yo era adolescente (no hace mucho, la verdad, ja, ja, ja…), no me explicaba por qué los chicos no se lo quitaban. Sobre todo cuando ellos mismos decían que no les gustaba. Así que, cuando han sido mis hijos los que han dicho que preferían afeitárselo, yo no he puesto ninguna objeción. Y Papá³ tampoco.

Así que tuvimos que hacer acopio de cuchillas de afeitar. Compré una bolsa de las que vienen unas cuantas y, para distinguirlas y que ninguno acabara usando la de su hermano, les puse cinta adhesiva de colores («celo» de aquí en adelante). Colores discretos por supuesto, que mis hijos acaban de empezar a afeitarse, pero ya no son unos niños pequeños y eso de celo con dibujitos (que es lo que yo tenía por casa de cuando hacían manualidades) ya no les va.

Cierto es que no se afeitan a diario. Ese tímido y debilucho bigote, de momento, no necesita atención diaria. Aunque, cuando la requiera, seguro que mis hijos se suman a la moda de dejarse barba (bigote en este caso) de varios días solo por no tener que estar afeitándose a diario. Si los conoceré yo… Pero tiempo al tiempo.

Confieso que fue divertido ver a Papá³ introducirles a los dos a la vez en el noble arte del afeitado. Y yo hasta intenté hacer una foto para inmortalizar ese momentazo de empezar a afeitarse. Pero me cerraron la puerta en las narices (literalmente) en cuanto me vieron entrar móvil en mano al grito quejumbroso y encima a dúo de «¡mamáaaaaaa!». En fin, cosas de madres y también cosas de hijos. Porque yo seré la pesada de las fotos, pero ellos son muchas veces los aguafiestas que se niegan a que les robe un momento (nunca mejor dicho).

CONTRAS:

  1. Estos niños han crecido a una velocidad no apta para estómagos delicados. Yo misma me he mareado varias veces en este viaje.

  2. El Mayor y el Mediano se han sumado a Papá³ en aquello de dejar rastro de sus afeitados en el lavabo blanco. Así que este verano les he puesto a limpiar el baño (para aprovechar la ocasión más que nada) después de afeitarse su padre. A ver si así les duele y, cuando el tímido bigote se convierta en frondosa barba, tienen cuidado con los pelos y adquieren la costumbre de darle un repaso al lavabo.

PROS:

  1. Como decía, con la excusa, les he mandado limpiar el baño entero más de una vez. Trabajo que me quito.

  2. Como han empezado los dos a la vez, ha sido una experiencia muy divertida. Me encanta escuchar sus conversaciones de afeitado al otro lado del pasillo.

¿Tu peque chaval ha empezado ya a afeitarse? ¿Cómo lo llevas tú?

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