… del cambio de voz en adolescentes

Cambio de voz en adolescentes

Que el Mayor es ya todo un adolescente lo llevo diciendo desde hace tiempo ya. A parte de la actitud tan propia de la adolescencia, como no podía ser de otra manera, los cambios en su cuerpo están haciendo acto de presencia. Entre otras novedades, yo venía esperándome el famoso cambio de voz en adolescentes desde que empezó a aparecerle el vello púbico. Pero nada me preparó para ese día.

Y es que, sí, aquí la adolescencia llegó primero con el pavo propio de esa época. Después hicieron acto de presencia los olores corporales. Más tarde llegó el vello púbico (el de las axilas y el de la cara aún se resisten). Hasta que un día de verano, el Mayor se levantó y me llamó «mamá» con voz de señor. ¿Perdona? ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi pequeño? Te lo has tragado por lo que veo y te ha sentado fatal, ¿no?

Yo no sé en otro adolescentes, pero al Mayor le cambió la voz prácticamente de un día para otro. Mientras que los otros cambios corporales propios de la edad van apareciendo con cuentagotas (resulta que no aparecen todos a la vez), lo del cambio de voz fue un chasquido de dedos. Nada de que se le escapara algún gallo que hiciera presagiar el cambio, qué va. Amaneció un poco ronco, o eso me pareció a mí, pero aquella «ronquera», lejos de irse, decidió quedarse y hacerse más grave según pasaba el día.

A partir de entonces, sí que el Mayor suelta algún que otro gallo, pero la voz grave se le ha quedado ya todo el tiempo. Y, mira, qué quieres que te diga, pues que esto no se hace. Al menos no se hace así. Que una noche acuestas a tu pequeño y al día siguiente le das los buenos días al señor Manolo que pasaba por allí. Para mí ha sido como un jarro de agua fría, ya te imaginarás. Tanto es así, que la otra tarde busqué en los vídeos de mi móvil alguno en el que se oyera hablar al Mayor con su voz de niño porque echo de menos esa voz.

Claro, porque no es lo mismo aguantar el enfado de un «niño» que el del señor Manolo. Señor al que, por cierto, ya llevo tiempo regañando mirándole de frente. Vamos, el otro día se lo dije al Mayor: me vuelvo cuando me llama «mamá» porque estamos en casa y, por eliminación, el propietario de esa voz no puede ser nadie más que él. Pero ya le advertí que, si me pilla fuera de casa y oigo ese «mamá» con voz de señor al que no conozco, es que ni me vuelvo a mirar. Ya puede mi hijo agarrarme del brazo mientras me llama o yo ni me giro a ver qué quiere.

CONTRAS:

  1. Tenía asumido que el cambio de voz del Mayor estaba a punto de producirse, lo que no me imaginaba es que fuera de un día para otro.

  2. En serio, bromas a parte, a veces me cuesta asimilar que esa nueva voz es la de mi hijo. Y si hablamos por teléfono, sin verle la cara, esto lo llevo aún peor.

PROS:

  1. Un paso más hacia su edad adulta. Yuju, supongo…

¿Tu hijo ya ha cambiado la voz? ¿Cómo lo llevas?

¿Te apuntas al boletín mensual?

Charlamos un poco y además recibes un resumen de las entradas del mes.

 

¿Tienes algún contra o pro más? ¡Cuéntamelo! :)

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.