Queridísimo Mediano:
Esta semana celebramos tu cumpleaños número doce. Este año estás especialmente feliz porque lo puedes celebrar con tus amigos. Yo estoy feliz porque te veo feliz a ti. Tus ojos siguen iluminándolo todo (ojalá sigan así toda tu vida) y tienes un corazón tierno lleno de cariño para todo el mundo.
Este año ya se te considera un adolescente y, aunque es verdad que sigues los pasos de tu hermano mayor, también es cierto que sigues teniendo esa bondad que tenías de pequeño. Sigues siendo ese pequeñajo cariñoso y generoso. Además, no sé si tiene que ver o no con tu orden de nacimiento en esta familia, pero te estás convirtiendo en un gran mediador con tus hermanos. A veces consigues ponérmelo todo más fácil.
Pero la adolescencia ha hecho acto de presencia y a veces tienes comportamientos que te quedan un poco grandes. O quizá solo me lo parezca a mí, que sigo mirándote con ojos de madre anonadada por lo rápido que han pasado estos doce años. Ahora eres todo un campeón que se enfrenta a sus miedos y se empeña en ser mayor. Y es que, hijo mío, ya eres mayor, «todo un hombrecito» como dice tu bisabuela. No le falta razón.
Ojalá este año te dé todas las alegrías que te quitó el año pasado. Ojalá sigas con esa maravillosa sonrisa y esas ganas de ayudar a los demás. Ojalá sigas pidiéndome el beso de buenas noches y dándome la mano cuando tengas miedo solo para saber que sigo ahí contigo. Tengo que decirte que seguirás haciéndote mayor y que cada vez me necesitarás menos, pero tú yo sabemos que nos queremos siempre y que, pase lo que pase, yo estaré ahí para darte la mano si me lo pides.
Muy feliz cumpleaños, Mediano. Te quiero por siempre jamás.