Ha empezado a refrescar, los días ya son más cortos y eso se nota también en las temperaturas. Vamos camino del otoño (¡por fin) y eso, entre otras cosas significa hacer cambio de armario. O, más bien, tener que salir a comprarle ropa al Mayor básicamente porque es el que no tiene de quién heredar. Pero resulta que le ha dado por el cambio de talla de ropa en la adolescencia, que sí, que el pobrecito mío tiene que crecer, ya lo sé, pero es que esto es una batalla y ahora te cuento por qué.
¿Recuerdas cuando tu bebé iba creciendo y llegó un día en el que dejaste de comprarle ropa en la sección de bebés y tuviste que pasarte a la de niños pequeños, más o menos alrededor de los dos años? Yo recuerdo que me dio una mezcla de pena (porque mi peque ya no era un bebé) y alegría por poder ponerle ropita de mayor. Pues ahora al Mayor le pasa algo parecido. Ha dejado las tallas de niño (incluidas las que tienen algunas tiendas marcadas como «de adolescentes») y se ha pasado al lado oscuro. Perdón, quise decir a la talla de adulto.
Al pobre se le está poniendo un cuerpo que es más grande que él y a veces parece que es un elefante en una cacharrería. Yo pensaba que lo que me iba a afectar es cuando fuera tan alto como yo, pero qué va. Porque si tiene que crecer y estirarse, pues vale. Pero no contaba yo con que en algún momento tendríamos que buscar su ropa en la sección de hombre.
Al principio me resistí a cambiar de pasillo en las tiendas. Iba con el pensamiento: «sí, hombre, ¿cómo no le va a valer la ropa de niño grande o la de adolescente? Eso tiene que ser por el modelo de pantalón o por la marca, que ya se sabe que las tallas cambian de una marca a otra». Pero estaba equivocada. No era «problema» de la prenda, el modelo o la marca, es que el Mayor ha pegado un estirón en todos los sentidos y ahora, aunque resignada, tenemos que recorrernos el pasillo de hombre para buscarle ropa al crío.
Y esto, como madre, es un golpe bajo porque no estoy preparada para ello. Sin embargo, él es muy feliz porque ya se compra la ropa donde su padre (misma sección, se entiende) y, además, puede comprarse camisetas «de mayores» tipo Stranger Things que no las hay para niños. Y esto de sentirse diferente a sus hermanos, por ser más mayor que ellos, últimamente le encanta.
Así que nos puedes ver en la tienda a él todo emocionado rebuscando entre camisetas su talla y yo a un lado viéndole mientras me pregunto en qué momento ha cruzado esa línea divisoria donde cada vez se aleja más de mi pequeño primogénito. Menos mal que aún tengo dos hijos a los que les tengo que comprar la ropa en la sección de niño. Bueno, más bien uno y medio porque el Mediano ahora está a caballo entre la talla grande de niño y la pequeña de adolescente. Y te digo desde ya que, como el verano que viene el Mediano se me pase al lado oscuro, a mí me va a dar un parraque o algo peor. Perdón, de nuevo quise decir lado adulto.
CONTRAS:
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No te creas que todo es tan fácil como ir a la sección de hombre, elegir prenda y talla y ya. Qué va, ahora mismo el cuerpo del Mayor está en plena formación y es un horror porque cuesta encontrarle ropa que le quede bien, aunque sea su talla.
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De nuevo, todos estos cambios en los que no se suele pensar cuando hablamos de adolescencia, son los que peor llevo de momento porque me pillan completamente desprevenida y son como si me echaran un jarro de agua fría por encima.
PROS:
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Al Mayor le gusta más la ropa de adulto. Yo prefiero no pronunciarme sobre sus gustos…
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Dado el cuerpo que se le está poniendo, este invierno voy a darle para que se pruebe ropa de Papá³ que tiene en casa de cuando era joven, mucho más joven que ahora. Con suerte, creo que le valdrá y el Mayor ya ha dicho que le encantaría llevar ropa que era de su padre.
¿Ya has empezado a buscarle la ropa a tu pequeño adolescente en la sección de adulto?
Foto por Charles Deluvio.