Hace unos años te contaba por aquí que tuvieron que operar al Peque por un problema en un testículo. Escribí aquella entrada para contar nuestra experiencia frente a esa operación y también para ayudar (o tranquilizar) a quien viniera al blog por verse en las mismas circunstancias que nosotros. Me consta que aquella entrada cumplió su función (y a día de hoy sigue cumpliéndola). Así que, movida por el mismo interés, el de ayudar a través de nuestra experiencia, hoy voy a contarte que hace unos meses operaron al Mayor por tener un testículo en ascensor.
Al Peque le operaron de hidrocele comunicante, cuya operación fue muy parecida a la del Mayor aunque son cosas totalmente distintas. Antes de continuar, quiero hacer hincapié en que yo no soy médico ni tengo conocimientos médicos, por lo que todo lo que te voy a contar a continuación es lo que el urólogo pediátrico nos transmitió a nosotros. Así que, ante cualquier duda de lo que vas a leer a continuación, consulta al médico, empezando por tu pediatra.
Tener un testículo en ascensor es otra manera de llamar al testículo retráctil, es decir, un testículo que sube y baja del escroto. Y aunque no es lo normal en los niños, es cierto que es algo que tampoco es raro que pase. Cuando se diagnostica, se suele esperar un tiempo antes de hacer nada. En el caso del Mayor, esperamos hasta los 12 años. ¿Por qué? Pues porque con 12 años los niños están a punto de desarrollarse y esta operación, en caso de necesitarse, es mejor hacerla antes de la adolescencia. En nuestro caso, el pediatra se dio cuenta en una revisión rutinaria que el testículo del Mayor subía y bajaba, así que nos derivó al urólogo pediátrico, quien le fue haciendo revisiones. En cuanto vio pelusilla púbica, nos dijo que la operación no podía esperar más.
Los riesgos de no operarle, según nos contaron, podían ser varios. Entre ellos estaba que el Mayor pudiera quedarse infértil, pues al no bajar correctamente del escroto, el testículo se sobrecalienta, por lo que la fertilidad del niño se puede ver muy afectada. Así que hicimos los trámites necesarios y en poco tiempo el Mayor entró a quirófano. La operación es muy poco invasiva y salió del hospital el mismo día con tres puntos en el testículo. Aunque al principio fue un poco incómodo para él, a los pocos días solo tenía una leve molestia que le hacía andar como si se hubiera bajado de un caballo, en plan vaquero del lejano oeste.
Unas curas caseras con betadine y par de revisiones más bastaron para darle de alta. En mes y medio ni se acordaba de la operación ni de las molestias. El testículo por fin está en su lugar y la cuestión de tener o no hijos ya solo dependerá de él.
CONTRAS:
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Para poder operarle y dada su edad, lo que nos aconsejaron para que la cirugía fuera como tenía que ir sin que él se pusiera nervioso fue anestesia general. Le durmieron del todo y eso siempre me pone nerviosa. Afortunadamente, todo salió bien (tampoco tenía por qué salir mal) y en cuanto se despertó y le revisaron pudimos irnos a casa.
PROS:
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No le dio fiebre ni nada, así que lo peor que él recuerda de la operación fue un poco de dolor al despertarse tras salir de quirófano y algo de molestia en el testículo los días posteriores. Algo normal si lo piensas, pues es una zona donde, pongas las piernas como las pongas, hay roce.
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Mi hijo ya está bien, hemos evitado todos los inconvenientes que nos dijeron que podían suceder de no operarle.
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Aunque le ha quedado una pequeña cicatriz en la zona, no nos preocupa ni a él ni a mí, pues el testículo es una parte del cuerpo que no tiene por qué enseñarse.