Este verano que acabó ayer (¡feliz otoño!) nos ha dejado clara una cosa, el Mayor ha empezado a querer estar solo, a reclamar un espacio y un tiempo solo para él, al margen de sus hermanos e incluso de nosotros. No es algo que me moleste ni que le recrimine, pero sí que me parece curioso. La verdad es que no sé si yo también pasé por esa fase «solitaria» porque yo siempre he sido de jugar sola, estar en mi habitación leyendo sola y hasta de preferir quedarme en casa en vez de salir por ahí.
La primera pista de esta nueva fase quizá fue cuando mis hijos cambiaron de habitaciones y el Peque empezó a compartir habitación con el Mediano, con lo que el Mayor se fue a la habitación pequeña, toda para él. Desde entonces, ha reclamado, tanto a Papá³ como a mí, un rato con nosotros a solas. A veces es quedarse a ver una peli por la noche, otras es acompañarnos si vamos a comprar alguna cosa o quedarse en casa si salimos un momento con sus hermanos.
Pero este verano ha hecho una cosa que no había hecho antes. Verás, cuando mis hijos se han ido a casa de los abuelos, siempre han ido los tres juntos (o al menos dos). Y nunca habían protestado por ello. Sin embargo, un día de verano el Mayor pidió irse a casa de sus abuelos él solo. Y este «solo» era condición indispensable para ir. Vamos, que si tenía que irse con alguno de sus hermanos, prefería quedarse en casa a ir con los abuelos. Me pareció bastante curioso porque nunca antes había pedido algo parecido.
Y, bueno, así lo hicimos, se fue sin sus hermanos a casa de los abuelos, se lo pasó genial, no echó de menos a sus hermanos y volvió muy contento. Ya he comentado antes que este verano ha sido el de las discusiones y peleas (no ha habido ninguno como este desde que tengo a mis hijos), así que no me extraña que al Mayor se le haya juntado un poco todo y quisiera poner distancia de sus hermanos. Es más, cuando hice la foto de las notas de vuelta al cole para Instagram, le pregunté que qué era lo que más le gustaba de la vuelta al cole. Pues bien, lo primero que me dijo es que iba a dejar de estar con sus hermanos todo el día.
Y es que, como suelo decir, el Mayor ya juega en otra liga y se le nota mucho. No es que no juegue con sus hermanos, que sigue haciéndolo, pero ya no tanto como pueden jugar juntos el Mediano y el Peque ni a las mismas cosas. Podría decirse que es más selectivo con lo que juega con sus hermanos. Y, de la misma manera que a ratos se apunta a los juegos de sus hermanos, también es cierto que hay otros ratos que reclama un poco de espacio y tiempo para él solo.
A Papá³ y a mí nos parece algo lógico y natural, así que no le decimos nada. A menos que se pase de rosca (por ejemplo, no puede quedarse solo, sin hermanos ni padres, un día entero ni podemos mandar lejos a sus hermanos para que no le molesten…). Es más, creo que después de la alegría inicial por verse solo, empezaría a echarnos de menos a todos (sus hermanos incluidos), porque alguna vez le ha pasado algo parecido.
CONTRAS:
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A veces el Mayor no puede estar todo lo solo que le gustaría, así que le toca aguantarse.
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En ocasiones, puedo entender que necesite su espacio frente a sus hermanos, pero como decía, ha sido un verano muy cargado de discusiones y muchas de ellas han sido por tonterías como el sitio en el sofá o un simple cojín. Por tanto, me parece que lo de querer estar solo a veces es más algo un poco egoísta más que una necesidad.
PROS:
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Papá³ y yo entendemos que es una nueva etapa y que el Mediano y el Peque, llegado el momento, también pasarán por ella. Así que ni nos parece mal que el Mayor quiera estar solo ni nos ofendemos si no quiere pasar un rato con nosotros.
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Cuando los tres están en modo «todo me molesta» (hasta el aire que respiras a mi lado), que haya uno que se retire del conflicto (aunque sea porque quiere estar solo) siempre ayuda a relajar el ambiente.