¡Feliz cumpleaños a mí! Este verano cumplo treinta y todos y, la verdad, los cumplo con mucho ilusión. Aunque, como dice el chiste, en realidad, cumplo un año porque los demás ya los tenía, ja, ja, ja… sí, los chistes malos son mi debilidad (junto con el chocolate). Pero, volviendo al tema, esto de cumplir 39 años me ha hecho reflexionar, no por la edad, sino porque es algo que me pasa en cada cumpleaños desde hace ya muchos años.
Para empezar, te diré que este año esta entrada va con retraso, pues mi cumpleaños no es esta semana, sino que ya ha sido. Y no lo he publicado antes porque este verano me estoy tomando esto de las redes sociales con más calma. Hay días en los que no tengo qué publicar o que se me echa el tiempo encima o, simplemente, no me apetece. No me estoy forzando a tener la foto del día preparada ni me estoy sintiendo culpable por ello. Y esto creo que es bueno.
Por otro lado, haciendo un poco de introspección, me he dado cuenta de que he cambiado mucho en los últimos cinco años. Mi ansiedad y depresión han tenido buena parte que ver en esto. Antes confiaba mucho más en las personas, ahora soy bastante recelosa. He visto la cara fea de la gente y me ha afectado mucho. Razón por la cual ha cambiado mi relación con las redes sociales e incluso con el blog. Digamos que, en este tema, me he venido un poco abajo. Pero no pasa nada porque, a pesar de todo, aquí sigo.
Yo quería llegar a los cuarenta siendo esa clase de mujer que ya está de vuelta de todo, que hace lo que le hace feliz y a la que le importa un pimiento el qué dirán. Pero creo que, para lograrlo, este año me va a tocar trabajar bastante en mí misma. No sé si lo lograré (hola, inseguridades y complejos), pero sé que lo voy a intentar y a ponerle muchas ganas. Papá³ me anima y me apoya muchísimo en este sentido (en realidad, en todos los posibles) y creo que nunca podré agradecerle todo lo que está haciendo por mí para que lo consiga.
También me he dado cuenta de que hay cosas por las que ya no quiero seguir pasando porque mi opinión y mis sentimientos también cuentan. Y, si esto pasa por distanciarme de ciertas personas, pues que así sea. No se trata de no volver a verlas, sino de aceptar cómo son y cómo se comportan para que su comportamiento no me afecte en exceso.
Así que he decidido hacer más cosas que me gustan: escribir en el blog, hacer fotos, trastear en Photoshop y quizá, solo quizá, sacar mi máquina de coser y aprender a usarla aunque solo sea en lo básico. Por supuesto, mis hijos y mi familia están en lo más alto de mi lista de cosas que me gusta hacer, así que también voy a intentar disfrutar de ellos siguiendo el consejo de la última frase que he publicado en Instagram. Porque quiero volver a disfrutar de mi maternidad como lo hacía antes, cuando eran más pequeños.
Espero que los treinta y todos me den el empujón que me falta para poder poner mi vida en orden o, mejor aún, para disfrutar del caos que es mi vida. También confío en sacar un poco de tiempo para mí para centrarme en lo que realmente me hace feliz porque las pequeñas cosas y los pequeños momentos son, en realidad, lo más grande de la vida.
CONTRAS:
-
Suena todo muy bonito, los buenos propósitos y las buenas intenciones que comparto aquí contigo, pero soy consciente de que es más fácil decirlo que hacerlo. Pero, como te decía antes, por intentarlo que no quede.
PROS:
-
Todos mis propósitos vienen sin agobios. Voy a intentarlo, pero no voy a martirizarme si no lo consigo si al menos lo he intentado. Creo que a veces el camino es tan importante como la meta. Y hay que disfrutar de cada paso, traiga este el éxito o no.