… de hacer una fiesta de pijamas en casa

Hacer una fiesta de pijamas en casa

Hace unos meses, el Mayor me dijo que, para su cumpleaños, en vez de invitar a sus amigos al cine o a cualquier otra cosa, este año quería hacer una fiesta de pijamas en casa. Le dije una frase muy de madre: «veremos a ver» porque pensaba que, en los meses que quedaban, aún podía cambiar de idea como tres veces. Sin embargo, los meses pasaron y el Mayor seguía fiel a su idea inicial. Así que empecé a hacerme a la idea de que su cumpleaños se celebraría en casa con sus amigos.

Es cierto que alguna vez se han quedado a dormir amigos del Mayor y el Mediano en casa, pero siempre de uno en uno. Una criatura más en casa no se nota, salvo que mis hijos parecen más nerviosos, con ganas de enseñarle todo al amigo y de jugar a todo lo jugable antes de que se tenga que ir. Pero la fiesta de pijamas son palabras mayores porque no iba a venir solo un amigo o dos. El Mayor es muy sociable y tiene muchos amigos. Sabíamos que mínimo cinco preadolescentes ya se iban a venir a casa.

Y esta es otra, que ya hablamos de preadolescentes. Con sus hormonas, su tontería propia de esa edad y todo el paquete. Así que empezamos tirando por lo bajo. «Hijo, invita a cinco amigos» fue lo que le dijimos. Todos se apuntaron, pero claro, él también quería invitar a sus amigas. Así que le dimos permiso y el resultado final entre todos fue 8 amigos. Habíamos pensado en abrir un sofá-cama, pero con ocho ya se nos quedaba corto. Lo más rápido fue comprar un colchón hinchable para dar cabida a tanto cuerpo. Y aún así, tuvimos que tirar un colchón de la cama-nido del Mayor al suelo. Aquello fue todo un espectáculo. No sabía yo que cabía tanto colchón por el suelo de mi casa, ja, ja, ja…

Uno de los miedos que teníamos Papá³ y yo era que estuvieran todo el día pegados a la consola, pero teniendo en cuenta que en casa solo tenemos dos mandos y que ellos eran ocho, estaba claro que tendían que hacer turnos. Al final, salimos al parque y hasta estuvieron jugando a juegos de mesas. También hubo tiempo para la consola, claro, pero como decía antes, no les quedó más remedio que hacer turnos.

Respecto a la noche, bueno. Yo ya me imaginaba que mucho no iban a dormir, pero pensaba que, cuando por fin cayeran, dormirían hasta el día siguiente. Pues, bien, me equivoqué. Estuvieron de charla y de risas hasta las cuatro o las cinco de la madrugada. El Mediano y el Peque tenían un cabreo de no te menees porque ellos querían dormir y no les dejaban con tanta juerga. El caso es que, al final, se durmieron. Sí, para despertarse otra vez a eso de las seis de la mañana. Me despertaron unas risas y no me hizo ninguna gracia. Al Mediano, quien también fue despertado, tampoco le gustó despertarse así. Cuando acabaron las risas, media hora más tarde, por fin pudimos volver a dormirnos todos. Y esta vez, hasta las nueve de la mañana. A esa hora, empezaron a desfilar por la cocina un sinfín de preadolescentes con cara de mucho sueño y con hambre.

Sin embargo, la fiesta continúo el domingo también. Algunos se fueron a lo largo de la mañana, pero hubo otros que se quedaron a comer. Así que dimos el cumpleaños por terminado a media tarde del domingo. Y ahí ya sí, me pude fundir con el sofá. Hasta el año que viene, supongo…

CONTRAS:

  1. A mis hijos solo les hizo falta acostarse pronto el domingo para salir como nuevos el lunes. Papá³ y yo no fuimos personas hasta el miércoles.

  2. El Mediano y el Peque, a pesar de su descontento inicial por no poder dormir en condiciones esa noche, ya están pidiendo poder celebrar sus cumples en casa, con sus amigos quedándose a dormir. De momento, creo que jugaremos la baza de la edad, je, je, je…

PROS:

  1. A pesar de que no sabía yo muy bien cómo encajar a tanto preadolescente para dormir (sus cuerpos son ya más de tamaño adulto que de niño), al final lo importante no fue dormir. Pero aun así, tuvieron un hueco donde dormir al menos un par de horas.

  2. Temía yo también que el colchón hinchable acabara siendo cama elástica (hasta compré unos parches por si acaso), pero aguantó toda la noche y no se pinchó.

  3. El cumple del Mayor ha sido una paliza épica para Papá³ y para mí, pero estamos muy contentos de que todos los amigos del Mayor y el propio Mayor disfrutaran enormemente.

  4. La fiesta de pijamas también nos ha dado la oportunidad de conocer un poco más a fondo a los amigos de nuestro hijo y estamos felices de ver que son muy buenas personas.

  5. Con tanto niño en casa y dados los tiempos que corren, Papá³ le pusimos una norma al Mayor: ningún niño o niña tenía que salir de casa avergonzado o sintiéndose mal. Esto implicaba que no estaba permitido meterse unos con otros, obligar a alguien a hacer algo que no quisiera y nada de fotos comprometidas con los móviles, por ejemplo. Y he de decir que la norma se respetó por parte de todos.

¿Te animarías a celebrar una fiesta de pijamas en casa?

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