Espero que me perdones por el título de esta entrada, es malísimo, lo sé. Pero quería contarte cómo son mis tardes ahora que mis Trastos son mayores. Verás, cuando eran bebés, todas mis tardes (y todo mi día y toda mi noche) giraba en torno a ellos. Ciertamente, no tenía un momento para aburrirme. Entre pañales, meriendas, baños, juegos… Las tardes se me pasaban en un suspiro. Pero han ido creciendo y siendo más independientes de mí. Y ahora mis tardes son completamente distintas en muchos aspectos.
Hace ya un tiempo que siento que no me necesitan tanto. Ninguno de los tres necesita que yo le haga la merienda porque se la preparan ellos solos. Lo que está genial, pues este era mi propósito hace unos años. Y, aunque al Mayor le seguía bañando yo con seis años, el Peque quiso ducharse solo en cuanto vio que sus hermanos empezaban a hacerlo ellos solos también. Otra cosa más que me quité de encima. Y lo digo así porque, aunque me gustaba el momento del baño porque me permitía estar un ratito a solas con cada uno de mis hijos, también era un objetivo conseguir que aprendieran a ducharse solos.
Respecto a los deberes, tengo que reconocer que mis hijos no suelen traer mucha tarea a casa, pero la que traían solo han necesitado de Papá³ y de mí explicar el ejercicio y poco más. Es cierto que ahora el Mayor necesita más tiempo de estudio (se nota mucho que está en el último curso de Primaria) y que a veces es necesario sentarse con él un rato para explicarle algunas cosas de los temas o para preguntarle si tiene examen. Quien más «supervisión» requiere ahora mismo es el Peque, que acaba de empezar Primaria y tiene que hacerse al nuevo ritmo de esta etapa educativa, a los deberes y hasta a algún examen.
Y ahora, con sus 11, 9 y 6 años, el juego es más libre, más entre ellos y menos conmigo. Que yo también juego con ellos, sí, pero ya no es todo el rato ni de la misma manera. A veces juego con ellos a la consola y otras nos echamos partidas de juegos de mesa. Pero la mayoría del tiempo se las apañan ellos solos, salvo cuando se enfadan unos con otros y entonces suelen venir a buscarme para que juegue con ellos porque no quieren jugar con sus hermanos. Y entonces acabamos jugando todos los que están dispuestos a algún juego de mesa.
Pero si no cuento estas ocasiones, que cada vez se dan menos, es cierto que recurren a mí pocas veces a lo largo de la tarde. ¿Y qué pasa entonces? Pues que aquí la que escribe anda como pollo sin cabeza, medio perdida en su propia casa y sin saber muy bien qué hacer. Desde que eran muy pequeños, dejé de hacer cosas de la casa por las tardes porque quería dedicarme enteramente a ellos (el horario de Papá³ hace bastante complicado contar con él por las tardes). A ver, la cena hay que hacerla, claro, pero no me ponía a limpiar un baño a las siete de la tarde. Eso lo dejaba para otro momento. Y reconozco que sigo con esa costumbre. He pensado en ponerme a leer porque tengo libros muy recomendados esperando a que encuentre ese ratito para leerlos. Pero reconozco que no soy capaz de concentrarme en lo que estoy leyendo porque estoy pendiente de mis hijos: de si se pelean, de si me llaman, de cualquier cosa que pueda pasar.
Estoy empezando a ver la tele por las tardes. Pero no nada que realmente me guste ver por la misma razón por la que no cojo un libro. Digamos que, simplemente, quito la programación infantil y pongo algún otro canal con contenido «más adulto» (sí, me veo los programas de reformas de casas), pero no le hago mucho caso.
Resumiendo: no hago nada de provecho para mí (a pesar de toda mi lista de «pendientes») porque, aunque mis hijos no me requieran constantemente, quiero estar disponible para ellos. Es lo que siempre he hecho y ahora me cuesta romper con ese hábito. A veces hago fotos (practico la fotografía, más bien), pero, como por arte de magia, cuando más concentrada estoy con los parámetros manuales viene alguno de mis Trastos con algún problema y la inmensa mayoría de las veces tengo que apagar la cámara.
Y es que creo que mis hijos tienen como un don. A veces estoy hasta una hora sin hacer nada y, justo cuando empiezo a concentrarme en alguna actividad (escribir esta entrada, leer, aprender a manejar la cámara réflex…), viene uno de los tres con algo que requiere toda mi atención y tiempo por mi parte. Y la verdad es que me molesta bastante por ese don de la oportunidad que parecen tener.
Tras años de experiencia, me he dado cuenta de, como ellos no lo hacen a propósito, es mejor para mí dejar lo que estoy haciendo pues, de lo contrario, suelo enfadarme. Y eso no es lo que quiero. Así que es un «ni contigo ni sin ti» en toda regla. A día de hoy, puedo decir que me aburro muchas tardes. O al menos algún rato cada tarde. Si me lo hubieran dicho hace un par de años, no me lo hubiera creído. Y, por todo esto, estoy intentando redefinir mis tardes.
CONTRAS:
-
Creo que no puede ser que siga tan pendiente de mis hijos cuando ellos no me reclaman tanto como antes.
-
Pero por otra parte, visto que mis hijos tienden a interrumpirme cuando más concentrada estoy, tampoco sé qué hacer con ese tiempo.
PROS:
-
Me alegra ver que juegan juntos, que empiezan a resolver sus discrepancias ellos solos y que ya pueden hacer cosas como ducharse sin mi supervisión. Esto de no estar tan solicitada es una experiencia nueva para mí.
-
Creo que, en cuanto dé con la manera de hacerlo, voy a poder aprovechar un ratito cada tarde para hacer algo por y para mí. Pero, mientras llega ese día, sigo intentando dar con la fórmula maestra. ¡Cómo han cambiado mis tardes!
A mí me pasa igual. El grande lo hace todo sólo… Alguna explicación puntual y listo. La peque necesita más ayuda escolar pues le cuesta mucho las asignaturas bilingües. Peto siempre tengo algún tiempo libre perdido entre explicación y ejercicios. Me he apuntado por las mañana al B2 de inglés así mejoro mi inglés y les puedo echar una ayuda a mis hijos con el bilingüismo. Y por la tarde hago los deberes que me mandan así estoy como ella y la motivo más.. Pero por supuesto siempre hay interrupciones. Creo que son inevitables.
Estoy deseando que llegue esa fase!! Ahora tienen 6,4 y 1,5 años y no puedo plantearme ni un hobby… Me encanta leerte porque vas adelantándome las cosas 😄
Ay! Como te entiendo! Mis peques empiezan a no ser tan demandantes….pero yo no me reorganizo y como dices…me cuesta ponerme con según que cosas cuando están ellos porque sé que me van a interrumpir y ya no me concentro.
Estamos en un punto de inflexión…supongo
Un abrazo
A mí me pasa también, hay tardes que dudo entre ponerme a planchar para no tener que hacerlo por la noche, pero me siento mal por no estar tan disponible, así que me quedo pero basta que esté allí aburrida para que no me haga ni caso, y si cojo el libro o una simple revista es como si no lo soportara y entonces me llama… en fin, será cuestión de adaptarse!