… de no saber sobre qué escribir

No saber sobre qué escribir

Hoy vengo con una crisis blogueril a pedirte ayuda: no sé sobre qué escribir. Verás, hace casi 6 años que empecé a escribir este blog. Lo hice sin conocimientos previos y sin un objetivo claro más allá de compartir mi maternidad con madres como tú, fuera de mi círculo de amistades y familiar. Al principio disfrutaba muchísimo con el blog y todo lo que conllevaba. Leía muchos blogs de maternidad y me apetecía tener el mío. No fue fácil dar el salto porque no encontraba qué podía aportar yo o en qué podía diferenciarme del resto. Pero, una vez superado el miedo y dado el salto al vacío, me alegré muchísimo de haberlo hecho.

Conocí otros tantos blogs y mi visión de la maternidad se hizo más grande. Jamás me he etiquetado bajo un modelo de crianza, pero he aprendido mucho en este camino. Cuando empecé a escribir por aquí, el Peque aún no tenía un año y el Mayor rondaba los cinco. ¿Y esto es importante? Muchísimo porque la inmensa mayoría de blogs de maternidad se mueven entre esa franja de edad de los hijos. No me era complicado encontrar temas de compartir por aquí.

Pero los hijos crecen y me vi en la tesitura de decidir si quería anclar mi blog a temas de bebés o seguir por aquí acompañando a mis hijos en su crecimiento y compartiéndolo contigo. Me decanté por la segunda opción. Fue entonces cuando llegaron más imprimibles al blog. Yo seguía feliz y contenta con esta plataforma y por poder seguir compartiendo vivencias y pensamientos sobre mi maternidad. Pero ahora todo ha cambiado. El Peque se acerca rápidamente a los 7 años y el Mayor a los 12, todo un preadolescente.

Esto significa varias cosas. Por un lado, los temas sobre los que hablar en estas edades se reducen drásticamente. Todo gira en torno a la adolescencia, a retar a los padres, a los peligros de las nuevas tecnologías y poco más. Es verdad que podría contar mil anécdotas sobre cómo el Mayor estira los límites que Papá³ y yo hemos establecido y cómo está entrando en el típico pasotismo adolescente. Pero estoy segura de que, al final, acabarías cansándote de leer siempre sobre lo mismo. Y con razón.

Por otro lado, yo no soy maestra ni pedagoga ni nada parecido. Por lo tanto, tampoco puedo dar consejos sobre cómo manejar determinadas situaciones. No me veo con legitimidad para hablar con propiedad sobre el tema. Solo soy una simple madre más. Un ejemplo: es más fácil contarte mi rutina para dormir a mi hijo de año y medio que contarte cómo conseguir que tu hijo adolescente deje de darte malas contestaciones porque no lo sé.

Es cierto que también he compartido en el blog recetas, pero dejé de hacerlo porque me encontré fantásticos blogs que lo hacían mucho mejor que yo. Las manualidades han sido otro tema con bastante peso por aquí, pero mis hijos ya casi no las hacen y yo me niego a forzarles solo para poder publicar la correspondiente entrada.

Y esta noche lo he visto claro. He tenido sueños muy extraños que no me han dejado dormir bien y además he tenido un poco de insomnio. Para intentar conciliar el sueño, me he puesto a pensar en temas para publicar en el blog. Y entonces me he dado cuenta de que casi no publico porque no sé sobre qué escribir. Lo que ha dado paso a la gran pregunta: ¿debería cerrar el blog?

Sinceramente, no quiero abandonarlo. Me gusta escribir, me gusta el mundo de las redes sociales, me encanta aprender cada día en este mundillo detrás de la pantalla del ordenador. Pero la realidad es que he perdido la inspiración. Así que a día de hoy no sé si continuar (dando un poco palos de ciego), si cerrar el blog y continuar con las redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter…), si cerrarlo todo y dedicar ese tiempo a otras cosas…

Y así he llegado a la conclusión de que la única forma de mantener vivo este blog es dándole un cambio de rumbo. Lo he visto en otros blogs. Hay algunos que se han decantado por las manualidades, la cocina, la belleza… La cocina y la belleza los descarto yo directamente y, respecto a las manualidades, lo único que podría hacer es compartir por aquí las que me vaya encontrando y que me parezcan adecuadas y fáciles de hacer con los niños.

No soy de tomar decisiones rápidas, así que por ahora no voy a echar la llave; pero necesito tu ayuda. Creo que tú, que llegas hasta mi blog a leerme porque te interesa o te gusta lo que cuento, eres la persona más indicada para ayudarme a tomar una decisión. Solo necesito que me digas qué temas te interesan, qué es lo que buscas cuando llegas a este blog o a otros similares. Te lo voy a poner lo más fácil que puedo:

– cuéntamelo en un comentario (al final de esta entrada),

– cuéntamelo en un correo electrónico,

– cuéntamelo a través de este formulario:

CONTRAS:

  1. Me daría mucha pena cerrar el blog, aunque sé que algún día llegará ese momento. Pero me gustaría retrasarlo todo lo posible.

  2. Si continúo, siento que voy a caer en un bucle monotemático que quiero evitar a toda costa.

PROS:

  1. Sé que quiero seguir con el blog porque, cuando tengo algo que contar, lo hago con la misma ilusión que al principio.

  2. Confío en que puedas echarme una mano. Para ti será solo un momento (ya sabes que no soy de robarte mucho tiempo) y al blog le daría la vida.

Ha sido difícil escribir esta entrada porque es casi como admitir una derrota. Por favor, ayúdame a salir del atolladero y decidir qué cambio de rumbo tomar.

¿Te apuntas al boletín mensual?

Charlamos un poco y además recibes un resumen de las entradas del mes.

¿Tienes algún contra o pro más? ¡Cuéntamelo! :)

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.