Papá³ y yo siempre tuvimos claro que queríamos una especie de despacho en casa. Con el paso de los años y con nuestros Trastos creciendo y necesitando su espacio para las tareas del cole, al final hemos tenido que crear un pequeño estudio en casa.
Papá³ trabaja a veces desde casa y yo pretendía tener un trabajo que desarrollar desde casa también para poder estar con mis Trastos. Para mí, la diferencia entre un despacho y un estudio es prácticamente nula. Nosotros lo hemos acabado llamando despacho porque es un lugar común, para niños y adultos, que necesiten usar el ordenador, la impresora o, simplemente, un sitio tranquilo donde hacer tareas.
Ya que dos de nuestros tres Trastos comparten habitación, el tema de hacer los deberes juntos se convertía en un cachondeo. Así que, en nuestro afán de crear también para ellos un lugar de estudio aceptable, hemos destinado un lugar de la casa a estos menesteres.
En nuestro estudio conviven librerías llenas a rebosar que nos trajimos de nuestro mini piso con una estupenda mesa de despacho heredada. Solo nos faltaba una cosa, la silla. A una mesa de despacho no le va bien cualquier silla. Y ya no hablo del aspecto estético, es que algunas sillas no tienen la altura correcta. Así que hemos estado años probando distintas sillas. Pero ninguna nos convencía.
Hasta que hace poco, Papá³ propuso que, ya que ahora pasa más tiempo en el estudio trabajando, había que empezar a mirar sillones de oficina. Y así es como nuestra silla del estudio llegó a casa. Un sillón práctico donde tanto mis Trastos como Papá³ o yo nos sentimos realmente a gusto.
Aunque hemos puesto un escritorio en la habitación de mis Trastos (y tenemos en mente comprar otro con vista al curso que viene), lo cierto es que en el cole cada vez más los trabajos requieren de búsquedas en Internet. Así que te puedo asegurar que hay semanas que mis Trastos usan el estudio más que yo. Pero para las tareas del día a día, esas que no requieren ordenador, tienen su escritorio con una mesa normal. Aunque, sinceramente, no descarto poner una más cómoda, como la que tenemos en el estudio, pero algo más pequeña para los niños.
CONTRAS:
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Me costó bastante claudicar y comprar la silla de despacho para el estudio por una razón: no me gustan las sillas con ruedas porque creo que rayan el suelo. Sí, ya sé que ahora las hacen con ruedas de goma y se supone que no rallan, pero es una manía, yo sigo desconfiando.
PROS:
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Una buena silla te permite tener la postura correcta. Y creo que cada silla está pensada para una actividad. Por eso no me llevaría una silla de cocina a un escritorio ni una silla de comedor a un despacho.
¿Eres tan maniática como yo para las sillas o con cualquiera te vale?
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Creo que necesito un espacio para mi….
Si lo estás pensando es que lo necesitas. Aunque sea pequeño, seguro que te aporta mucho 🙂