Recuerdo cuando el Mayor comenzó a usar lápices y ceras de colores en casa. Me las prometía yo muy feliz porque había conseguido que pintara en papeles o, en su defecto, que no pintara las paredes o el sofá. Creía que tenía controlado el tema de las pintadas en casa. ¡Qué ilusa era!
Entonces, a su tierna edad de 6 años me encontré un monigote muy bien pintado en una pared. Es la foto que encabeza esta entrada. Por supuesto, el Mayor le echó la culpa a sus hermanos. Ya ves, a un mico de cuatro años que solo hacía garabatos y a un bebé que no podía ni hacer un triste rayajo. Estaba claro que había sido él.
Uno año más tarde, fue el Peque con su año y medio quien decidió decorar su habitación. Se subió a la cama y, con un lápiz que aún hoy no sé de dónde sacó, empezó a hacer rayas en la pared. El lápiz en cuestión era para niños pequeños, es decir, con un grosor adecuado a la mano del niño y con mina blanda, para pintar sin apenas apretar. Solo que al Peque le dio por apretar. Así que, aunque conseguí borrar como pude los rayajos, las hendiduras aún pueden notarse en la pared.
Y, por supuesto, cómo no, al final el Mediano también se decidió a hacer sus pinitos en esto de hacer pintadas en casa. Lo suyo fue más un acto de rebeldía. Se enfadó mucho porque no le dejé jugar a la consola un día. Así que el año pasado cogió un lápiz y, ni corto ni perezoso, se metió debajo de la mesa del salón y escribió «Mamá mala». Es la otra imagen de esta entrada. No sé si podrás apreciarlo bien pero, junto al maravilloso texto, dibujó una carita triste.
Debido al mensaje de esta última pintada, reconozco que fue la que más me dolió en el alma. Sé que es algo normal y que no debo tomármelo en serio, pero que tu hijo te llame mala duele. Conseguí limpiar el estropicio y, al final del día, el Mediano me pidió perdón por llamarme mala y por haber pintado el suelo. Él y yo hicimos las paces y tan contentos… pero aún así, cada vez que me acuerdo, me pongo un poco triste. No lo puedo remediar.
CONTRAS:
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Las pintadas de las paredes las borré como pude con el borrador mágico que venden en supermercados y que más de un apuro nos ha sacado ya. Sin embargo, la pintada del Peque fue extremadamente difícil debido a la mina blanda del lápiz.
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La pintada del Mayor me cayó como un jarro de agua fría y me enseñó que, con niños pequeños, no se puede tener una casa decente. Al menos yo no puedo con mis Trastos. Imagínate, acabábamos de mudarnos de casa y estaba súper limpia con sus paredes recién pintadas y todo… y justo ahí plasmó su arte.
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Como ya te he dicho, la pintada del Mediano fue la que más me dolió. Entiendo que estaba enfadado y que, de alguna manera tenía que sacar su enfado, pero el mensaje me caló hondo.
PROS:
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Conseguí quitar todas las pintadas. Así que hoy apenas notarías dónde estaban.
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Afortunadamente, la pintura que tenemos en casa permite pasar un paño húmedo para limpiar sin llevarse la pintura. Gracias a eso y al borrador mágico pude volver a dejar las paredes medianamente aceptables.
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El monigote del Mayor me parece hasta gracioso. Si no hubiera estado hecho en la pared, me habría hasta gustado.
Ay, la primera es muy graciosa (toda una obra de arte) pero que penilla la del mediano :-O La mia la pobre también me pintó una vez la pared entera, además hace poco y me quedé flipando porque no lo había hecho nunca y es super cuidadosa para todo. La pobre el susto que le dio de verme la cara de sorpresa/enfado se puso a llorar como nunca la había visto y eso que ni la reñí, me dio tanta pena… Lo limpiamos juntas con trapos agua y alcohol como pudimos, ojalá hu8biera tenido cerca uno de esos borradores!!!
Cuando los peques hacen algo que no suelen, nos descolocan. Y entonces reaccionamos de una manera poco habitual. Y entonces somos nosotras quienes les descolocamos. Pero creo que estuviste muy acertada con tu reacción al limpiarlo las dos juntas. Para la próxima, busca esos borradores mágicos. Aunque sabiendo cómo es V es posible que no tengas que usarlos por ella 😉
Mis sillas del comedor, de imitación a piel, blancas e inmaculadas, son ahora Mirós con patas. También ha logrado pintar con ceras en los cristales ¿cómo es posible si son de mala calidad y a duras penas logra que pinten en el papel?
Yo he comprobado que, cuanto peor es la pintura con la que hacen sus obras de arte en sitios nada apropiados, más difícil es quitarla después. Yo creo que los fabricantes lo hacen a propósito, jajaja… Lo siento mucho por tus sillas, lo mismo al ser tan blancas las confundió con el papel 😉
Bichillo es aún muy pequeño para las pintadas, aunque no espero librarme de ellas (aunque siempre hay gente muy entendida, sin hijos por cierto, que nos aconsejan cómo evitarlas… que majos…). La experiencia que tengo es que la casa de mis padres parecía el museo del Prado gracias a mi hermano, que por aquel entonces pensábamos que iba a ser artista.
Es que hay gente, no lista, sino listísima. Y, bueno, ya sin hijos, es que son los más indicados para hablar de estas cosas que tanto conocen (nótese mi ironía)… Yo intento no hacer caso de sus comentarios y me va mejor 😉
Pues mi casa, más que el Museo del Prado, parece el Reina Sofía porque lo que más hay en las paredes son rayajos y expresiones artísticas sin formas reconocibles, jejeje… 😀