El Mayor tiene ahora 8 años y le quedan solo unos pocos meses para cumplir nueve. Es un niño muy espabilado, muy noble y con un gran corazón. Y ahora, también, estoy empezando a tener un hijo contestón. Da malas contestaciones a sus hermanos, a su padre y a mí. Y yo ya no sé qué hacer.
A nadie le gustan los niños contestones. Y por “niño contestón” no me refiero a uno que lo cuestione todo porque eso creo que también sería algo bueno, pues el sentido de crítica y de hacerse preguntas creo que es parte del desarrollo infantil. No estoy hablando de que le diga al Mayor que se ponga el abrigo y el me responda que por qué si fuera hace sol y entonces yo le responda que porque, a pesar del sol, hace mucho frío. No, no me refiero a eso.
Estoy hablando de que le digo que se ponga el abrigo porque hace frío y él me responda “paso”. Estoy hablando de que le digo que deje la consola porque aún no ha terminado sus tareas y me conteste con un desafiante “no”. Me estoy refiriendo a que le digo que, como siga así, se va a quedar sin la tablet todo el fin de semana y me suelta un “pues me da igual”.
Esta situación ha mejorado mucho en casa desde que tenemos la tabla de comportamiento. Pero debemos seguir trabajándola. Todo el mundo me dice que es una fase, algo así como la pre pre-adolescencia. Vamos, que si la adolescencia no es ya complicada, ahora hay otra etapa que es la preadolescencia. Y, encima, otra más que la precede. Perdóname, pero esto de intentar categorizar todas las fases de la vida me parece un absurdo. Los adultos siempre justificaremos lo que hacen los niños a través de categorías. ¿Recuerdas los “terribles” dos años? Pues ahora vienen los “desafiantes” nueve. ¡Prepárate!
Llámalo como quieras, pero es un hecho que el Mayor está empezando a comportarse como un niño contestón de esos que no nos gustan a nadie. Afortunadamente no lo es todo el tiempo. Tiene sus momentos. Normalmente cuando está enfado por algo o con alguien. Creo que es su forma de canalizar su enfado. Y a mí me parece muy saludable que deje salir esa ira, pero creo que las formas no son las adecuadas.
El otro día, Papá³ me lo dijo bien claro: “nos quedan cinco años”. Cinco años hasta la adolescencia. Nos toca trabajar duro y constantemente para hacerle entender que ese no es el camino. Que su forma de actuar nos duele a quienes más le queremos. Que en la vida hay dos caminos: el fácil y el correcto. Pero esto, que aquí escrito suena tan bien, es a la vez tan complicado de conseguir.
Si conseguimos que se siente y hablamos con él, el Mayor tiene claro que esa forma suya de comportarse nos hace daño a su familia. También comprende que, al igual que a él no le gusta que le hablen así, a nosotros tampoco nos gusta cuando él nos da esas contestaciones. Y entonces comprende porqué estamos teniendo esa conversación y promete no volver a decir esas cosas. Pero es un niño y después se enfada y volvemos a las mismas.
Yo no hago más que repetirme que es una etapa, que esto también pasará… pero me aterra la fase que vendrá después, la de los doce o quince años. La etapa de las tomas a medianoche, la de la retirada del pañal, la de explorar los límites… todas esas de antes de los cuatro años se me hacen tan tontas ahora (aunque en su momento se me hicieran un mundo).
CONTRAS:
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Todo el mundo me dijo, pasada la etapa de bebé, que la adolescencia y la pre-adolescencia son etapas muy complicadas. Nadie me avisó de la etapa anterior. Y me encuentro muy perdida.
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No temo esta fase de malas contestaciones, temo la fase que vendrá después si el Mayor sigue por ese camino.
PROS:
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Me consuela pensar que el del Mayor no es un comportamiento constante. Solo aflora en determinadas ocasiones, cuando se enfada. Y, por lo que me cuentan otras madres, a sus hijos también les pasa. Por lo que es algo habitual en estas edades y no es que le estemos “perdiendo”.
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Sinceramente, desconozco cuál es la mejor manera de hacer frente a esto, pero no voy a tirar la toalla. Papá³ y yo seguiremos hablando con el Mayor las veces que haga falta, repitiéndole que ese no es el mejor camino las veces que sean necesarias.
Mi mediana, que cumple 7 en mayo está así, Las niñas son más precoces dicen…llevamos cosa de un mes y pico que es horroroso. Es un pedazo de pan, buenísima, generosa…pero los arrebatos como dices son insufribles. Ir a recogerlay soltar un ¡qué asco, no quiero ir andando! y luego, arrepentirse, darme un abrazo, hacerme dibujos y cartas,,,Estoy temblando por la preadolescencia, y no, no estamos preparados, NO sé qué herramientas utilizar por mucho que haya leído y la teoría me la sepa. UN beso
Veo que vamos a la par… Es como tú dices, el Mayor se enfada, suelta una bordería y al poco se da cuenta de que ha hecho mal. Viene, me sonríe, me da un beso y un abrazo, me dice cuánto me quiere… pero si el otro día ¡hasta me escribió una carta que me hizo llorar y todo!
Pero luego vuelve a enfadarse y otra vez igual.
Da lo mismo cuánto leamos, la teoría es fácil porque es teoría, pero la práctica… y, como tú dices, no, ¡no estamos preparados en absoluto!
Muchas gracias por comentar, ahora me siento menos sola 🙂
¡Besotes!
La teoría es muy bonita pero la práctica es otra. Los míos aún no han entrado en esta etapa así q leeré todos los consejos y los guardare muy bien q cada día empiezan antes. Yo creo q todas estas cosas ( las contestaciones, las preocupaciones absurdas, decisiones equivocadas) las entendemos cuando tenemos hijos. A mí lo q más me han enseñado mis hijos es a entender y a querer mucho más si cabe a mi madre. Así q tiempo al tiempo chicas y kilos y kilos de paciencia.
Haces muy bien, empápate bien de consejos y lee mucho… y aún así es posible que cuando te toque te sigas sintiendo algo perdida… Pero lo bueno es que, como ves, nos pasa a todas. Y no sentirse sola en esto a mí me ayuda mucho a coger perspectiva, en serio…
Y, bueno, lo que dices de nuestras madres, te doy toda la razón… aunque no lo diremos muy alto, no se les vaya a subir a la cabeza, jejeje…
Por cierto, ¿dónde decías que se compraba la paciencia? 😉
¡Besotes!
A una escala inferior ¡mi bichilla se me está poniendo en ese plan! Además de las 4 palabras que tiene dominadas, empieza a preguntar el por qué de todo, a mandarnos callar, a decirnos que se enfada, que nos regaña, que nos castiga (vamos, las «amenazas» que le soltamos nosotros de vez en cuando cuando nos pone al límite de la cordura) y al final hace lo que le da la real gana. Tiene unos dos años muy bien aprovechados. La paciencia creo que no nos van a dejar perderla desde el parto hasta a vejez.
¡Si es que nos lo copian todo! Al Peque le tengo identificadas unas cuantas frases que son mías totalmente. Y muchas las dice cuando está enfadado conmigo, por ejemplo, dice que me va a bajar la pinza (de la tabla de comportamiento) y ¡eso que yo no tengo! Pero es que ahora también copia al Mayor y, claro, dice cada cosa por esa boca de tres años…
Pero sí, empiezan pronto con las contestaciones. La paciencia ya forma parte de nosotras, como dices, desde el parto hasta la vejez :O
¡Besotes!
Mucha paciencia es lo que te puedo decir. Dudo que sea una etapa sencilla, porque aunque esas contestaciones no sean agradables, creo que lo que más pesa es sentir que algo se te escapa y no llegas a ello, lo típico cuando entramos en una nueva fase más, que hasta que la dominas o la entiendes, te ahogas.
Creo que una vez más, lo que prima es la comunicación y el valorar la parte positiva. Hablar, hablar y hablar mucho con él para entender su forma de pensar y porqué actúa de esa forma será lo mejor, e incluso me atrevo a añadir el hecho de valorar sus esfuerzos por corregirse, y resaltar aquellas veces en que da buenas contestas.
Al fin y al cabo no olvidemos que está siempre rodeado de amigos, con diferentes expresiones y formas de hablar que no siempre nos encantan y que, por mucho que duela, el valor de grupo y el peso de los «iguales» (en edad me refiero) es mucho mayor que el nuestro como padre en estas edades. Cuando son pequeños somos su referente para todo, pero cuando crecen, los amigos toman importancia y copiar comportamientos es muy fácil cuando uno se siente en el calor del grupo.
No es permisible, por su puesto, pero si comprensible si nos ponemos en sus zapatos. Sin embargo, creo que tanto tú como Papa3 lo están haciendo muy bien, y que habrá muy buenos resultados al final, ya no solo con él, sino con sus hermanos. ¡Ánimo!
Has dado en el clavo. Más que la contestación en sí misma, es la sensación de cómo hemos acabado ahí, de que hay algo que quizás no estamos haciendo bien. Como tú dices, no nos queda más que la paciencia y seguir hablando con el Mayor y explicándole las cosas.
A mí me gusta decirle también lo que hace bien, pero muchas veces ganan las regañinas… 🙁
Lo de los amigos es tema a parte. Se animan unos a otros, les hacen gracia cosas absurdas o de mal gusto… y claro, al final la presión del grupo… Porque yo siempre le digo que no tiene que intentar gustarle a nadie, pero tampoco quiero que se sienta excluido… ¡Es una línea muy delgada! Yo no puedo excursarle, pero hay cosas que tampoco puedo tolerar si no quiero que vayan a peor, es cierto.
Lo bueno de esto es que ya no nos pillará tan de sorpresa con sus hermanos… aunque lo malo de las fases de los niños es que, cuando crees tener dominada por fin una, van y entran en otra, jejeje…
Muchas gracias por tus palabras, me han reconfortado mucho 🙂