El Peque ha dejado de hablar koiné. Sí, eso tan raro que sólo le entendía yo. Ahora se le entiende todo lo que dice. Y habla por los codos. Y todo le interesa y le llama la atención. Y quiere saber el porqué de todo. Está en la fase de los porqués. Lo que origina esas conversaciones de niños que son ridículas a la vez que divertidas.
Para ejemplo, la siguiente conversación completamente real:
– Mamá, ¿por qué no tienes pito?
– Porque soy una chica.
– ¿Y por qué eres una chica?
– Porque no tengo pito.
– ¿Y por qué no tienes pito?
Bucle infinito… podríamos estar repitiéndola hasta mañana. Y no os penséis que, una vez contestada la pregunta, se queda tranquilo. ¡Qué va! Puede que siga a lo suyo, pero en un rato vuelve a la carga. Con el mismo tema o con otro, da igual.
Y al principio sí que es divertido, yo le sigo el juego y nos reímos los dos. Pero, a la quinta vez que me pregunta lo mismo en el mismo día, a punto estoy de tirarme de los pelos. Y es que el Peque es un vacilón. Otra muestra:
– Peque, si sigues jugando con la pelota en el salón, guardo la pelota en el armario.
– Mamá, ¿qué pelota?
– Esa pelota que tienes en las manos.
– ¿Qué manos?
– Las tuyas.
– ¿Qué mías?
– … (cara de circunstancias de su madre, o sea, yo)
– Mami, ¿qué armario?
– El armario del pasillo.
– ¿Qué pasillo?
– Ese pasillo.
Y así todos los días. Cómo ves, tiene preguntas para todo. Y no se cansa, oye. No se cansa ni de hacer todos los días las mismas preguntas ni de preguntar por todo.
CONTRAS:
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Este juego a las diez de la noche no tiene gracia. A esas horas ya sólo estoy pensando en acostarle porque yo estoy rendida.
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Hay gente a la que le molesta estas preguntas del Peque. No entienden que es sólo un juego. No es tonto ni su intención es molestar a nadie. Es sólo un niño de tres años jugando.
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A veces me hace preguntas que me cuesta contestarle debido a su edad… o porque simplemente no las sé 😛
PROS:
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A través de este juego, entiende la razón de las cosas. Y eso creo que es algo bueno.
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Es completamente normal que un niño de tres años tenga curiosidad por saber por qué suceden o por qué son así determinadas cosas. Y a mí me encanta seguirle el juego (si no son las diez de la noche, claro).
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El Peque sabe que está jugando y le encanta jugar. Como vea que alguien le sigue el juego, ya no hay marcha atrás, ¡pobre de quien coja por banda! 😉
Con cuatro años mi hija sigue igual, no para de preguntar por todo y como bien dices, a ciertas horas bien y es divertido y aprende mucho pero a otras… no está el horno para bollos.. jejejejeje
Sí, depende mucho de las horas, jejeje… Al Peque últimamente le está dando por estas conversaciones a la hora de irse a dormir; un día de esos me duermo yo mientras él sigue preguntando 😀
Jajajaja! Esta etapa es tremenda. Mi hijo tiene 2 y 8 meses, y se la pasa igual, pregunta tras pregunta y entrando en bucle! En su caso yo no lo veo como un juego, no siempre, sino como querer saber, porque con dos o tres respuestasva. Aunque si que tiene momentos de preguntar por juego, cada vez mas.
Es curioso ver como gestionan toda esa información, porque muchas cosas las saca en sus conversaciones mientras juega y yo me meo de risa. Eso si, coincido contigo, a ciertas horas ya no tiene puñetera gracia jaja.
Estos peques tienen unas ocurrencias, ¿verdad? Su manera de aprender es jugando, les puede la curiosidad, qué le vamos a hacer. A mí, mientras no sea a última hora, me da igual lo que pregunte o cuántas veces lo haga, jejeje 😉