… del último esfuerzo

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Esta semana tenía pensado publicar otras entradas. Pero entre que el fin de semana tuvimos jolgorio todos los días, que el lunes me complicaron la vida y perdí medio día haciendo cosas que, de haberse planteado de otra manera, hubieran sido infinitamente más fáciles y que el lunes por la tarde el Peque empezó a ponerse malo (y así lleva varios días, aunque afortunadamente hoy ya está mejor)… pues eso.

Ayer quedaba exactamente un mes de clase. Lo sé porque me pasé diez minutos mirando el calendario ayer por la mañana. Después de pasar una noche amenizada por varios despertares a cuenta de la fiebre del Peque, me levanté pensando en cómo habría podido ponerse malito si ya hacía más o menos buen tiempo.

Es cierto que cualquiera se puede constipar tanto en verano como en invierno, pero también es cierto que abundan más cuando hace frío. El caso es que puede haberlo cogido en clase o por el ambiente. Estas cosas pasan… pero ¿hasta cuándo? Pues hasta dentro de un mes. Tengo comprobado que es acabarse el curso escolar y de mi casa desaparecen los mocos y las toses tan misteriosamente como aparecieron.

Pues eso. Que queda un mes. Es la recta final. El último esfuerzo.

Últimamente hay una cosa que me preguntan mucho cuando salgo de casa. Al parecer la pregunta del millón es: ¿cómo me las voy a apañar en verano con los tres? Supongo que la inquietud viene originada porque el Peque ya no es un bebé que pueda dejar en la trona o en el parque. Ya es un niño pequeño que anda, corre (¡vaya que si corre!), salta y trastea como sus hermanos.

Yo siempre respondo lo mismo. Creo que ya lo he dicho por aquí en alguna ocasión… Yo estoy deseando que se acabe el colegio y poder tenerlos a los tres en casa conmigo. Para mí es más fácil que estén los tres conmigo y organizarme así, con ellos, que andar todo el día corriendo mirando el reloj. Que si unos entran a clase a una hora, que si el otro lo hace después, que si ahora tengo que ir a buscar al Peque y acostarle corriendo, ahora le tengo que despertar de la siesta porque hay que ir a buscar a los Mayores. Y en casa corriendo otra vez a merendar y hacer los deberes para que les dé tiempo a jugar un poco antes de bañarles y acostarles.

Creedme, para mí es más fácil coordinarnos los cuatro en casa. Y, para esto, queda justo un mes. Después, diremos adiós a mocos, toses ¡y relojes! Adiós, horarios rígidos. Porque en mi casa seguirá habiendo horarios para hacer cosas, claro: ir a la piscina, hacer unos poquitos de deberes, comer, la siesta o película, según el niño, merendar, salir a jugar a la calle, cenar… Pero estos horarios son muy flexibles y dependerán del día y del humor del que se levanten los niños. Si tenemos que ir a comprar da igual salir de casa cinco minutos antes o después. Tampoco importa si comemos a las dos o a las dos y cuarto. Son horarios orientativos que me permiten organizarme un poco el día a día.

CONTRAS:

  1. Los días se estiran y se estiran. No hay obligación de acostarse a una determinada hora porque tampoco hay una hora concreta a la que levantarse, lo que hace que el ratito de relajación en el sofá sin que haya dibujos o series pseudoinfantiles vaya a acabarse.

  2. En vacaciones es complicado que los niños quieran hacer algo de deberes. Yo recuerdo cuando era pequeña que tampoco me gustaba hacerlos. Pero creo que son necesarios para que no pierdan ciertos hábitos. Pero poco tiempo, eso sí. Un cuarto de hora o veinte minutos como mucho para mí son más que suficientes.

  3. Estando en casa con los niños prácticamente yo sola todo el día, es muy complicado para mí sacar tiempo para limpiar la casa. No estoy hablando de limpiar el polvo o barrer. Me refiero a cosas como los baños a fondo. Reconozco que el año pasado hubo alguna tarde en la que los abuelos se llevaron a los tres a la piscina y yo me quedé en casa para descansar un poco… y acabé limpiando todo lo que pude… hasta que volvieron.

PROS:

  1. Dejadme que lo repita otra vez: ¡se acabaron los horarios rígidos! Esto es lo mejor del verano.

  2. Como ya no tenemos que ir corriendo todo el día, hay tiempo para parar el ritmo y hablar más con los niños. Creo que por eso el verano es un época llena de anécdotas con los peques.

  3. Llegan las vacaciones familiares. Lo que significa que iremos a mi pueblo, donde el tiempo, aunque no se para, sí que corre a un ritmo diferente, más pausado.

  4. Entre el fin de curso de unos y de otros, este mes creo que se va a pasar muy rápido.

¿Y vosotras cómo lo veis? ¿Es más un último esfuerzo o una cuenta atrás para las vacaciones de verano?

2 comentarios en «… del último esfuerzo»

  1. Ánimo Ara que verás que todo es super llevadero y pasas el tiempo fenomenal con tus niños. Los horarios y las reglas son un rollo. Por cierto! que se mejore el Peque!!!

    1. Gracias, Joaquín. Hoy ya está mejor 🙂
      Y, bueno, cada día me cuesta más seguir con la rutina y la verdad es que ya tengo ganas de cambiarlas por otras más flexibles 😉

¿Tienes algún contra o pro más? ¡Cuéntamelo! :)

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