Llevo rumiando esta entrada varias semanas. Exactamente desde aquellos días de sol, solecito y calor, calorcito que nos hicieron pensar que ya estaba aquí el buen tiempo. Y después volvieron los 10 grados mañaneros y tuvimos que volver a ponernos el abrigo y la bufanda. No sólo nos confiamos nosotros, los mortales, sino también los bichejos, pues me encontré, para mi estupor, un mosquito en la habitación de los niños. Y pensé: “vaya, ya están aquí los okupas primaverales”. Y me dio un escalofrío por la espalda recordando a este individuo no deseado (afortunadamente no me he visto en otra igual… de momento).
Total, que aquello me hizo reflexionar sobre el cambio de estación que se aproximaba. Yo prefiero, adoro, me encanta el otoño. Es una época que me hace feliz. Dicen que la primavera llena el campo de colores, pero creo que quien lo dice no se ha parado a mirar los colores del otoño. En fin, que como decía, me puse a pensar en la primavera, en sus cosas buenas y no tan buenas… al menos para mí. Y he aquí mis conclusiones:
CONTRAS:
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Los bichos, insectos (voladores o no). No me dan miedo ni asco las hormigas, mosquitos, arañas ni demás individuos por el estilo. Pero no soporto verlos dentro de casa. Si pillo a alguno, tengo que acabar con él de inmediato. No puedo remediarlo. Esto es así sobre todo con los mosquitos, que no sé qué me ven que siempre me acaban picando a mí y no a Papá³. Por eso él duerme a pierna suelta en verano (cuando se abren las ventanas por la noche) y yo me la paso de cacería.
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La astenia primaveral. No es que no pueda levantarme de la cama o entre en depresión profunda, pero es cierto que estos días de primavera se me hacen más cuesta arriba. Me cuesta más levantarme de la cama y, en general, me noto más cansada a lo largo del día.
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Mi faringitis “estacional”. Yo la llamo así porque la padezco sobre todo con el cambio de estación. En cuanto deja de hacer frío y empieza el calor, oye, que no falla. Me pongo mala y me dura una semana con suerte.
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Es la época de cebolla. No me refiero a que sea el momento de plantar o recolectar cebollas, no. Me refiero a que, como por la mañana aún hace fresquete pero luego empieza a hacer más calor, pues hay que salir a la calle con capas y capas de ropa. Y, claro, cuando te las vas quitando te sobran todas y no tienes brazos para tanta chaqueta, sudadera, rebeca o lo que sea. Ni os cuento si voy acompañada de los Trastos.
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Como ya no nos van a hacer falta los abrigos y jerséis, hay que guardarlos y empezar a sacar las chaquetas y las camisetas de manga corta. Es el cambio de armario. Os aseguro que yo lo temo. No por mi ropa, que tengo poca y no me da quebraderos de cabeza, sino por la de mis hijos. Como están en pleno crecimiento, tengo que empezar a ver lo que le vale del año pasado, lo que ya no le vale pero le puede servir al que viene detrás y, si ni por esas, pues salir a comprar la ropa que les haga falta.
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La primavera y el buen tiempo en general viene marcado por la poca ropa que nos ponemos. Así que es el momento de gritarle al mundo que aquel propósito de año nuevo que nos marcamos para lucir tipín ahora se quedó en eso, en un propósito. Quizás no sea vuestro caso y lo hayáis conseguido, pero desde luego sí es el mío. Mira que salgo a correr cuando puedo, pero como las carreras han estado interrumpidas por los virus y el mal tiempo (yo es que lloviendo paso de salir a correr, qué queréis que os diga), pues, a parte de que voy aguantando más y mejor la carrera, en mi cuerpo serrano no he notado apenas cambios.
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Con la primavera llega también el cambio de hora. Pero el nos hace adelantar el reloj y nos quita una hora. Es el que yo llevo peor. No me gusta nada andar cambiando la hora de los relojes no digitales, pero es que hacerlo sabiendo que hemos perdido una hora me repatea.
PROS:
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Los días vienen con algo más de calorcillo, pero sin llegar a ser asfixiante como en el verano. Así que se puede salir a la calle con los niños y disfrutar de las tardes.
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Además, también son más largos, así que también se pueden aprovechar más los días de parque.
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Por razón de lo anterior, los juegos se trasladan fuera de casa. Volvemos a coger la bicicleta, a salir a la calle a jugar con los vecinos, a los partidos de fútbol con amigos…
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Es muy buen momento para enseñarles la magia de la naturaleza. Es la época de los descubrimientos: cómo nacen las plantas, las flores que hay tan variadas y tan bonitas…
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Se puede aprovechar para ir a sitios al aire libre que en invierno parece que no se prestan mucho a ir porque, aunque no llueva, suele hacer frío para estar todo el día al aire libre. Estoy pensando en sitios como por ejemplo Dinópolis, el Parque Warner, el zoo, el Safari Madrid…
Seguro que, nada más publicar esta entrada, se me ocurre algún pro o algún contra más. O seguro que me decís los vuestros y os tengo que dar la razón. A ver, ¿quién me ayuda a completar la lista de pros y contras de la primavera?
para mi sin duda todos son pros… no estoy acostumbrada al invierno y al frio así que este tiempo me encanta aunque tenga que coger 15 capas… por suerte, ninguno tenemos alergia así que a disfrutar del parque y de la playa!
La verdad es que cuando se vive en sitios donde hay más días de frío y poco sol, la primavera siempre es bien recibida 🙂
contras…. la alergia al olivo me da de lleno.. ya tengo picores por todo el cuerpo 😉
Muy buen resumen de lo que nos espera y… coincido contigo.. prefiero el otoño y su gama de colores 😉
¿Alergia al olivo? Entonces mejor no te invito a mi pueblo, jejeje 😉
¿Verdad que el otoño es mucho más colorido? La primavera tiene la fama, pero el otoño es digno de observar 🙂
Hola! Primero que todo encantada de conocer tu blog! 🙂
contras: alergia al polen (que comenté en mi recién estrenado blog (www.maternideas.com)
pros: TODO LO DEMÁS!
felices fiestas!
La alergia es un gran contra, sí. Pero como por suerte aquí no tenemos pues no lo comenté, jejeje… Pero queda añadida la alergia a los contras 😉
Gracias por pasarte y comentar. ¡Y suerte con tu nuevo blog!