Es por la mañana, una puerta se abre. Con toda seguridad, es el Peque, que ya se ha despertado. Sin atender al reloj, viene a buscarme al grito de “¡Hola, mamá”. No he despegado ni los párpados y ya estoy dando un bote en la cama. Rápido, vámonos a desayunar, no sea que se despierten los otros dos. Un rápido cambio de pañal después, ya estamos esperando el desayuno. Miro el reloj. Las 8 de la mañana.
Ahora son alrededor de las 9 y se oye otra puerta. Seguramente, es el Mediano, que se levanta. En silencio, sale de la habitación que comparte con el Mayor y viene a mi encuentro. Un “buenos días” con su beso y otro que espera su desayuno.
Sin mirar, sé que no ha cerrado la puerta de la habitación. Tiene dos motivos. El primero es que la cierra de golpe, aunque él quiera hacerlo despacito, le sale así. Y, claro, el Mayor se despierta. El segundo motivo es que al Mayor no le gusta despertarse a oscuras, le hace pensar que es de noche. La puerta abierta le indica que puede levantarse porque ya es de día. Con lo valiente que parece y, sin embargo, ha salido algo miedoso. No puedo decirle nada. Tiene a quien parecerse.
Al rato, aparece el Mayor en el salón, donde estamos todos los demás. Dice que sus hermanos le han despertado con tanto gritito y tanta risa. “Si quieres, mañana te cierro la puerta cuando se levante el Mediano”, no lo duda ni un momento y responde: “no, déjalo, prefiero la puerta abierta… pero diles que mañana tengan más cuidado para no despertarme”. Hoy eran las 11 de la mañana y, mientras tengo con él esta conversación, pienso que ojalá yo pudiera quedarme en la cama remoloneando hasta las 10.
Otras veces el cuento es al revés, los mayores se despiertan y, tras la puerta, oigo cómo se llaman el uno al otro. “Psss, psss… ¿estás despierto?” es el comienzo de una conversación que suele acabar en grititos y risas. Qué ironía. Es entonces cuando me toca abrir la puerta y levantarles a los dos ante el riesgo de que se despierte el Peque, que duerme al otro lado de la pared.
Cuando llega la hora de acostarse por la noche, el único que se va a la cama casi sin replicar es el Peque. Con esto del verano, hay noches que hasta lo pide él: “cama, a domí” me dice mientras se frota los ojillos cansados de tanto descubrir cosas. Le acuesto y cierro la puerta, no vaya a ser que los mayores le despierten cuando se vayan a acostar.
El Mediano está muertecito de sueño, pero insiste en no irse a la cama hasta que no se vaya el Mayor. Dormir juntos en una litera es lo que tiene, jamás se va uno a la cama sin el otro, por muy cansado que esté. El Mayor aún tiene ganas de fiesta. Pide ver una peli de mayores y acabamos viendo Regreso al futuro o alguna de las Crónicas de Narnia. A los 10 minutos el Mediano ha caído rendido en el sofá. Yo me pienso si acompañarle dormida en el sofá o llevarle a la cama y, de paso, acostarme yo también.
Acabada la película, los dos se van a la cama. Se acuestan y a dormir. Algunas veces, la conversación mañanera se traslada a este momento. Sobre todo cuando Papá³ está de viaje. Saben que estoy en minoría. Aparece la risa nerviosa. Calmados los ánimos, todos duermen. Paz.
Son las cuatro de la mañana y aparece un mico a los pies de mi cama. Se mete dentro. Acaban de empezar las avanzadillas nocturnas. A la hora aparece el otro, que se ha encontrado solo en su habitación y no le ha gustado nada.
Amanece y el Peque vuelve a asomarse a los pies de mi cama. Vuelvo a dar un bote y me lo llevo a desayunar para que no despierte al resto de la tropa. Mientras le caliento la leche me doy cuenta de que me duele el cuello…
Llevo siete años andando de puntillas por la casa. Intentando no hacer ruido. Martirizando a Papá³ con la tele al mínimo. En cuanto empiece el nuevo curso y me quede sola, pienso poner la música a toda pastilla 😉
CONTRAS:
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Hay veces en que las ganas de dormir son mínimas. Entonces, en vez del sueño, quien hace acto de presencia en la habitación son las charlas y confidencias: que si cómo se pronuncia león en inglés, que si quién marcó el gol en el último partido, que si de qué color es el casco de Fernando Alonso… Y, claro, se dan conversación el uno al otro y de dormir nada.
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Otras veces, sólo uno tiene sueño e intenta dormir por todos los medios mientras el otro canta o tararea o empieza su sesión de preguntas y risas.
PROS:
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Se sienten acompañados. Saben que no están solos en la habitación. No es lo mismo que si papá o mamá estuvieran con ellos, pero se parece bastante.
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Poner a dos hermanos juntos en una sola habitación hace que haya más espacio en casa. Se puede destinar la otra habitación a un despacho o estudio, a una habitación de juegos o, incluso, a otro hermano 😉
¿Vuestros hijos comparten habitación? ¿Cuáles son vuestros pros y contras de que duerman juntos?
Esta entrada va dedicada a Mamá desde un tercero (@Mamadesdeun3ero), que me la pidió un día.
Se complementa con esta otra entrada. Siento la tardanza.
Si me lees y quieres que trate algún tema en particular, pídemelo y veré qué puedo hacer 😉
A mi me encanta la idea de que mis peques compartan habitación. Es algo que quiero hacer, pero dentro de un tiempo que la peque solo tiene un año y se despierta muy muy temprano, jejejee!!!
Un besooo
Me han encantado los pros y contras. Acertados totales. En mi casa se hizo igual. Tres hermanos y dos habitaciones. Yo, la mediana, compartí con el mayor cuando nació el menor. Después compartieron ellos pero a mí me daba miedín dormir sola. Así qué pasé a compartir con el menor. Normal también ya que ellos se llevan nueve años. A mí me gustaba. Juegas a cuevas u naves espaciales bajo las sábanas cuando estás en la cama. El cuarto era muy grande y jugábamos en otro lado. Posteriormente, más mayores, cada uno tuvo su cuarto y, se agradeció. Si no hay espacio no creo que pase absolutamente nada pero mola tener tu propio cuarto cuando eres adolescente.
Nosotros solo tenemos dos habitaciones y la de El Santo es pequeña para dos creo yo así que habrá que mudarse. Pero por ahora, ESO no va a pasar. Jajajaja. Además, el piso es taaan mono, tan bieeeen situado, tan suegra cerca para echar una mano ahora que empieza la guarde (manos mal que no es meticona porque si no esto sería un coñazo).
Un abrazo
Muchas gracias guapa! Me ha encantado la entrada! Mi idea es esperarme un pelín más, que el chiquitito tiene un año, y además de madrugador, no es raro que se despierte en medio de la noche llorando con mucha pena… Yo había pensado a corto plazo comprar una camita de las chiquititas, y poner a uno al lado del otro, pero ahora el mayor dice que no, que quiere una litera, y que el chico duerma arriba 😛 Un besote enorme, y mil gracias guapa!
cuando sólo eran dos dormían juntos, desde los 6 meses del segundo. Uno en su cama, el otro en su cuna. Luego ambos en cama. cuando ya eran 3 y la pequeña fue «nominada a abandonar el dormitorio paterno», se fue sola a un cuarto, y los otros dos siguieron juntos…pero con el tiempo vimos que los horarios de os dos pequeños encajan mejor, así que ahora el mayor solo y los dos peques juntos. Eso sí, esta noche en concreto eramos 4 en mi cama….
preciosa entrada, cuanto amor con tanto niño jiji Cachorro de momento solo en su habitación y creo que para laaaaargol aún así si viniera algún hermanito no tendría otra que ponerles litera porque no quedan habitaciones. Yo siempre dormí con mi hermana y es lo mejor sin duda, se comparten muchas cosas… un besazo
Yo de momento solo tengo una niña, pero tengo intención de tener más y, llegado el momento, quiero que compartan habitación. Creo que tiene mas pros que contras. Yo de peque compartí durante unos años y tengo muy buen recuerdo!
Besos
Madre mía menudo jaleo!!!! y yo me quejo sólo con una cada día os admiro más mamás con más de uno!!! Todavía la mía no comparte con nadie y seguirá un tiempo asi, pero nosotros somos 4 hermanos y siempre hemos compartido habitación chicas por un lado y chicos por otro, de pequeños daba igual pero ya de mas mayores la verguenza no era compatible a dormir con tu hermano, jajaja. Yo que lo he vivido también veo muchas ventajas siempre estaba acompañada con mi hermana y lo pasamos muy mal cuando yo me tuve que marchar fuera a estudiar porque estabamos muy unidas. Si alguna vez llega un segundo seguramente compartan habitación.