Cuando vamos al colegio, nuestra seño (suelen ser mujeres) es alguien especial. La mamá del cole. Luego pasamos a la profe. Esa ya nos cae mejor o peor según el día que nos abraza o que nos corrige al leer en voz alta. Pero la seguimos queriendo mucho.
Pasamos al instituto, ahí los profesores se convierten en objeto de todas nuestras críticas y son la causa de gran parte de nuestros males (pobrecitos ellos). Porque, vamos a ver, poner un examen de latín el lunes cuando este sábado teníamos que salir, sí o sí, para ver si nos encontrábamos “por casualidad” con Fulanito porque, al parecer, éste le ha dicho a Mengano, quien se lo ha dicho a Puri, que se lo ha dicho a Pepita, nuestra amiga del alma, que le gustamos un poco; eso, queridas mías, no es más que una putada por parte del profesor.
Llegamos a la universidad y aquí los profesores son admirados (hay que ver cuánto sabe éste de lo que está hablando) o no saben explicar porque son de los que les encanta oírse a ellos mismos. La relación con estos profesores suele ser más distante y ya no nos recuerdan a mamá ni a papá.
Vamos, que pasamos gran parte de nuestra vida viendo a los profesores como el enemigo. Pero nuestros padres no corren mejor suerte. Pasamos de admirarlos en nuestra niñez para despreciarles en nuestra adolescencia. Y todo porque quieren enseñarnos a ser buenas personas, personas de provecho. ¡Habráse visto semejante despropósito!
Pero la vida, que da muchas vueltas y tiene un sentido del humor un tanto peculiar, decide un día que te pique el gusanillo de la maternidad y que quieras tener un bebé en brazos. Tuyo a poder ser. De esos que te los puedas llevar a casa sin que nadie los reclame. Lo que vienen siendo tus hijos. Y otro día, un lunes o un miércoles cualquiera, por decir alguno, nace ese ser que te llenará de amor y al que querrás más que a nada en este mundo.
Al principio es fácil. Comer, dormir, bañarle, pañal por aquí, cólico por allá. Pero, ay, luego empiezan a crecer, sin pedirte permiso ni nada (eso ya debería hacernos sospechar por dónde van a ir los tiros el resto de nuestra vida). Y otro día, un jueves o un domingo cualquiera, por decir algo, te descubres diciéndole “¡no!”. Que si eso no se toca, que si lo otro no se lleva a la boca, que si no se tira del pelo, etc.
Y entonces, otro día, esta vez podría ser un sábado o un miércoles cualquiera, te encuentras a tu mico haciéndote preguntas incómodas, como por ejemplo, si no se debe mentir, ¿por qué hacemos bromas, si son como mentiras? Y te ves buscando una respuesta apta para niños que satisfaga su curiosidad. O mejor aún, va tu mico y te pregunta que por qué helado se escribe con la letra H si no se pronuncia.
Bueno, pues así, sin darnos apenas cuentas, resulta que nos hemos convertido en maestras y profesores improvisados. Ahora somos nosotros, como madres (y padres) quien tenemos que enseñar a nuestros hijos a ser personas de bien, inculcarles ciertos valores que creemos que les ayudarán en su vida adulta. Y lo peor de todo, como he dicho antes, es que esto lo hacemos de manera improvisada. Cruzando los dedos mientras intentamos que nuestros hijos comprendan lo que les estamos diciendo. Confiando en que capten la sutileza de nuestras palabras.
CONTRAS:
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No hay libro de instrucciones. Habrá manuales o algún libro de algún gurú de turno con sus prácticas y consejos. Pero a la hora de la verdad, sólo estamos nosotros como padres y nuestros hijos. Y, como lo que vale para un niño no vale para otro, aunque ambos sean hermanos, no nos queda nada más que la prueba y error.
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Asumidlo, dentro de unos años, nosotros seremos los malos. Nos lo cuestionarán todo, cosa que no es de por sí mala, pero nos sacarán de los nervios. Me temo que los desafíos que nos lanzan con 4 años se van a quedar en peccata minuta cuando tengan 16.
PROS:
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Como todo en esto de la maternidad, hay que confiar en nosotras mismas y pensar que estos valores que hoy les transmitimos, cuando sean adultos de verdad les serán de gran utilidad. Hay que darles las herramientas para que puedan salir al mundo y volar libres.
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Como nadie nos obliga a nada, podemos enseñar a nuestros hijos de la manera que más adecuada consideremos. Un ejemplo de ello, es el reto del rinoceronte naranja, que tan buenos resultados les ha dado a algunas madres.
“La maternidad de la A a la Z” es un carnaval de blogs iniciado por Trimadre a los Treinta que consiste en que cada madre participante describa un sentimiento al que ha descubierto un nuevo sentido con la maternidad, o una faceta de su personalidad que desconocía antes de ser madre. El objetivo es crear en red, colaborando unas con otras, un “Diccionario de madres” con el que reírnos, emocionarnos y conocernos un poco más.
Síguelo en Twitter #AZdelamaternidad.
Si estás interesada en participar, tienes toda la información a tu disposición aquí.
La verdad es que, casi crecen sin darnos cuenta y desde pequeños ya llevan parte de su personalidad. Una personalidad que nos muestran por donde van a ir los tiros…quizá no comprendemos a nuestras madres hasta que lo somos….la mía ahora, con bastante poca gracia, se ríe de mi cuando ve a mi pequeña que sólo quiere con su papi, como yo hacia de pequeña!jajaja ironías de la vida! Que hay que aceptar, pero tb estoy en que de pequeños es más fácil…..temida adolescencia!!! Saludos!!
El Peuqe con 21 meses ya está dejando ver su personalidad… Y para mí que va a tener la misma cabezonería que su padre y sus hermanos, jajajaja…
Dicen que las niñas tienden más a sus padres, yo no tengo experiencia en eso, pero sí es cierto que como aquí son todo niños, en sus primeros años siempren me buscaban a mí 😉
Sobre la adolescencia, es pensar en ella y empezar con sudores fríos :-S
¡Besotes!
Cuanto me ha gustado tu AZ….tanto que me he encontrado sin querer fantaseando con ese momento en el que una Nenúfar adolescente me mira con ojos desafiantes y me espeta cosas a la cara, como yo he hecho con mi madre algunas veces….ay….
Aprovecharé el momento que vivo ahora
¡Muchas gracias! Me alegro de haberte hecho fantasear (otra palabra que viene muy al caso en este diccionario maternal ;-)). Yo también lo hago a veces. Pero también es cierto que hay que aprovechar el momento presente, como bien dices, que luego se harán grandes y lo echaremos de menos 😉
¡Besotes!
Coincido en todo, che! Somos maestros improvisados! Nunca sabemos si lo estamos haciendo bien pero hacemos lo mejor que podemos!!! Cada hogar es un mundo y cada niñx, también!!!
Que desafío el de ser p-madres!!!
Un besazoooooooooo, Aru!!!
¡Hey, guapísima! Podremos equivocarnos, pero al manos sabremos que lo hicimos lo mejor que pudimos y con todo nuestro amor. Ya te digo si es un reto, aquí lo que funciona para uno no funciona para el otro… O para el otro, jejeje… Por eso decía que cada niño es distinto, ni siquiera los hermanos se parecen en todo 😉
¡Besotes!
Pardiez, que me has dejado acongojada pensando en la adolescencia de las fieras…
Claro que somos maestros, para lo bueno y para lo malo, además! Así que tenemos una responsabilidad bien gorda (aunque muchos se la quieran sacudir de encima, y endosársela al colegio y a los profes)
Un beso, y a seguir improvisando!
P.S. A mí también me pregunta el Mayor por qué algunas palabras se escriben con b y otras con v! Vamos a tener que echar mano del diccionario etimológico 😉
La adolescencia es una de nuestras pesadillas, jejeje…
Yo creo que padres y profesores tienen papeles bien distintos en la educación a de los niños, aunque complementarios. No entiendo a esa gente que piensa que toda la labor es del colegio, la verdad…
¡Somos maestras de la improvisación! Y lo del diccionario etimológico ya lo tengo en mi lista de tareas pendientes, jajajaja 😀
¡Besotes!
Me ha encantado!!!!
Y si, la vida tiene un humor muy peculiar y lo devuelve todo…. miedito me da la adolescencia…. Solo espero hacerlo aunque sea la mitad de bien de lo que lo hizo mi madre (porque pobrecilla lo que la hice pasar!!!!)
besotes!!!!!
Ahora vemos a nuestros padres de otra manera, ¿verdad? Yo a veces no sé cómo aguantaron toda nuestra adolescencia, tendremos que empezar a tomar notas 😉
¡Besotes!
A mi me parece dificilísimo lo de educar.. Y admiró profundamente a las profesoras vocacionales.
Me ha gustado mucho.
Gracias por el comentario. Yo también admiro mucho a las y los profes vocacionales. ¡Especialmente a los de instituto! 😀
Besotes.
Que fácil resulta criticar a un profe y que difícil resulta ejercer de él cuando se es papa o mama, que dilema verdad?
Los profes y los papis siempre son los malos de la película y los niños…ohhh los niños pobres víctimas. Luego esos niños crecen y se hacen adultos y cuando la tortilla da la vuelta llegan a comprender muchas cosas que no entendieron en su momento
Ay, que razón tienes guapa!! Ser madre es una multitud ingente de tareas a la vez.. y entre ellas, la de ser maestro de la vida (no de escuela), que sin desmerecer lo anterior, es lo realmente difícil de verdad. Porque a ser madres no nos han enseñado en ningún sitio, así que no queda otra que aprender con toda nuestra buena fe SOBRE LA MARCHA.
Un abrazo gigante!!!
Muaksss
Hola guapa!
Yo creo que es una de las mayores responsabilidades que asumimos en esta vida. Porque a fin de cuentas no se trata de uno mismo en primera persona… No… Pero te voy a decir más. Yo a mis 34 años que soy madre e intento educar a mi hijo lo mejor que sé, aún no he dejado de aprender de mis padres. 😉
¡Un besote!