… de las cicatrices (maternidad de la A a la Z)

AZ de la maternidad

Hay dos tipos de cicatrices, las de la piel y las del alma. Las de la piel puedes llevarlas con más o menos alegría, si te has cortado con un cuchillo cortando cebolla no te hará gracia, pero si se trata de una cesárea que sirvió para salvaros la vida a tu bebé y a ti, lo llevarás como un honor. Las cicatrices del alma, por el contrario, duelen siempre, por mucho tiempo que haya pasado desde la herida.

Antes de ser madre, las cicatrices del alma son básicamente por cosas que te habían hecho a ti directamente. Puede que te duela que insulten a tu amiga o que te engañe tu novio, pero eso son arañazos en comparación con las que tienes por ser madre o padre. Es entonces cuando se producen las heridas más profundas porque el daño va dirigido a tu hijo y cada desprecio o cada feo los sientes aún más que si te lo hubieran hecho a ti.

Algunas de estas heridas se producen por un comentario malintencionado hacia tu hijo: “qué maleducado”, “qué egoísta”, “parece un delincuente”, etc. Otras se originan por comentarios hacia ti como madre (o padre): “no lo cojas tanto”, “tiene que acostumbrarse”, “déjale llorar”, “tu leche le deja con hambre”, “deberías volver a ponerle el pañal”, “no le des tantas explicaciones”, “abrígale”, “¿por qué le consientes eso?”, “yo le castigaba ahora mismo” y demás perlas por el estilo que quizás, a parte de ti, puede que también las escuche tu hijo.

Y te duelen porque unas le duelen a tu hijo y otras te hacen dudar de ti misma y de tu capacidad como madre. Puede que perdones a quien “opinó” de esa manera, pero no lo olvidas, da igual que lo hayas dejado pasar o que te hayas enfrentado al autor de esa “crítica constructiva”, siempre recordarás ese comentario. Estas cicatrices no se curan nunca.

CONTRAS:

  1. Puede que olvides determinados comentarios hirientes, pero el daño está hecho. Es posible que vuelvas a sentir el dolor inicial sin previo aviso, ante una situación parecida. Y siempre duele como la primera vez.

  2. Si os pasa como a mí, le daréis mil vueltas en la cabeza (tenía que haber hecho esto, tenía que haber dicho lo otro…).

  3. Puede que tú, como persona adulta que eres, puedas entender que algunos comentarios los hace gente de otra generación, que antes era normal pensar así, que es por puro desconocimiento… Peor tu hijo no tiene esa capacidad de comprensión. Si alguien le dice “malo” o “desobediente”, le va a afectar. Y ya sabemos todos lo erróneo que es poner etiquetas a la gente, especialmente a los niños.

  4. Las cicatrices del alma no se ven, pero la herida está ahí. Si la tocas, duele.

PROS:

  1. Puedes aprender de tus errores: enfrentarte a quien hizo el comentario para que no lo vuelva a repetir o aprender a ignorar esas “críticas constructivas”.

  2. Según pasa el tiempo, aprendes a confiar más en tu capacidad como madre, esas opiniones ya no te hacen dudar… al menos, no tanto como al principio.

  3. Tú, como madre o padre, eres quien mejor conoce a tu hijo. Sabes hasta dónde puedes llegar con él, lo que estás dispuesta a dejar pasar, donde tienes que ponerle el límite. Un ejemplo, estáis en una comida familiar y tu hijo, que normalmente come estupendamente, ese día no prueba bocado. Seguro que alguna abuela o tía o prima se aventura a decir “qué mal come”, “es que tiene que comer sí o sí”, “qué malo es para comer”. Esto, primero lo oye tu hijo y seguro que le afecta. Y lo segundo, lo oyes tú y puedes pensar que tienen razón. O puedes entender a tu hijo, que ha dormido mal, que hace calor y está más intranquilo, que está rodeado de gente que normalmente no ve… y dejarle que coma lo que quiera. Aunque también habrá entonces quien te diga que le dejas hacer lo que le da la gana. Ahí tienes otra cicatriz más.

No se puede controlar a la gente, siempre dirá lo que quiera, por mucho que le ruegues que se abstenga de emitir determinados juicios de valor que no te ayudan en nada y que sólo consiguen perjudicar a tu hijo y a ti. Sin embargo, siempre puedes intentar que no te afecten demasiado. Si alguna lo conseguís, por favor, volved a contarme cómo lo habéis logrado. No sabes lo que es sufrir hasta que tienes un hijo por el que sufrir.

“La maternidad de la A a la Z” es un carnaval de blogs iniciado por Trimadre a los Treinta que consiste en que cada madre participante describa un sentimiento al que ha descubierto un nuevo sentido con la maternidad, o una faceta de su personalidad que desconocía antes de ser madre. El objetivo es crear en red, colaborando unas con otras, un “Diccionario de madres” con el que reírnos, emocionarnos y conocernos un poco más.
Si estás interesada en participar, tienes toda la información a tu disposición aquí.

31 comentarios en «… de las cicatrices (maternidad de la A a la Z)»

  1. Tienes mucha razón en lo referente al daño que te hacen.
    Cualquier comentario que hacen ahora o que dicen directamente a mi hijo me pone de los nervios. Muchas veces intento pasar página, no hacer ni caso, ya que es gente que no conozco o no vale la pena.
    Aunque hay veces que sí, y entonces parezco un jabato desbocado defendiendo a mis pequeños.

    Salu2

    1. Yo creo que muchas veces no miden sus palabras porque, si no, no lo entiendo. Yo intento pasar página, pero muchas veces me cuesta, según de quien venga…

  2. totalmente de acuerdo contigo… no habrá cosa que me duela más que el daño que le puedan hacer a mis hijos las palabras con mala baba de otras madres, padres y demás personas de alrededor… No hace mucho, en el cole, un grupito de mamás ha hecho todo lo posible porque sus hijos no se relacionen con el mío porque es muy nervioso… y a mi me da igual no hablar con ellas pero algunos comentarios que le han dicho directamente a mi hijo… por eso no paso y me duelen… me gusta tu palabra… feliz día

    1. Vaya madres, ¿no? ¿Sólo por ser nevioso? Pero es un claro ejemplo de lo que digo, seguro que a ti no te parece bien, pero te duele porque es tu hijo, y si encima se lo han dicho directamente a él… esas cosas no las entiendo, sinceramente.
      Gracias por contar tu historia.
      Un besote.

  3. ¡Vaya si duelen! Y buscar el apoyo de alguien cercano, y que le quite importancia o le eche más leña al fuego, duele todavía más! Me identifico un montón con lo que has escrito. En cuanto al ejemplo de la comida familiar, no habrás instalado una cámara en casa de mi madre, ¿no? Porque es tal cual lo escribes. Un beso.

    1. Lo que comentas del apoyo me pasa a mí continuamente, y ésas son las que más duelen porque, qué quieres que te diga, hay algunos comentarios que si me lo dice el vecino me da igual, pero que provengan de un familiar cercano me duele mucho, no por el comentario en sí (que también), sino por quien lo ha dicho. A esas cicatrices me refiero.
      Por cierto, creo que tus comidas familiares son muy parecidas a las mías 😉
      ¡Besotes!

  4. Es que la gente es muy bocona y no mide sus comentarios; yo he aprendido a callar donde no me llaman. Muchas habladurías sobre la forma de criar a nuestros hijos viene de nuestra propia familia y eso es lo que más hiere. Te entiendo perfectamente.

    1. No tenía muy claro si me había explicado bien, pero veo que sí. Los comentarios de la familia cercana son los que más cicatrices producen porque creemos que son los que más nos tendrían que apoyar.
      Besotes.

  5. Uf, cómo te entiendo! Y eso que el rubio es pequeño aún, tiene 16 meses, pero ya hay a quien se le ve venir, y ya se ve quién va a estar diciéndole cositas que no me harán gracia… Y lo peor, esq lo veo venir de gente cercana, porque es «lo que se ha hecho siempre y no pasa nada» y no sé qué tendré que hacer para callar según que voces… Ains, qué rabia que en algo tan bonito siempre tengan que haber cicatrices… Un beso!

    1. Mis primeras cicatrices llegaron con el embarazo… como dices, siempre las hay en algo tan hermoso… Espero que sepas callar pronto esas voces porque si no, seguro que irán a más…
      Muchas gracias por tu comentario. Besotes.

  6. La maternidad es la situación ideal para que todo el mundo, sea quien sea, opine y comente, sin pararse a pensar en si molesta o hiere lo que dice. Y está claro que todos esos comentarios nos dejan «cicatriz». Yo muchos de ellos, he aprendido a ignorarlos, a bloquearlos, pero hay otros, sobre todo, lo que llegan de parte de personas más cercanas, que me hieren en el alma, doblemente cuando mis hijos se encuentran en mitad del comentario, como bien dices, por el daño que se les hace a ellos.
    Que poca consideración tiene la gente. Igual que no se acercan a decirte que no les gusta tu corte de pelo, que no se acerquen a decirte que no les gusta como crías a tus hijos.
    Muy buena entrada.

    1. Parece que ser madre es carta blanca para que todo el mundo cuestione tu manera de actuar. Cuando se trata de familia cercana, te hieren en el alma, como bien dices, y esas cicatrices son las peores (duelen más, tardan más en cicatrizar y no se llegan a acerrar del todo).
      Cuando meten directamente a los hijos en medio, además de hacerte daño a ti, también se lo están haciendo a ellos… lo que no entiendo es cómo no se dan cuenta…
      ¡Besotes!

  7. Arusca, me ha encantado!!! Desde que me avanzaste la palabra, sabía que me iba a encantar!!! Y es curioso, porque le has dado un matiz al tema diferente al que yo tenía pensado, así que para la semana que viene, yo doy la otra versión.
    La gente es muy enrevesada… Yo creo que hay quien disfruta haciéndote sentir mala madre o haciéndote ver que sus hijos son «más», más educados, más tranquilos, más listos, que el tuyo. La solución: ni caso. Y si los comentarios dolientes son recurrentes, mejor apartarse de esa persona definitivamente. La envidia le corroe y vuestra relación no puede aportar nada buen, ni a tu hijo ni a ti.
    Un besazo y enhorabuena por este pedazo de post!!!

    1. Ya estoy deseando leerte, que me gusta a mí un punto de vista diferente 😉
      Hay comparaciones hechas con muy mala idea, y ya no es que sus hijos queden por encima, sino que dejan al tuyo por el suelo y a nadie le gusta que le menosprecien, da igual si se trata de un adulto o de un niño. Como digo, un adulto todavía puede entender las circunstancias del comentario, pero un niño puede que no, y puede quedarse marcado. Apenas tiene unos años y ya tiene cicatrices en el alma…
      Gracias por tus palabras, siempre me animan mucho a seguir escribiendo 🙂
      ¡Un besote enorme!

  8. Uff, qué buena entrada… A mí ese tema me toca la fibra más sensible. Es muy complicado encajar y curar según qué cicatrices de según que críticas. Muy complicado entender a veces que se hacen desde la buena intención y desde la falsa premisa de que si a ti te funcionó a lo demás también, que tu experiencia es un patrón universal.

    Pero la maternidad también te enseña a curar rápido y a sobreponerte por el bien de tus hijos. Además de que hay muchos consejos oportunos y certeros que solo recibes en esa condición y que te ayudan enormemente a evolucionar como persona.

    Felicidades por la reflexión. Un abrazo!

    1. Es cierto que hay muchos consejos que ayudan, pero desde mi experiencia, creo que son los menos.
      Yo hablo de los otros, de esas críticas constructivas que hacen «por tu bien» y que en realidad sólo es una forma de imponerte lo que a ellos les fue bien y que parece que por narices también te tiene que funcionar a ti.
      Es cierto que esas heridas tendemos a curarlas rápidamente por el bien de nuestros hijos, pero no desaparecen, queda una cicatriz por el daño recibido. Por eso escogí «cicatriz» en vez de «herida» 🙂
      Gracias a ti por tu comentario. Besotes.

  9. Yo paso mil de comentarios de ese tipo. No dejo que me afecten después de algún disgusto que otro por ese motivo. Ahora sólo me hieren las cosas graves de verdad. ¿Cómo lo hago? Es todo cuestión de gimnasia mental y de decidir que en mi casa mando yo, bueno, y marío, un poquito 🙂

    1. Yo es que no aprendo, me llevo el disgusto y después sigo dejando que me afecten de nuevo… Vas a tener que darme alguna clase de esa gimnasia mental 🙂
      Nosotros también hemos decidido que en nuestra casa mandamos nosotros, el problema es que hay gente que parece no darse por aludida…
      Besotes.

  10. Me he sentido totalmente identificada con todos los pros y contras que mencionas, sobre todo porque, como tú, le doy mil vueltas al asunto, y al menos yo, no puedo olvidar ciertos «consejos» o comentarios relacionados al por qué soy tan apegada a mi hijo, como si eso fuera algo malo. Pero cuando veo que empiezo a hacer bilis, trato de pensar en otra cosa, pongo música que me gusta, y me distraigo, por ejemplo, escribiendo. Pero no digo que sea fácil. Es trabajo constante, de todos los días. Muy buena tu definición.

    1. Es verdad, hay cosas que parece que son malas cuando son las que más nos reconfortan. A mí me critican mucho que dé explicaciones a los Trastos cuando hacen algo mal, pero es que a mí el argumento de autoridad (el famoso «porque yo lo digo») no me ha gustado nunca.
      Es una lucha diaria que, como dices, no es nada fácil. Como si no tuviéramos ya bastante con lo que tenemos dentro de casa, parece que los de fuera también quieren contribuir.
      Besotes.

    1. Una vez que se dice algo, dicho queda. Es cierto que los comentarios con mala intención duelen mucho, pero si van dirigidas al niño, poco importa si lo ha oído él. Y lo peor, como dices, que no se dan cuenta del daño que acaban de hacer.
      ¡Besotes!

  11. Me ha pasado como a Verónica que no me esperaba el enfoque que le has dado.. Pero me ha gustado mucho.
    Yo tengo la suerte de ser bastante impermeable a las críticas de los demás, pero eso sí, no tolero que nadie diga nada de mis hijos, porque eso sí que me hace daño, no por lo que me digan a mí, sino por lo que puedan oír ellas.

    Me gusta mucho tu manera de ver los temas desde dos puntos de vista.

    1. Entonces os he sorprendido para bien 😀
      Yo es que creo que soy totalmente permeable, no con lo que diga la gente que no conozco, que me da igual, sino con los comentarios de la familia. Me afectan enormemente y me duelen y me dejan cicatriz. Cuando es un comentario hecho directamente a alguno de mis hijos, me duele en el alma.
      Muchas gracias por tu comentario 🙂
      Besotes.

  12. Cuanta razón tienes, mi Pitufo es pequeño todavía y no me ha pasado todavía nada parecido, pero no quiero ni imaginarme del daño que puede hacer. Si ya me duele cuando un niño le pega o no le hace caso, y eso que son niños, no me quiero ni imaginar si la ofensa viene de una persona mayor…
    Muy buena entrada, feliz fin de semana!

    1. Pues como ves en los comentarios, es algo que pasa demasiado a menudo. Espero que tengas suerte y no tengas que aguantar muchos.
      Gracias por tu comentario. ¡Feliz finde!

  13. Las etiquetas son muy injustas. Yo estoy luchando desde que nació para que no le digan nada negativo, aunque sea de forma cariñosa. Me está costando, pero a cabezona no me gana nadie.
    Los comentarios hacia mí, la verdad es que no me afectan, ya hace tiempo que paso de tonterías. A base de desengaños aprende una.

    1. Yo es que soy muy rara y ni desengaños ni sofones consiguen que aprenda de mis errores… pero sigo intentándolo 🙂
      Yo creo que a todos nos iría mejor si dejáramos de intentar que los demás hagan lo que nos funcionó a nosotros. Hay comentarios que hacen mucho daño aunque no vayan con esa intención… Y a los niños les afecta mucho más.
      ¡Besotes!

  14. I admit, I have not been on this webpage in a long time… however it was another joy to see It is such an important topic and ignored by so many, even professionals. I thank you to help making people more aware of possible issues.

¿Tienes algún contra o pro más? ¡Cuéntamelo! :)

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