He tenido tres hijos y un solo sacaleches que he usado apenas una semana (si junto las horas totales que lo usé). No trabajo fuera de casa desde antes del Mayor, así que no había tenido necesidad de uno. Mis razones para usarlo fueron otras. Y, a pesar del poco tiempo que lo usé, le cogí un inmenso cariño.
Ya os conté cómo fue el nacimiento del Pequeño, una cesárea violenta en la que mi bebé tuvo que hacer un esfuerzo para salir al mundo. Como nos dijeron en el hospital, “había nacido cansado”. Al principio no entendía qué repercusiones podría tener esta afirmación, pero no tardé en averiguarlo. Dormía mucho y le costaba mamar y no precisamente porque no supiera. Dormía y al Tripadre y a mí (y también a las enfermeras de noche del hospital) nos costaba horrores despertarlo, horas interminables haciéndole todo tipo de perrerías para que abriera los ojos (quitarle ropa, tocarle los pies, menearle, cogerle, dejarle…). Ya sabéis que, sobre todo durante los primeros quince días, los bebés deben comer más o menos cada 4 horas para evitar la hipoglucemia. Pues nada, mi Peque prefería dormir a comer. Cuando por fin se espabilaba un poco, le ponía corriendo a la teta. Empezaba a comer y ¡otra vez dormido! Apenas habían pasado 5 minutos y ya estábamos igual que hace un par de horas. Era un auténtico suplicio.
A los 10 días fuimos a una revisión con su pediatra y aún no había recuperado su peso al nacer. Yo le dije a la pediatra que quería seguir con la lactancia materna, que con el Mediano la había perdido, pero que estaba decidida a hacer lo que fuera por no recurrir al biberón si no era estrictamente necesario. Y aquella pediatra me entendió a la perfección. Me propuso utilizar un sacaleches para darle mi propia leche con una jeringuilla. Así evitábamos el biberón y nos asegurábamos que comía aunque tuviera un sueño profundo.
Nos hicimos con uno simple, aunque automático. Cuando se quedaba dormido, el Tripadre me traía el aparato y, mientras él intentaba despertar al Peque, yo me sacaba la leche. Después, con la jeringuilla, le dábamos la leche, mi leche. Y así estuvimos una semana. A la siguiente cita con la pediatra, mi bebé había recuperado el peso al nacer e incluso había puesto unos gramos más. ¡Estupendo!
Nunca le agradeceré lo suficiente a aquella pediatra que me echara una mano para salvar la lactancia en vez de tomar el camino fácil y “recetarme” el biberón. Gracias a su comprensión y sus consejos, mi bebé estuvo con lactancia materna exclusiva los seis meses recomendados. Poco a poco, logramos despertarle para comer y él conseguía quedarse más o menos despierto… porque se enganchaba, se dormía, volvía a mamar, otra vez se quedaba frito, ahora lactaba un poco más, otro rato dormido con la teta en la boca… y así hora y media, a veces más.
De manera que, teniendo en cuenta esta particularidad, aquí van mis pros y contras del sacaleches.
CONTRAS:
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Tiene muchas partes, casi hay que hacer un máster para entenderlo. Vale, a lo mejor no son tantas y yo exagero un pelín, pero sí son más partes que un biberón normal, que era lo más complejo que había tenido que montar y desmontar hasta la fecha.
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Hay que esterilizar todas las pares y todas las veces tras su uso. Esto implica desmontarlo y montarlo varias veces al día, en mi caso, prácticamente en todas las tomas. Si tenemos en cuenta que los bebés maman muy a menudo nada más nacer, para mí eran demasiadas esterilizaciones y se me hacía muy cuesta arriba.
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Con la calculadora en la mano, me salió muy caro teniendo en cuenta el poco tiempo que lo usé.
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Las primeras veces me molestaba un montón. Era como un vacío en el pecho que me costaba soportar.
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Viendo salir la leche, no podía evitar sentirme como una vaca lechera a la que estaban ordeñando. Al Mayor le hacía mucha gracia el aparatejo y, cuando me veía con él, me preguntaba si ya iba a ordeñarme otra vez… muy majo como véis 😛
PROS:
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Por mucho que costara el cachivache en cuestión, doy por bien empleado ese dinero pues permitió que mi hijo siguiera alimentándose de leche materna de forma exclusiva, sin tener que recurrir al biberón.
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Como era automático, una vez enchufado y establecida la frecuencia de succión, el trabajo lo hacía todo el sacaleches.
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Con la práctica, conseguí ajustármelo de manera que ese vacío que me hacía en el pecho no me molestara.
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El complejo de vaca lechera ordeñada pasaba con el simple pensamiento de que así ayudaba a mi bebé sin recurrir al biberón.
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Viene muy bien para aquellas madres que tienen que separase de sus bebés durante algunas tomas pero quieren seguir dándoles leche materna, pues ésta se puede refrigerar o congelar. ¿Alguien lo duda?
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El mío era simple, para sacar leche de los dos pechos, éstos tenían que turnarse. Sin embargo, los hay dobles, de esta manera, se puede sacar leche de los dos pechos a la vez.
Esta entrada está dedicada al sacaleches, pero en realidad es un agradecimiento a aquella pediatra que apostó por la lactancia materna. Una pena que tuviera que irse por motivos personales y no poder contar con ella para otras cosas, pues pensábamos igual en muchos aspectos de la maternidad, los bebés y los niños en general.
Una profesional como la copa de un pino que, cuando le dije evitaba tomar cualquier medicamento durante la lactancia, por muy seguro que se suponiera que era, por el temor a que afectara a mi leche, en lugar de hacerme sentir como una tonta por tal decisión, me dijo que me entendía perfectamente, sin juzgarme. Una pediatra que prácticamente me rogó que no dejara llorar a mi bebé si podía evitarlo (recordemos que mi bebé no era hijo único y que su madre no tiene el don de la ubicuidad, aunque lo intenta). Una pediatra que, además de preguntarme cómo estaba mi bebé, también me preguntaba cómo estaba yo. No todos los pediatras son así. Espero de todo corazón que haya conseguido hacer realidad su sueño.
Yo también tuve un sacaleches que usé poquísimo, pero a diferencia de ti ¡le tengo un odio inmenso! Por mí podrían incluirlo en el catálogo de instrumentos de tortura, qué daño me hacía el condenado 🙁 Pero sé de muchas mamis a los que les ha sido de mucha ayuda 🙂
No me imaginaba yo que el artilugio creaba tantas opiniones enfrentadas hasta ahora. Me alegro de haberlo escrito porque creo que puede servir de ayuda a futuras madres.
No sé si, de haberlo usado más, me seguiría gustando o habría acabado por odiarlo, jejeje 🙂
¡Oh! Me ha salido el anterior comentario como «Anónimo»! Bueno, que era mío! 🙂 Un beso
Sin problema 😀
¡Besotes!
En casa el sacaleches nos «salvo la vida» cuando mamá tuvo que empezar a trabajar. Fue la mejor inversión en cuanto a trastos infantiles se refiere. Vaya, un aparatejo imprescindible.
Ah, lo de esterilizar está sobrevalorado. Mi plato y mi tenedor jamás los esterilizo… 😀
Para quienes tienes que volver al trabajo entiendo que es imprescindible, te guste más o menos.
Nosotros tuvimos que esterilizarlo porque el Peque apenas tenía 15 días de vida y fue más por precaución. Aunque con esto de tener otros dos Trastos por casa hace que el tema de la esterilización se acabe mucho antes que los otros 🙂
Mi pareja lo usó poco, no. poquísisisisisimo. Creo que el nuestro costó alrededor de 90 euros, y anda que no salió cara la bromita.
Incómodo, ruidoso, poca chicha…
Una birria, y no que fuera malo, no … simplemente que no se hacía.
Ahí está, que como la caja es con tonos naranjas y amarillos no queda del todo mal de decoración de la estantería…
Hasta hace unos meses, nosotros teníamos un humidificador que hacía la misma función decorativa que vuestro sacaleches, jejejeje… 😉
Ojalá yo me tope con pediatras así. Y si no, no dudaré en dar mil vueltas y poner mil quejas.
Y harás muy bien. Al final, estás poniendo en sus manos la salud de tu hijo y eso es algo muy importante 🙂
A mí me dejaron uno manual. Aunque, afortunadamente, tampoco le dí mucho uso, pero porque al final no me tuve que reincorporar al trabajo. Si no, me hubiese comprado uno automático.
El manual esta bien si es un uso puntual, pero si es habitual, mucho mejor el automático. Mira que yo lo usé poco, pero aun así agradecí mucho no tener que estar todo el rato dándole 🙂
Lo del sacaleches automático nunca lo había oído, sabía del manual….De todas formas me lo he leído enterito porque siempre me ha producido mucha curiosidad ese aparatejo.
Donde se ponga un buen médico, que se quiten cientos, por desgracia los buenos escasean.
Mira tu hijo que graciosillo con eso del ordeñe…jajaj, que pillo!!
Besotes.
Sí, los hay automáticos y hasta dobles, para los dos pechos a la vez, ¡es todo un mundo!
Yo, cada vez que doy con un buen pediatra, por unas razones u otras, al final se va, una pena…
Mi hijo tiene unos puntos a,finas veces que no nos queda más remedio que reírnos 😀
¡Besotes!
…sacaleches??? El mejor invento para mi..sin dudas
Tengo mucha leche y gracias a el he podido donar mi leche al hospital y tener leche congelada para que mi wity se tome su biberón de cereales con la leche de su mama…
La verdad es que es un inventazo. Te felicito por haber donado tu leche, seguro que has salvado la lactancia de muchas mamás.
Yo también pensé en congelarla para hacerle el biberón de cereales con leche materna, pero he de reconocer que me faltó tiempo. Otra vez, enhorabuena por haberlo logrado.
Muchas gracias por tu comentario. Si no es mucho pedirte, te agradecería que nos comentaras qué hay que hacer para donar leche materna, por si alguien se pasa por aquí buscando ayuda.
¡Besotes!
Buen articulo, y del sacaleches decir dos palabras «incomodo» para todas, e «imprescindible» para muchas que no podrian de otra forma.