Después de hablar de la lactancia y del biberón, la lógica me dice que ahora toca hablar de purés. Tarde o temprano, todo bebé necesita alimentación complementaria, la leche (de pecho o de biberón) ya no es suficiente y debe probar alimentos nuevos. Es la época en la que se descubren algunas alergias alimenticias (al pescado, al huevo…). Se puede optar por el método baby-led weaning (BLW), que básicamente consiste en darle al bebé alimentos sólidos, sin pasar antes por el puré. A quien quiera saber más sobre este método, lo que es y cómo se aplica, le recomiendo encarecidamente que se pase por el blog de Annabel.
Yo opté por los purés. Más que nada porque desconocía otros métodos (como el BLW). No sé por cuál hubiera optado de saber que había alternativas al pué, la verdad. La cuestión es que mis tres hijos han comido purés. El Pequeño está en ello ahora mismo. Así que, como siempre, aquí os dejo de relación de contras y pros. ¡Empezamos!
CONTRAS:
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Las cantidades. Según el primer pediatra al que acudí (allá cuando el Mayor era un bebé) me dio la siguiente relación: 20 g de pollo por 200 g de verduras en cada toma de puré. Os podéis imaginar, como madre primeriza que era, cómo iba con la báscula (de cocina, se entiende) pesándolo todo. Exactitud al máximo. Nada de 22 g de pollo, tenían que ser 20 g exactos. Y con la verdura lo mismo. Como anécdota, os diré que cuando mi primer bebé probó el arroz, ni corta ni perezosa, eché los 20 g de pollo con 200 g de arroz. Aquello ni era papilla ni era nada. Una plasta en toda regla que, lejos de probarla mi bebé, tuvo que ir directamente a la basura. Por cierto, yo ya con el tercero lo hago a ojo. La báscula me echa de menos.
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El tiempo. Si el bebé en cuestión come bien el puré, estupendo. Pero si no, puedes pasarte un buen rato cucharita va, cucharita viene. Cansado el bebé, cansado quien le dé de comer. Con lo fácil que era arrimarle al pecho y entretenerte viendo la tele, leyendo algo o simplemente mirándole embobada mientras mamaba, ¿verdad?
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Si al bebé le da por hacer pedorretas (pasa más veces de las que nos gustaría recordar), va a haber puré hasta debajo de los armarios. Que al principio te hace gracia, mírale, qué mono el bebé, si sabe hacer pedorretas… qué tierno, se ha puesto de puré hasta las orejas, sí, pero es taaannn mono… A la quinta, ni mono, ni mona, ni orangután ni nada. Te lo tomas como algo personal. Cuando el puré llega hasta tus orejas, empiezas a maldecir el día en que le enseñaste a pedorrear. Si quien se lo enseñó fue otra persona, le declaras ahí mismo odio eterno. Y, si además, dicha persona aún no se ha estrenado en esto de la pa/maternidad, decides que lo primero que le enseñarás a su vástago será a hacer pedorretas, a la hora de la comida a poder ser.
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El puré hay que prepararlo. Y con más antelación que el biberón. Con el biberón sólo hay que calentar el agua y echarle los polvos. Y ya. El puré hay que hacerlo antes porque hay que batirlo y dejar que adquiera la temperatura adecuada para no escaldar la lengua del bebé. Y luego, además, hay que fregar la olla, la batidora y demás.
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Cuando salimos fuera de casa, hay que calentarlo. Esto implica encontrar un sitio donde te hagan el favor. Y, una vez que te lo hacen, esperar para que no esté ni demasiado frío ni demasiado caliente (a ver cómo le explicas a un bebé hambriento que ese puré que tiene delante quema demasiado para que se lo coma ya y que ni soplando consigues que se temple…). Después de tres niños, yo me hice con una bolsita térmica y, antes de salir de casa, caliento el puré a tope y lo guardo ahí. Así mantiene el calor y, si calculo bien, se lo puedo dar a su hora sin depender de tener que calentarlo fuera de casa.
PROS:
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Como pasa con el biberón, el puré se lo puede dar cualquiera. Puedes dejar a alguien encargado de dárselo al bebé e irte a hacer otras cosas (como una ducha o comprar verdura para el siguiente puré).
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Ya que te pones, puedes hacer purés para varios días. La olla a presión (exprés, rápida) para esto es genial. Multiplicas las cantidades, lo repartes en recipientes y al congelador. Ahí lo tienes para varios días. Así no es necesario liarte todos los días en la cocina. Yo lo hago una vez a la semana.
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Creo firmemente que mi bebé nunca volverá a comer tantas verduras juntas como en este periodo de su vida. Madre mía la cantidad de verdura (vitaminas, minerales) que se mete para el cuerpo. O quien sabe, quizás te pase como a mis Trastos mayores, que ahora han empezado a aficionarse a los purés de verduras a base de ver al Pequeño los platazos que se mete entre pecho y espalda. Alguna cucharadita le han regateado al Peque. Y eso que para el bebé los hago sin sal…
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El puré les llena. Es tontería, me llena a mí, imaginaos a un bebé con el estómago más pequeñito. Así que normalmente, después de comer, la siesta se la echa sin problemas. Al menos eso me ha pasado a mí con los tres.
Dentro de poco, empezará con la comida sólida. Cuando empiece a guiarse por los ojos y a decir “esto no me gusta” sólo porque sea de un determinado color o tenga cierto aspecto, estoy segura de que echaré de menos esta etapa en la que se comía todo lo que yo le echara al puré. Y, para que no se me olvide, tengo que hacerle una foto pringado hasta los codos, porque, por mucho que se manche y por mucho que tenga que limpiar yo después, en las fotos así, los bebés están taaannn monos… 😉
Jajajaja, sobre tu primer PRO discrepo… tú no has visto a mi suegro intentando dar una papilla a una de mis sobrinas… La paciencia no es su mayor virtud, y te aseguro que entre pedorretas, no abrir la boca, mirar a otro lado (dos de los contras)… imposible…
Yo también era de los que lo pesaban todo de forma exacta. Ahora ya con el segundo, pues más a ojo…
Jejeje… Al menos el tuyo lo intenta, mi suegro no ha dado un puré o una papilla en su vida, por lo que cuenta mi suegra 😉
Con el segundo, todavía lo pesaba de vez en cuando, pero lo del tercero es a ojo total… Menos mal que está curado de espanto 🙂
¡Cómo odiaba hacer el puré! (Bueno, en realidad odio cocinar, con lo feliz que sería yo con bocadillos a todas horas, lo que hay que hacer por la salud nutricional de los hijos!). Pero por supuesto, qué gusto daba cuando se lo comían todito, y no había que devanarse los sesos en cada comida, ni preparar dos o tres platos diferentes de cada vez… Yo también tenía un termo para llevar el puré cuando salíamos de casa, porque nunca jamás quisieron comer los potitos de verduras, carne y demás (sólo toleraban los de fruta, los muy finos, y aún así no cualquiera), y hacía como tú, calentarlo al máximo para que a la hora de papar estuviese a una temperatura idónea. Un beso 🙂
Es que hacerlo es un rollo… Y eso que yo sí disfruto en la cocina, pero el puré me cuesta… Sobre todo el de pescado… A mí el Mediano también me salió exquisito con el puré de la comidas, pero nos fuimos una semana de vacaciones a la playa y no le quedó otra, pobre… Y sin embargo, el puré de frutas prefería el comprado, al mío le hacía ascos… Menos mal que el Mayor y el Peque comen de todo… Para compensar, digo yo, jejeje…
Mmmm, bueno, yo nunca le he dado puré a mi hijo, pero mira, así opino sobre los pros y contras desde otra perspectiva 🙂
Los contras se parecen mucho dando puré o no dándolo, porque hagas lo que hagas lleva más tiempo prepararlo, y más tiempo comerlo, ¡es que la comodidad de la teta es insuperable! Eso sí, lo de que te lo tienen que calentar pues no es necesario; no sé cuanto aguanta con la bolsita térmica, pero a mí me regalaron un termo para sólidos y aguanta horas caliente la comida. Como yo le doy sólido, primero caliento el termo con agua hirviendo y luego la saco y echo la comida, ¡y listo!
El contra de ponerte de puré hasta las orejas, jejeje, como no lo he sufrido lo veo divertido, habría que verme en el caso XD
El pro de hacer comida para varios días con el puré sí que lo veo una gran ventaja, porque yo hago todo cada vez. Además, con ese pro tan grande compensas el contra del tiempo que lleva prepararlo.
Yo a las cantidades no les doy muchas vueltas, come lo que quiere de cada cosa, total con la teta tampoco sé la cantidad… 😉
Un saludo!
Me encanta que opines aunque no hayas hecho purés, así tenemos opiniones desde distintos puntos de vista, que está muy bien 🙂
Yo siempre me acuerdo de la teta cuando tengo que pedir que me calienten el puré… Y cuando tengo que hacerlo… Y cuando tengo que prepararlo todo si vamos a salir fuera… Jejeje… Como ves, me acuerdo mucho de ella 🙂
Puede que el tuyo no se pusiera de puré hasta arriba, pero ¿nunca le ha dado por ponerse la comida de sombrero? Porque eso también me ha pasado, pero mejor lo dejo para otro post por no aburriros más hoy 😉
Yo soy la reina de la papilla! jajaja me encanta preparlas y pensar en lo alimentado y nutridísimo que está mi niño, para mí son casi todos pros, besitosss
Estoy totalmente convencida de que nunca volverán a meterse tanta vitamina y tanto nutriente para el cuerpo como ahora, yo creo que come más que yo, jejeje…
Encantada de verte por aquí 🙂