Me enorgullece decir que mis hijos tienen a su disposición a sus cuatro abuelos. Cuatro personas fantásticas y maravillosas que se desviven por ellos. Les quieren, les adoran y siempre están ahí para echarme una mano (si la necesito) cuando el Tripadre anda en su eterno horario laboral o de viaje. Desde aquí, gracias.
Por otro lado, el Tripadre y yo siempre les decimos a los Trastos que siempre hay que hacer caso a papá y a mamá. El problema viene cuando yo digo una cosa y mi madre, su abuela, les dice otra. Dejaré hoy a un lado el tema de la autoridad pa/materna para centrarme en otra cosa, porque, en mi caso, se merece una entrada a parte.
Un ejemplo. La abuela les dice que, después del baño, pueden ver una película. Ellos corren raudos y veloces a decirme qué peli quieren ver. Yo miro el reloj y les digo que peli no hay, hay dibujos normales en la tele, si quieren. ¿Por qué? Pues porque la película dura hora y media larga y, después del baño, sólo les queda una hora antes de irse a la cama. Sé que no van a consentir en dejar la película a medias, pero si les dejo verla entera, al día siguiente cuesta horrores que se levanten de la cama para ir al cole. Pues bien, ya está servido el drama.
Les explico que no les da tiempo a verla entera. Ellos me regatean, están dispuestos a renunciar al baño para que les dé tiempo. Por un momento dudo, total, porque no se bañen un día no pasa nada, ¿no? Entonces caigo en que el Mediano trae el pelo lleno de arena, fruto del recreo, y en que el Mayor ha tenido fútbol. Hoy toca baño sí o sí. Les digo que no, que mejor mañana, se bañan antes y les pongo la película que quieran (que no se confunda nadie, tardan media hora en ponerse de acuerdo porque, por lo general, la peli que quiere ver uno, no quiere verla el otro… y así un buen rato). El Mayor me ha visto dudar, sabe que puede insistir un poco más. Lo hace. Vuelvo a acordarme de la arena. Digo que no. Ven que están perdiendo la batalla contra mí y recurren al último cartucho que les queda.
– Mamá- me dice el Mayor muy serio-, tú siempre nos dices que hay que hacer caso a mamá y a papá, ¿verdad?
– Sí. Es que siempre hay que hacer caso a mamá y a papá.
– Pues la abuela ha dicho que podíamos ver una peli.
– ¿Y?
– Pues que la abuela es tu madre y tú deberías hacerle caso. Así que tienes que ponernos una peli.
Mi cara es un poema. ¿En qué momento de su vida, ese pequeñajo, ese pipiolo, ese mico de cinco años ha sido capaz de hacer tal asociación de ideas y ponerme en jaque a mí? Me doy cuenta de que está a punto de ganarme con mis propios argumentos. Esto puede asentar unas bases terribles para el futuro. Ya me veo llamando a mi madre para preguntarle si hoy pueden ir en manga corta porque ellos quieren, pero yo no veo que el día esté para ir así de frescos. ¿Va a mandar la abuela más que yo, que soy su madre? Por ahí no paso. Ya le veo la cara de satisfacción. Dudo un segundo. Me recompongo y muy digna le digo:
– Ya, pero tu madre soy yo, no la abuela. Y ésta es la casa de mamá y de papá, no de la abuela, así que aquí se hace lo que digan papá y mamá, nadie más.
– Joooo…
Y se va, resignado al salón. Yo sonrío, he ganado. He conseguido salir de una situación delicada. Me siento orgullosa de mí misma. Creo que he dado con el quid de la cuestión. Si pudiera, me daba un beso. Qué diantres, palmaditas en la espalda, que ahí sí llego. Yo también me voy al salón, dispuesta a negociar qué dibujos ponemos después del baño.
– ¿No les vas a poner una peli? – pregunta mi madre.
– No les da tiempo después del baño.
– Pues no les bañes hoy. No les va a pasar nada.
– Tienen arena en el pelo. Tengo que bañarles.
– Pues les peinas y ya está.
– Pero es que el Mayor ha tenido fútbol y habrá sudado.
– Ya ves tú lo que puede sudar un niño de esta edad.
– Bueno, voy a bañarles, que me quedo yo más a gusto sabiendo que se acuestan limpitos.
– Tú verás, que eres su madre. Pero mira que dejarles sin peli…
– Voy a prepararles el baño.
Está claro que no todas las batallas se ganan a la primera.
CONTRAS:
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Es cierto, las abuelas y los abuelos son los padres y madres de mamá y papá. Pero eso no significa que manden más que nosotros, que al fin y al cabo somos los padres de nuestros hijos.
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Se dice que los padres crían y los abuelos malcrían. ¿Y dónde está el límite de malcríar?
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Cuando era pequeña, siempre oí a mi padre decir aquello de “yo soy tu padre y harás lo que yo diga”. Pues bien, ahora la madre soy yo. Exijo respeto sobre mis decisiones.
PROS:
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Prefiero tener esa discusión con mi madre cien veces a que no estén presentes en la vida de mis hijos. Son sus abuelos y les quieren con locura.
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Siempre estaré eternamente agradecida con la ayuda que me prestan los abuelos. Hay veces en que no puedo hacerlo sola… a menos hasta que se invente la máquina de la ubicuidad. ¿Alguien sabe dónde la venden?
Cuando mis hijos eran bebés, no se enteraban de la mitad de las cosas. Ahora han crecido y, aunque a mis ojos, sigan siendo pequeños, ya son personitas con capacidad de asimilación y comprensión. Tienen sus propios gustos y saben qué quieren y qué no. Ante dos respuestas contradictorias, escogerán siempre la que más les convenga a ellos. Los adultos también lo hacemos. Es algo normal. Por eso es importante mantener una cierta coherencia en lo que se les dice. Da lo mismo que se trate de papá y mamá o de papá y la abuela, si se dan discursos contradictorios, los niños no sabrán a qué atenerse. Para mí, la palabra clave es coherencia. Y dejarles bien claro a quién deben hacer caso siempre.
¿Os ha pasado algo similar alguna vez? ¿Cómo lo habéis resuelto?
Bueno bueno… menudos argumentos traen ya con solo 5 añitos. Me parto.
Ya sabes que no tengo experiencia en tales menesteres peeero te puedo decir lo que hacían en mi caso. Si estaba en casa de mis abuelos mandaban ellos, no había más. Eso sí, me supongo yo que antes habría un cierto consenso entre padres y abuelos. Y si estaba en mi casa, estuvieran mis abuelos o no, mandaban mis padres. De esa manera sabía quien mandaba en cada momento y no cabía, por mi parte, discusión alguna.
No veas la labia que tienen ya a estas edades… yo a veces me parto de risa y tengo que darme la vuelta para que no me vean, jajaja…
Pues eso de que cada uno en su casa manda está muy bien. Pero creo que siempre hay que repetar lo que digan los padres. Por ejemplo, si en casa de los abuelos se empeñan en ver un peli, me parece bien que los abuelos decidan si quieren cambiar de canal o no. Yo ahí no me meto. Pero si quieren ver la misma peli en casa de sus abuelos y yo he dicho que no porque les he castigado por pelearse, entonces creo que los abuelos deberían respetar mi decisión, aunque estemos en su casa.
Lo que no me gusta es tener que convencer al niño y al abuelo… No sé si me explico 😉
El tema de los abuelos es muy delicado! En nuestro caso saben que «siempre» deben hacer caso a papá y mamá (estemos en casa de quien estemos), pero también saben que papá y mamá pueden cambiar de opinión, ser flexibles, e incluso levantar castigos.Pero no transigimos con las prácticas de las abuelas, que van desde el «todo vale» de mi suegra (si por ella fuera, sólo comerían patatas fritas y verían la tele a todas horas) al «tienes que acostumbrarlos bien» de mi madre (si por ella fuera, habría que obligarle a comer el filete de ternera como sea, y deberían ver el telediario). Coincido plenamente contigo en que la coherencia es la clave, y también el respeto hacia los padres de sus nietos. Y coincido también en que no sé qué haría sin ellos!
Cómo me suena esos ejemplos que pones. En mi caso también una abuela es el extremo de la otra. Afortunadamente en casa ya van sabiendo a quién tienen que hacer caso. Cambiar de opinión, levantar castigos y ser flexibles está muy bien. Nosotros también lo hacemos y siempre les explicamos el porqué, para que no piensen que actuamos así por capricho. Como dije, coherencia.
Me encanta ver que no soy la única a la que le pasan estas cosas 🙂
Temo el día que eso pase! De todos modos V no tiene abuelas cerca, y en los ratines que las vemos de momento no dan para mucha incoherencia… Peri si, brutal los razonamientos a los que llegan, se las saben todas!
El día menos pensado, me da la vuelta a la tortilla y me deja sin argumento él a mí, ya ;o verás en un futuro no muy lejano, jejeje…
Ya nos contarás tus experiencias con las abuelas cuando V sea un poquito más mayor 😉
De momento la única ha sido «mamá no le des chocolate que es muy chica» «pero si es su primera mona no pasa nada» Luego claro, la niña con el subidon del azucar me la traigo yo a casa a dormir xDDD
Jajaja… no te preocupes, eso nos ha pasado a todos. La próxima vez, deja que le dé un poquitín de chocolate y dejas a la abuela un ratito con V. Luego vuelves y verás como la próxima vez se lo piensa ;-).