… de ser el tercero

Cuando nace el tercero ya está todo hecho. Has leído, te has informado, has preguntado. Sabes qué consejos te han sido más útiles y cuáles más inútiles. Sabes de quién te fías más a la hora de pedir ayuda y de quién no. Has aprendido a tomarte las cosas con calma. Ya no aspiras a tener la casa limpia las 24 horas del día los 7 días de la semana. Has establecido un nuevo orden de prioridades. Antes te daba vergüenza ir por la calle hablando con tu bebé o darle el pecho en un restaurante. Ahora eso queda para las primerizas.

Tú ya eres una madre multipartípara. Lo sabes tú, lo sabe tu ginecóloga, lo sabe tu matrona, lo sabe tu vecina de abajo y el pescadero si me apuras. Sabes qué has de llevar exactamente al hospital y qué cosas de las que tienes en casa puedes sacarles más partido y cuáles puedes regalar tranquilamente porque no las echarás de menos. ¿Mocos a ti? ¡Ja! Comenzamos.

CONTRAS:

  1. Si el horario del segundo tiene que adecuarse al primero, el tercero ni os cuento. Si los dos mayores comparten horario, estupendo; pero si no, vas a pasarte medio día carro arriba carro abajo. Crucemos los dedos para que no llueva.

  2. Papá y mamá ya están curados de espanto. A parte de las revisiones, el tercero va a pisar poco la consulta del médico. Si quiere ir, no valen un par de estornudos. Va a tener que currárselo un poco más.

  3. El tercero tiene que hacerse un hueco. Puede destacar por ser el más nervioso de todo o el más tranquilo. Si decide ser el más nervioso, estáis apañados… Y da gracias por no ser el que destaca porque muerde todo lo que pilla, porque le encanta tirar todo al suelo o porque se tira del sofá sin paracaídas.

  4. Nadie sabe qué regalo hacer al bebé que está por nacer… ni tú qué pedir. Prácticamente, lo tienes todo de los otros. Si éstos rompieron algo, lo puedes decir (nosotros nos pedimos el parque de juegos). Si no, puedes arriesgarte y pedir algo completamente nuevo. Yo me arriesgué y pedí un sacaleches. Bendito sacaleches. Sólo lo usé una semana, pero esa semana salvó la lactancia del Pequeño. Y gracias también a la pediatra, que supo asesorarme para que mi bebé siguiera con la teta cuando a los 10 días de nacer aún no había recuperado el peso al nacer. Cualquier otro pediatra habría tirado por el camino fácil recomendándome darle al Pequeño leche de fórmula. Se lo agradeceré toda la vida.

  5. Pocas son las cosas que el tercero va a estrenar por sí mismo. Prácticamente todo es heredado de sus hermanos. Yo intento comprarle de vez en cuando algo para que también estrene cosas. Una camiseta, un sonajero… algo que pueda decirle cuando sea mayor: “hijo, esto es tuyo. Te lo compramos a ti”.

PROS:

  1. Si el hueco se lo hace por ser el más tranquilo, se lo vas a agradecer. Mucho. El Pequeño se ha ganado a pulso que le llamemos “el tranquilo”. Espera pacientemente su turno mientras los otros dos me marean con “mamá, esto” y “mamá, aquello”. Pero, la verdad sea dicha, para ser más tranquilo que los Trastos mayores, no hace falta correr mucho. El Mayor y el Mediano, cuanto más cansados están, más trotan (por el sofá, por el salón, por la cama…). Con este percal, fácil era hacerse el hueco siendo el más tranquilo con quedarse quieto sólo cinco minutos.

  2. La ropa abunda. Como ya dije, los dos primeros nacieron en estaciones del año completamente distintas. Así que ropa hay. El Pequeño crece a paso agigantados, más rápido que sus otros dos hermanos, creo. Aunque también puede ser percepción mía, pues su embarazo me consta que duró los mismos 9 meses que los de sus hermanos y a mí, una vez superados las nauseas y vómitos diarios, se me pasó volando. En cualquier caso, es una suerte poder abrir una caja y sacar la ropa. Al paso que va, pronto tiene la talla del Mediano. Además, tengo la sensación de que crece tan deprisa que, en lo que voy a comprarle ropa y vuelvo de la tienda, ya no le vale.

  3. De momento, a sus hermanos les encanta jugar con él. El Mayor empezó a prestarle atención en cuanto le vio. Fue amor a primera vista. Al Mediano le costó un poco más. Al principio lo veía como un mueble y no le hacía mucho caso. Ahora que ya puede interactuar con él, le chifla cantarle canciones y hacerle cosquillas.

  4. Cuando estaba embarazada del Primero y el Mediano, todo el mundo me advertía de lo que se me venía encima. Me decían que el parto iba a ser horrible, con todos aquellos dolores. Que lo peor iba a ser el alumbramiento de la placenta porque dolía más que el parto en sí. Que el primero tendría muchísimos celos porque se llevaba poco tiempo con el segundo. En mi caso, no acertaron ni una. Con el tercero, aprendí a hacer oídos sordos. Y me fue mejor. Y a mi bebé también.

Conclusión: somos cinco. Somos una familia numerosa. ¿Os acordáis cuando las familias numerosas eran aquellas que tenían cinco o más hijos? Se me hace raro considerarnos familia numerosa, pero es lo que hay. Cuando Pequeño crezca, estoy segura de que tampoco le gustará ser el más pequeño. Igual que al Mayor no le gustará ser el primero ni al Mediano ser el que está en medio. Estoy convencida de que cuando sean mayores preferirían haber nacido en otro orden. Me tendré que aguantar con sus quejas. Punto pelota.

5 comentarios en «… de ser el tercero»

  1. Lo de la placenta a mi también me lo decían, fíjate tu que ni me enteré… Cualquier día de estos el pequeño pasa a ser el mediano, no? xD así cambian de orden!!

    1. Pues por la talla, seguro… A poco que se descuide el Mediano, le alcanza 😀
      Respecto a la placenta, hay que ver lo que le gusta a la gente meter miedo, ¿verdad? Y al final, para nada…

¿Tienes algún contra o pro más? ¡Cuéntamelo! :)

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