Lo de ser el primer hijo está muy trillado. Pero no por eso deja de ser menos interesante, ¿no? Ahora, después de tener tres Trastos, no consigo recordar en qué invertíamos el tiempo libre Marido y yo. Quizás haya una neurona en el cerebro, una neurona maternal, que nos impida a las madres recordar ese tiempo. Y quizás lo haga para que no nos demos con la cabeza en la pared, por idiotas. Que si ahora estoy muy cansada, que si no me da tiempo, que si ya lo haré luego o mañana, que si me levanto de la cama aunque sean las ocho de la mañana porque me he despertado (nota a mi yo del pasado: ¡date la vuelta y sigue durmiendo, tonta!).
Y así podría seguir y rellenar tres entradas del blog. Una vez que nace el primero, no hay marcha atrás. De nada vale posponer cosas y si no duermes cuando puedes, cuando quieras tal vez no puedas. Pero como todo, la moneda siempre tiene dos caras. Recordando cuando nació el Mayor, ésta es mi lista de contras y pros de ser el primero.
CONTRAS:
-
El primer hijo se da de bruces con unos padres que son primerizos, inexpertos y, a menudo, maleables y mal aconsejados. Todo son miedos. Incluso cuando tu bebé está plácidamente dormido, te preguntas si respira. Y ahí vas tú, echa un manojo de nervios, a comprobar que todo va bien. Y como ésta, otras tantas. Que si estará bien abrigado, que si te has pasado y tiene calor, que si es normal que duerma tanto, que si es normal que duerma tan poco, que si, que si, que si. Y, por supuesto, nunca faltan los consejos gratuitos que todo el mundo tiene a bien darte. Y cuando digo todo el mundo, quiero decir todo. Pero eso queda para otro día.
-
Al primero hay que comprárselo todo, desde el chupete hasta la cuna, pasando por la ropa. Si no le compras algo, algo que no tiene. Te lo pueden dejar, claro, pero ya tienes que preocuparte de ir a buscarlo o de que te lo traigan a tiempo, para que no lo eches en falta cuando lo necesites. Qué bien vienen esos pañales de la cesta de regalos, ¿verdad?
-
Al primero se le regala de todo. Y, de nuevo, cuando digo todo quiero decir todo, por absurdo e inútil que parezca. Que no se engañe nadie, los regalos más originales son para el primero.
-
Todo es digno de celebración. ¿Ya salió el mecomio? ¡Hurra! ¿Ya tiene un diente? ¡Hurra! ¿Ya anda? ¡Hurra! ¿Ya dice mamá? ¡Hurra! Aplaudes hasta con las orejas… y luego dirán que si se siente el príncipe destronado cuando llega otro hermano será culpa suya, ¡ja!
-
Te da la falsa seguridad de que ya lo sabes todo para el segundo. Y tú vas y te lo crees. Y éste es el peor error de todos.
PROS:
-
Tienes todo el tiempo del mundo para dedicárselo a él. Eres inexperta, sí, pero tienes tiempo para aprender. Lo observas todo, lo investigas todo, lo lees todo si tiene algo que ver los bebés. Aprendes sobre la marcha. Y puedes perderte en esos ojos preciosos que te miran mientras mama. Puedes cogerle en brazos tranquilamente porque todo lo que tienes que haces es estar con él. Disfruta del momento, no te creas eso de que si le coges se va a mal acostumbrar a los brazos. Yo les he cogido a todos hasta la saciedad y Mayor y Mediano, una vez que se pusieron de pie, ya no hubo manera de cogerles tranquilamente. Todo era andar, correr y trotar. Y si te he visto no me acuerdo.
-
Todo lo estrena él. Sí, hasta ese regalo absurdo e inútil lo estrena el primero. Y puede que te de s cuenta de que es un buen regalo. Sin embargo, al regalo que más te gustaba porque pensabas que lo ibas a usar un montón, lo apartas a un rincón y no lo desentierras de la montaña de trastos hasta que llega el segundo.
-
Le haces miles de fotos y le grabas en vídeo hasta la saciedad. Da igual que sean fotos parecidas, parece que nunca habrá bastantes… lo que no habrá será sitio para guardarlas todas, guapa.
-
Las rutinas las cumples a rajatabla, caiga quien caiga. Un minuto de retraso es una desfachatez. Si a los niños les gustan las rutinas, el primero es el niño con más rutinas del mundo.
-
Todo el mundo que aparezca por casa o que se cruce en vuestro camino al dar un paseo le presta atención a él. Y ya sabemos que a los niños les encanta ser el centro de todas las miradas y los mimos. Él dice “mmmma” y tú ya estás dejando lo que sea que estés haciendo para correr rauda y veloz a ver qué quiere el angelito. Antes de que acabe de decir “mamá”, tú ya estás ahí.
Conclusión: el primero es el primero porque llega primero. Y no le gustará. Si fuera el último tampoco le gustaría. Siempre verá más ventajas en ocupar otra posición en la escala familiar. La que sea. Cualquiera es mejor que la que realmente ocupa. Asúmelo. Si tienes hermanos o hermanas, a ti también te ha pasado. Y tus padres te han aguantado. Ahora te toca a ti. Punto pelota.